19/09/24. Ya sé por dónde me van a venir. No acusemos a las mujeres: no son nuestras enemigas. El hombre es quien abre la puerta y les da cuerda. Debemos ser solidarias entre nosotras y no enemigas. ES VERDAD. Debemos ser solidarias y no rivales: no pisarnos la cola, no destruirnos entre nosotras. No juegue, entre hombres, la solidaridad es automática, tácita. ¿Por qué entre nosotras, no?
En una sociedad tan machista, el asunto de la validación masculina en la mujer genera cierto estatus. Cuando a una mujer la aprueban por "bonita"
Suena de fondo la canción de los noventa Brinca
Pero no me vengan. La estupidez no tiene género. Y sí hay tipos que no sirven para nada, hay mujeres que simplemente son malas personas.
Estamos las pendejas, que llevamos más palo que gata ladrona. Por más que nos esforzamos por salir adelante, vivir honradamente sin hacer daño y tener una vida más o menos funcional, nos pasan mil y un cosas con los tipos: nos montan cachos, no nos corresponden como es, nos dejan por otra, no nos toman en serio, etcétera, etcétera, etcétera. Algunas terminan quedándose solas, y asumiendo su existencia alejándose de dramones enfermos como las telenovelas de Venevisión, cuando la pareja hace mucho daño o simplemente se cansan y claudican.
También está otro grupo de mujeres. Este grupo aprendió que sin un hombre, no valían nada. De algún modo aprendieron con sus madres, tías, abuelas, que debían sobrevivir ejerciendo juegos mentales de poder y seducción con ellos. Estas mujeres no respetan si el hombre que les interesa está casado o tiene pareja. Por el contrario, si se rompe un vínculo y el tipo se va con ellas, es tremendo logro. Por otro lado, ellas no practican mucho la solidaridad entre mujeres: aquí entran los chismes y traiciones arteras, en las que la otra mujer no sólo puede perder al marido, sino quizás un trabajo o negocio. Son capaces de destruir a las rivales con intrigas y artimañas. Aquí entra la figura de mujer llamada "brincona" o "motolita".
"No tiene talento, pero echa pa'lante"
En ambientes donde llegué a hacer vida, vi mucho de eso. Mujeres que se prestaron activamente para meterse en relaciones ajenas y lograron su cometido. También en mi familia, por desgracia, muchas familiares perdieron sus matrimonios por situaciones similares. Incluso dentro del mundo del feminismo: vi de cerca varias compas que no se pararon en artículo para proceder con un tipo, sin importar si estuviera ocupado, o el malestar que le pudieran ocasionar a otra mujer por causa de su atracción. Una, que es bastante activa en la militancia feminista, tuvo éxito con un noviecito que tuve hace muchos años: ellos siguen juntos y felices (y la solidaridad femenina, al cuerno).
Hacerse responsables
Es importante estar claros en que cuando el amor llega así de esta manera, uno no tiene la culpa. Yo no tengo autoridad moral para señalar con el dedo, pues en el pasado cometí errores similares por haber estado en etapas de muy baja autoestima. A mí me tocó aprender la lección por haber causado daño, y quizás esos errores me han servido para analizar estos casos con cabeza fría y distancia.
Pongámonos antropológicos: vivimos en una sociedad machista, misógina y heteropatriarcal, en la que la mujer sigue sin valer nada pese a todos los esfuerzos sociales para que las niñas y mujeres seamos tratadas con respeto y consideración.
En una sociedad tan machista, el asunto de la validación masculina en la mujer genera cierto estatus. Cuando a una mujer la aprueban por "bonita", se siente importante. De la misma manera, que una mujer desarrolle una relación de pareja la pone en alza en el mercado social. Eso nos lleva a deducir que este proceder es la consecuencia de un sistema enfermo. Muchas aprendieron que su valía personal dependía de la aprobación del otro: normalmente de un tipo o varios. Así como el malandro es una víctima del sistema capitalista, estas mujeres también son el resultado de una presión social en la que la valía personal no es más importante que coronar un tipo (y si lo tumba, mejor).
Es cierto que mientras exista oferta, habrá demanda. Pero es importante que nosotras mismas, como mujeres, nos detengamos por un momento a pensar en el peso de nuestras acciones. Mientras la aprobación masculina sea más importante que el daño que podamos ocasionar, seguirán existiendo mujeres con muy baja autoestima haciendo daño porai. Es posible que sea difícil a veces, pero hagamos las cosas bien: por la tranquilidad de otros y por la dignidad propia. No le hagamos a nuestras congéneres, lo que no quisiéramos que nos hagan a nosotras.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta