11/07/24. Suele pensarse que leer consiste únicamente en saber seguir el orden de una letra tras otra y captar la palabra que arma junto a otras palabras, el sentido de una frase, los tiempos que indican los verbos, y así toda la estructura de una idea. Es lo que suele denominarse el sintagma, y en sentido más amplio, una palabra que se ha puesto de moda últimamente, la gramática. Al punto de que saber escribir y pronunciar lo que plasmamos en un papel o en una pantalla, es saber ubicarse. Esto último no es nada fácil, y tampoco se restringe al acto de la lectura entendida como lo que puede seguir la vista o las manos si se trata de un sistema para quienes no poseen el sentido de la vista, pero en cambio desarrollan el tacto como aproximación a otro tipo de lectura. ¿Es otro tipo? Sin duda, pero la equivalencia, la finalidad que es leer una palabra, una frase, un texto, es la misma.
Digo texto y me voy directo a la ampliación de lo que significa: textura, tejido, plasmación de una imagen, u otras más, un paisaje, digamos, perspectiva. Y así llego a comprender la realidad como un tejido de múltiples valencias, es decir, de valores, de acentuaciones que invitan a leerla, a interpretarla, a comprenderla. De esto se ha dicho bastante en la historia del pensamiento occidental del que somos herederos. Pero en Nuestra América, en el Abya-Yala, en la tierra grande que nos hace, también existe otra forma de comprendernos, ocultada, colonizada, enajenada por esa misma instauración occidental de un solo tipo de lectura, aunque “el viejo continente” posee también múltiples formas de comprender que no se sustentan exclusivamente en formas gráficas, porque es parte de una humanidad mucho más amplia, y tampoco el adjetivo de “viejo” se aplica a él, pues esta humanidad que somos es tan antigua, tan ancestral que podemos dar cuenta de grandes legados en cada uno de los cinco continentes.
Cada uno de dichos continentes con sus respectivas insularidades, son tan ricos en espiritualidades, religiosidades, formas de ser y estar en el mundo que implican diversas formas de comprenderse, y allí la lectura no puede ser la de un papel o la de una roca o la de una pantalla o la de la misma tierra.
Leer nos reencuentra, tal y como fue el eslogan de la pasada Feria Internacional del Libro de Venezuela. Leer es estar dispuestos a maravillarnos, no es sólo captar la palabra que indica una letra al lado de otra, ni el texto que indica una palabra junto a otra, ni una frase, ni el párrafo, leer no es sólo dejarse conducir por el texto escrito, leer es sentirse parte del mundo y pronunciarse desde él.
Ahora regreso a la pregunta que ha inaugurado esta entrada: ¿La gente no lee? Es cierto, desconocemos completamente las estadísticas, y las que disponemos -tanto en nuestro país como en el mundo- no siempre revelan la realidad que se desea estudiar –si es que realmente las estadísticas pueden “revelar” algo-, a pesar de que, por ejemplo, se sigan donando libros, tanto como iniciativa gubernamental como propiamente de diversas organizaciones particulares, no siempre estos son procesados por las y los receptores. Lamentablemente no pocos terminan en los basureros, pero algunos, entre los que me incluyo, los rastreamos, damos con ellos antes de que se pudran, insisto tanto aquí como en cualquier otra parte del mundo, y es cierto, la gente no siempre lee lo que se piensa “debería leer”… pero ahí están millones de personas inscribiendo sus nombres, sus sentidos, sus opiniones en las llamadas “redes sociales”… y entonces, la respuesta va hacia otra pregunta: ¿Qué lee la gente?
Me voy ahora a los diarios impresos, después de fuertes años de intensa guerra económica y psicológica, o como hoy dicen multifactorial, de quinta, sexta y séptima generación… y veo que, a pesar de que ciertamente, ha disminuido su tiraje, los ejemplares se agotan sumamente rápido en los diversos quioscos donde suelen llegar… pregunto por los lectores… la mayoría no son tan jóvenes, no son por ejemplo, adolescentes, a estos los veo frente a la pequeña pantalla siguiendo las letras de una canción de moda, entrando, no tan raramente, a una librería, buscando y buscando, qué será lo que buscan… algo que leer… y ahora, los veo en las ferias de libro, tanto en Venezuela como en otros países, sí, sí leemos.
¿Qué leemos? ¿Cómo leemos? eso es parte de otra reflexión, lo cierto es que leer es una de las características fundamentales del ser humano en tanto ser de lenguaje, y como dice el lema de esta próxima Feria Internacional del Libro de Venezuela en su vigésima edición, leer transforma, y es que no seremos humanos si no estamos abiertos al mundo y eso es lo que hace la lectura, volvamos a decirlo, amplía el horizonte desde donde, ojalá, podamos encontrarnos, es decir, transformarnos en algo mejor.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ