14/01/25. Hoy vamos a trabajar con un tema del extraordinario compositor boricua Pedro Flores Córdova, “Celos”, un bolero-canción que hace propicio el momento para detenernos en algunas reflexiones, sobre esa pasión inútil.
De las emociones naturales universales, los celos son de las más antiguas. Me gusta la definición que aporta la Clínica López Ibor de Madrid: “Los celos son un conjunto de emociones y pensamientos que surgen cuando una persona percibe una amenaza real o imaginaria de perder algo valioso, como la atención, el afecto o la fidelidad de su pareja”. En la juventud proliferan como mariposas y se sufre mucho por eso, pero ya con los años van perdiendo intensidad hasta que se secan. O mutan hasta diluirse en la sabia sentencia, “La prefiero compartida”.
Pasados mis 30, escribí un artículo titulado “El que no cela no quiere”, en el que torpemente equiparaba el amor con la celotipia, en una manifestación machista e inmadura, ya pasado de 60, uno termina de entender que nadie es dueño de nadie, así muchas canciones digan lo contrario. El bolero de Don Pedro Flores va en la onda de mi artículo treintón: “Sí, tengo celos de ti/ Yo tengo celos de ti/ Porque te quiero”… y sigue: “Sí, tengo celos de ti/ Porque negarlo/ Si es que te quiero/ Negarlo al mundo/ Sería negar que tengo/ Un corazón…” y en los coros: “Sí, yo tengo celos de ti/ Yo tengo celos de ti/ Porque te quiero”… para cerrar en ese tono halagador: “No hay un ser que no te admire/ Que no te quiera/ Que no te delire/ Ni hay un hombre que te mire/ Y que no sienta/ Amor por ti/ Negarlo al mundo/ Sería/ Negar que tengo/ Un corazón”.
Otro bolero de Flores, no precisamente de celos, pero si la obsesión como consecuencia, pero con piquete de cariño y dulzura: Es precisamente Obsesión: “amor es el pan de la vida/ amor es la copa divina/ amor es un algo sin nombre/ que obsesiona al hombre por una mujer… Yo estoy obsesionado contigo/ el mundo es testigo/ de mi frenesí/ por más que se oponga el destino serás para mí, ay para mí”.
La idea de la posesión es lo que nos pierde, le decía el protagonista de alguna película de la juventud, a su novia, y ese instinto de posesión afectiva es lo que intoxica las relaciones. Otro de los boleros de celos, es del otro gran compositor boricua, El Jibarito Rafael Hernández Marín, Malditos Celos cantado por José Luis Moneró con Rafael Muñoz y su Orquesta, cuyo hilo conductor, estribillo o frase célebre para cuando nos sentimos rodeados por una mujer celosa, que no es otra que: “Celos, malditos celos ¿por qué te matan si no hay razón?”… “Sin embargo, a pesar de lo rudo que pudiera parecer el título, Rafael Hernández aborda el tema desde la ternura del amor: “Ven, amorcito lindo/ Mi adoración/ Cuéntame qué te pasa/ Mi dulce amor”, y luego: “Dios sabe que te quiero/ Que es solo tuyo mi corazón/ La pena me mata/ Porque sufres por mi querer/ Amor de mi alma/ ¿Di por qué tanto padecer?”. Así cualquiera se derrite y perdona, hombre o mujer, según sea el caso, y nadie podrá resistirse ante tan inteligente manera de capear el temporal de la celotipia, que nos ofrece en bandeja de plata El Jibarito Hernández Marín.