26/02/25. A partir del bolero Mujer que comentamos la semana pasada, pensé ampliar el panorama y puntualizar que las mujeres fueron para Agustín Lara, más allá de las inspiraciones, una suerte de tótem mágico y romántico, una deidad amorosa punteada por la gran diva de México, la sin par María Félix. Sin dejar de recordar nunca a su ejército de meretrices, casi con ternura, como le contaba a su amigo Ricardo Garibay: “Todo era tan bello, tan sublime. Aquellas mujeres con sus mejillas de coloretes, sus ojos y sus lunares pintados con hueso de mamey, y su boca de corazón. Aquellas muchachas frescas, trascendiendo a jabón de olor, arregladas cual debe, con sus faldas negras, su fleco, sentadas todas en la sala grande, esperando a los clientes”.
...más que estar enamorado de una mujer u otra, su compromiso era con el sentimiento. Para él, un día el amor se puede llamar Angelina y otra María...
En su crónica Agustín Lara: El amor en carne viva, Gladys Palmera reseña que Pedro Vargas contaba que Agustín Lara fue un enamorado de María Félix desde mucho antes de que se llegaran a conocer. Vivieron un romance a base de canciones. “Yo iba a cantarle a ella las canciones de Agustín y él me acompañaba al piano. Ella nos escuchaba fumando”. María Bonita se estrenó bajo el balcón de María Félix, a sus pies, en una casa de la colonia Polanco. “Fuimos en un camión con un pianito que tocó mi compadre y cuatro violinistas. Así nació María Bonita”.
Pero Agustín era un travieso romántico, una especie de delincuente sentimental, en el mejor sentido de la palabra, ya hemos contado que tuvo una amante Raquel en Coyoacán, estando casado con la Félix, pero el brollo mayor, es que la legendaria canción María Bonita, en realidad un vals, habría sido dedicado a otra mujer llamada Estrellita y Agustín la habría versionado para reconciliarse con “La Doña” en una de sus múltiples querellas sentimentales.
María de los Ángeles Félix Güereña, su nombre real, también era tremenda y avispada, no podemos imaginar que esa historia haya sido cierta, por lo que a las crónicas me remito: “Lo que no supo nunca fue el cuento de Estrellita, aunque a lo mejor sí, porque el rumor se conoció poco antes de morir. Lara conoció a Estrellita, que era por cierto una mujer casada, en un cabaret de la costa de Acapulco. Al fragor de la conquista “una noche, en uno de los más famosos hoteles en Acapulco, la Gran Suite, Lara preparó una velada romántica para conseguir los favores de su amor, y según los trabajadores que subieron el piano a la suite del piso 9, ahí se cantó por primera vez María Bonita. Lara y 'Estrellita' fueron amantes en secreto, por un tiempo”, sin embargo, “Jesús Blancornelas menciona que sólo las primeras dos estrofas de la canción fueron dedicadas a 'Estrellita', y que el resto lo compuso con su 'ingenio travieso' para reconquistar a su amada María”. Esta historia la cuenta Lilach en artículo.org, tal como lo publicamos en mi nota sobre María Bonita, hace algún tiempo.
Para Lara, contaba Garibay, “el cuerpo de las mujeres –creo que nunca se dirige a su espíritu– era una geografía tan inagotable como misteriosa, y la urgencia carnal era la única vocación considerable”. Pero Agustín Lara no conoció únicamente diosas y sábanas de seda, gran parte de su experiencia en el amor y el placer se la proporcionaron las mujeres dedicadas a la prostitución, –como ya lo hemos dicho reiteradamente–, con las cuales convivió mientras trabajaba, durante sus primeros años, en las casas de citas y burdeles como pianista. Pável Granados asevera que fue gracias a ellas que Lara dejó atrás la timidez y aprendió a tratar a una mujer. A cambio, Agustín Lara siempre las adoró y dignificó en varias de sus canciones como Aventurera y nunca dejó de expresar su postura de limpiar la prostitución de prejuicios denigrantes y fatalidades, y verla como un empleo recurrente. Complementariamente, Lara exploró todas las posibilidades en cuanto a sus amores sin hacer ningún tipo de discriminación, aspecto primordial en sus composiciones.
En su artículo, Agustín Lara amó a las mujeres y las letras, Jacqueline Ramos y Javier Vieyra sentencian en la revista Siempre!: “Teniendo al amor y las mujeres siempre como temática de sus creaciones, Agustín Lara realizó las más bellas joyas sonoras del siglo XX y su obra expone figuras literarias de una portentosa genialidad. Paralelamente, alrededor de su personalidad, se fraguó un mito respecto a su carácter, su inspiración, sus relaciones y su vida. Pável Granados, un escritor y estudioso apasionado de 'el Flaco de Oro', conversó en exclusiva con Siempre!, publicación en la que Lara fue un asiduo colaborador, acerca de estos aspectos poco conocidos de un personaje al que comenzó a conocer casi de manera inconsciente, cuando realizó su labor de investigación sobre la música mexicana… Sólo alguien enamorado pudo escribir en una pieza como Cada noche un amor «sigo de cerca tus pasos aunque tú no quieras». Pero, más que estar enamorado de una mujer u otra, su compromiso era con el sentimiento. Para él, un día el amor se puede llamar Angelina y otra María; tiene, digamos, esa faceta intercambiable a través de las mujeres, sin que su concepto se altere”.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ