En palabras sencillas, la principal característica de la menopausia es el fin de los ciclos menstruales. A partir de los cuarenta años (en ocasiones es mucho antes o mucho después), la mujer empieza a manifestar una serie de síntomas que indican que su período fértil está llegando a su fin.
Que hayan pasado doce meses desde la última menstruación es un indicio de la menopausia.
Los síntomas más comunes son los sofocos y la sequedad vaginal. También pueden manifestarse trastornos del sueño. La combinación de estos síntomas puede causar ansiedad o depresión.
La menopausia es un proceso natural y los tratamientos se enfocan en el alivio de los síntomas. La sequedad vaginal se trata con lubricantes tópicos o estrógenos. Los medicamentos pueden reducir la gravedad y la frecuencia de los sofocos. En circunstancias especiales, se puede realizar un tratamiento hormonal.
A pesar de que la naturaleza anuncia el final de la etapa reproductiva, empieza para la mujer un período bastante interesante del que poco se suele hablar.
Empieza la liberación
Es chistoso que en los medios se suele retratar a las mujeres mayores como aburridas, caducas, con poco estilo, poco atractivas, y casi siempre dejadas a un lado. El imaginario creativo ha alimentado muchísimo la idea de que los hombres dejan a las mujeres mayores por muchachas y muchachitas. Lo que no se suele contar, es el otro lado de la historia.
"La verdad es que yo me siento mucho más libre", afirma Esther Caicedo. "Mis hijos ya están grandes, así que no tengo que estar criando como antes. Estoy en paz con mi cuerpo como es, así que no dependo de que los tipos se fijen en mí o no. De hecho, me doy licencia de ser impertinente porque ahora soy una señora mayor (risas)".
"Pues ahora puedo tener sexo sin el temor de quedar embarazada. Ya no tengo que sufrir de dolores de vientre todos los meses. Mis relaciones son mucho más bonitas, porque lo que queremos es acompañarnos. Ya ni siquiera nos importa si nos vamos a casar o no. Incluso, me siento mucho más segura de mi sensualidad a mis setenta años", afirma Sofía Lara.
"A mis ochenta años, estoy más allá del bien y del mal. Visto como quiero. Digo lo que me sale del forro y no me calo tonterías de nadie. Estoy en paz y vivo en mis términos. Si me hubieran dicho que envejecer iba a ser así de divertido, no habría tenido tanto miedo de llegar a esta edad. Mis últimos años los estoy disfrutando mucho", reflexiona Aura López.
Al decidir hacer esta nota, conversé con varias mujeres de avanzada edad, y el consenso en la mayoría era de una gran serenidad, incluso en medio de problemas personales. Al acercarse la vejez, la obsesión por la belleza va desapareciendo gradualmente. También, al haber vivido toda clase de experiencias, la mujer en la menopausia sabe mucho mejor quién es, qué quiere y adónde va. Por esto, quizás la historia del marido que la deja por una más joven no sea necesariamente así. Muchas veces es más bien la mujer madura la que se cansa y decide seguir adelante sola. En muchas ocasiones, sucede que la pareja madura se sincera y decide abrir camino en paz, sin el drama novelero. Lo que no se dice de las mujeres menopáusicas es que en realidad son más desenfadadas, irreverentes, y felices. Es importante agregar, que muchas mujeres mayores, al prescindir de las responsabilidades de la familia, se convierten en lideresas de sus comunidades, y destinan todo su amor y su conocimiento al bien común. Por esto es tan común ver que quienes asumen los puestos de dirigencia en las UBCH, juntas de condominio, gobierno de calle, el CLAP, etcétera, sean mujeres menopáusicas.
De vuelta a las estrellas
De acuerdo con el conocimiento de diversas etnias en América, cuando la mujer deja de menstruar, deja de servirle a la tierra con hijos para conectarse al cielo. Por esta razón, se les es adjudicada a las mujeres la sabiduría directo de la fuente divina. La mujer que se acerca a su etapa final empieza a recoger los frutos del amor que ha cultivado a lo largo de su existencia, y dedica sus últimos años a preservar su memoria a través del afecto de sus seres queridos, de dejar el legado de su conocimiento y de disfrutar más de la vida a través de las cosas más sencillas.
Ojalá todas podamos llegar a esa edad, y poder vivenciar el regalo del tiempo en nuestro cuerpo para así descubrir cuál será el legado que le dejemos a la humanidad.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta