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Crónica de un libro de crónicas: un concierto de amor

En este libro las voces y las historias son diversas, pero se conectan a través de un hilo que es el amor por contar la ciudad, el barrio, la niñez, la memoria

13/11/25. ¡Gustavo, lo lograste! Con este grito de júbilo de Dannybal Reyes Umbría, empezó el último inning de un sueño. La presentación del libro Caminando la crónica, que, en sí mismo, es una crónica viva. Este logro colmó la sala Stefania Mosca de la Feria del Libro de Caracas de alegría, de sonrisas, de nostalgia, pero, sobre todo, del cariño por Gustavo Mérida, quien soñó este compendio de relatos hace más de un año.

 

 

No sólo somos veintidós cronistas... son memorias entretejidas que narran... a un país que también es una crónica de más de treinta millones de habitantes que quieren cantar, celebrar, narrarse, trascender...

 

 

El acto comenzó, no con discursos, sino entre acordes y arpegios, en la guitarra de Luis Miguel Badaraco, acompañado por las notas del cuatro, bajo la armoniosa guía de Amaranta. Tejieron una melodía como parte de la crónica que se escribió esa tarde de noviembre.

 

 

La presentación de "Caminando la crónica" fue una crónica viva, un concierto de amor.

 

 

El aplauso de los presentes fue el grito colectivo, un recordatorio de los corazones que latían por la patria y por las veintidós historias que recopiló Gustavo con intrepidez, con audacia, con la amistad a flor de piel, pero, sobre todo, con la esperanza que se le nota de lejitos mientras aparca su bicicleta en los rincones de Gradillas.

 

 

Félix Gerardi, uno de los artífices de la imagen fotográfica del libro, lo resumió perfectamente: “Fue un mandato, un sueño… Es el libro de la Feria de Caracas”.

 

 

Félix Gerardi: “Fue un mandato, un sueño... Es el libro de la Feria de Caracas”.

 

 

La crónica de un libro de crónicas

 

 

Como toda crónica, este libro tiene su primer inning. Hace un año, Gustavo animó a nuestra compañera de labores en la revista Épale CCS, Xiomara López, que escribiera sobre la adrenalina de nadar en aguas abiertas y su encuentro con las “agua mala” que rozaron su piel durante una competencia.

 

 

No conforme con eso, Gustavo desencadenó la esperanza para animarnos a varias personas a escribir un relato que quisiéramos dejar plasmado en la memoria colectiva de la ciudad capital. “No creía que fuera cierto”, dijo algún entrevistado. “Es que Gustavo tiene muchos proyectos. Yo le digo que se centre en uno”, comentó otro.

 

 

Entre la dinámica, caminándola de aquí para allá, transcurrieron más de doce meses para que le diera play a ese proyecto. Llegó para convertirse “en un concierto de amor”, como lo catalogó Dannybal, el editor de Senzala, que junto a Ediciones LaPalabraVasta, hicieron posible el nacimiento del muchacho de portada azul, bautizado frente a una decena de padrinos y madrinas, con pétalos de rosa.

 

 

Clodovaldo Hernández escribió el prólogo “Sobre nalgas, pies, cerebro y corazón”

 

 

El impresor y diagramador del texto, Juaníbal Reyes, narró que Gustavo le llegó con doce crónicas en un archivo de Word. Su entusiasmo era evidente, a pesar de que el trabajo estaba a medias. Así que Reyes decidió montarse en la labor y cuando avanzaba con el diseño, Gustavo iba creyéndose que el asunto era serio y se enfocaba en embullar a más cronistas.

 

 

“Siempre había trabajado con libros donde el proceso era mecánico”, dijo Juaníbal, para después aclarar que el proceso de Caminando la crónica le pareció eso: una crónica.

 

 

La crónica debe estar en todas partes

 

 

Caminando la crónica tiene un prólogo de Clodovaldo Hernández llamado “Sobre nalgas, pies, cerebro y corazón”. El texto inicia hablando de la importancia de las nalgas cuando se es periodista, no por estética, sino por el tiempo que se pasa sentado, contrastando o investigando información. Para la crónica hay que “bajarse del carro… y pisar la tierra, el asfalto”. Gustavo tiene unos cuantos años caminándola, y nos invitó a caminarla también.

 

 

En este libro, que es, ahora, un sueño colectivo cumplido, él buscó reivindicar no sólo a la crónica como género, sino a los y las cronistas que transitan las ciudades, sus fronteras, sus historias y sus memorias. “Fui a África dos veces, con la crónica de Ivonne Thompson; con Nathali Gómez para Rusia; contigo, Sarah Espinoza, uno se va para Cabimas, para el Ávila, para Caracas”, me dijo Gustavo.

 

 

Gustavo Mérida: “Fui a África con Ivonne Thompson, con Nathali Gómez para Rusia, contigo, Sarah Espinoza, a Cabimas"

 

 

También está presente la neblina de San Antonio de los Altos; la niñez de Giordana García Sojo en Mérida, en una juguetería donde “tenía que envolver regalos y ahorró su dinero hasta que se compró los discos de Jim Morrison”.

 

 

Jorge Luis Redondo “Mosquito”, CEO de Oz Producciones y Eventos, apostó por llevar la crónica a todas partes, a todos los espacios “para que la gente los toque, los huela, los vea y los compre”, contó Gustavo. En el estante de una zapatería, en una licorería, o en la bicicleta, directo a la casa del lector o lectora, así anda por las calles.

 

 

 “Un militante de lo imposible”

 

 

En este libro las voces y las historias son diversas, pero se conectan a través de un hilo que es el amor por contar la ciudad, el barrio, la niñez, la memoria. Para que se lograra esa universalidad, Gustavo juntó a quince autoras, entre ellas Beatriz Affil con Abolición 1854; Ana Cristina Bracho con La gota; Malú Rengifo con La epopeya de plantar un árbol. Además, de siete autores, como Aquiles Silva con Funámbulo, Aldemaro Barrios con La otra Candelaria.

 

 

Gustavo recopiló 22 historias con intrepidez, audacia y la amistad a flor de piel.

 

 

“Gustavo no es un compilador, sino que es un curador de las crónicas, que muestran la diversidad de miradas. Pero sí es un compilador de alegría, un compilador de amor”, porque Gustavo, entre otras cosas, es “un militante de lo imposible”. Propició un “encuentro de amistad, de amor, de solidaridad. Lo celebramos y celebramos a Gustavo también, porque es compilador de todos nosotros”, concluyó nuestra pana en común, el periodista e historiador, Jesús Arteaga, entre la ternura y el asombro.

 

 

Postdata y a título personal: El agradecimiento es mutuo, Gustavo. En este andar de la escritura, Caminando la crónica se convirtió en un sendero que se escribe en el Waraira Repano, en París, en Rusia, en África, en Mérida, en Trujillo o en Cabimas.

 

 

No sólo somos veintidós cronistas (ahora me llaman así, gracias a vos), son memorias entretejidas que narran no sólo a una ciudad, sino a un país que también es una crónica de más de treinta millones de habitantes que quieren cantar, celebrar, narrarse, trascender en la página de un libro.

 

 

¡Gracias por caminarla!

 

 

 

Gustavo tiene unos cuantos años caminándola, y nos invitó a caminarla también.

 

 

 


POR SARAH ESPINOZA MÁRQUEZ • @sarah.spnz

 

FOTOGRAFÍAS NATHAN RAMÍREZ • @nathanfoto_art

 

 

#Miradas #CaminandoLaCrónica #FLCCS

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Ubicación
  • Esquina de San Jacinto, Edificio Gradillas “C”, piso 1, Caracas 1010, Distrito Capital
  • 0212-3268703
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