20/02/25.- Sin ser apologetas del desastre, pues al final la inercia que todo lo abarca siempre nos consuela con otra oportunidad, no parece justo que el meteorito caiga en Venezuela. Su sola amenaza es una afrenta.
¿No tuvimos suficiente con la absurda e inesperada partida de Chávez? Una herida que todavía nos despecha y nos plantea la irremediable confirmación de que los caprichos del destino entierran cuando quieren una puñalada punzante sobre nuestra alebrestada humanidad.
Justo cuando remontamos la cuesta de los días más difíciles... la NASA viene y nos lanza una revelación que no veíamos venir: el asteroide 2024 YR4 se acerca a nosotros con la inmensa probabilidad de impactar sobre el planeta Tierra.
¿No bastó con la pandemia, las sanciones económicas contra Venezuela, dos veces Trump, Bad Bunny, Guaidó, María Corina y la Usaid?¿No bastaron las guarimbas, las trece nominaciones a los Óscar de Emilia Pérez, la desaparición de las sardinas y las lentejas?
Quien sospeche que Dios es un tipo mala gente, ensañado en contra de un país tierno e irreverente al centro del continente americano, puede que tenga razón. Podría decirse incluso, como dicen en mi pueblo, que “esto es una vaina echá”.
Justo cuando remontamos la cuesta de los días más difíciles y la alegría decembrina todavía reposa sobre nuestros instintos, la NASA viene y nos lanza una revelación que no veíamos venir: el asteroide 2024 YR4 se acerca a nosotros con la inmensa probabilidad de impactar sobre el planeta Tierra. Pero ni siquiera va a caer sobre la sede de Fuerza Vecinal en Miami o encima de la villa de Leopoldo López en el exclusivo barrio de Salamanca en Madrid, sino que va a chocar justo aquí, en este epicentro geográfico y emocional llamado Venezuela.
Las mediciones, que en muchos casos pueden ser engañosas, indican que la probabilidad de choque contra el planeta es de 1 en 53, en un radio sudamericano que incluye a Colombia y Ecuador.
Lo que más nos angustia no es que choque y destruya, como nos ha enseñado todo el cine de ciencia ficción que hemos sido capaces de consumir a través de esa factoría de ilusiones y desengaños llamada Hollywood, sino que la fecha prevista para que este evento catastrófico ocurra está a la vuelta de la esquina, específicamente el 22 de diciembre del año 2032, cuando alcanzaremos la “mayoría” de edad que nos permitiría ingresar por la puerta grande al grupo etario de los sugar daddy.
En No mires arriba (Don't Look Up), la genial película de 2021 de Adam McKay, aprendimos también que estos sucesos pueden llegar al nivel de “extinción”, una posibilidad que no se reduce a la desaparición sólo de un fragmento de la población sino a toda la especie, como sucedió hace millones de años cuando un fenómeno parecido borró de la faz de la tierra a los dinosaurios.
En realidad, nuestro mayor temor es que este final sobrevenido que podría llevarnos a la desaparición, no nos permitirá saber si también liquidará a los adecos. Y eso me espeluca.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta