28/11/25. Aparte de Ay Mama Inés y Las perlas de tu boca, hay otras canciones de Grenet, que merecen reseñarse por su importancia musical. La Mora, por ejemplo, es una de ellas, o mejor dicho es un danzón que popularizado por Barbarito Diez, ha sido interpretado en versiones, cual mejor que la otra, por Acerina, Pablo Milanés con Alejandro Falcon al piano, Pedrito Calvo con su orquesta La Nueva Justicia, Orlando Contreras con la Orquesta de Neno González, Fajardo y sus estrellas, Homenaje al danzón, del álbum Como Nueva York No Hay, La Mora, interpretado por la Orquesta Broadway, en ritmo de Charanga, entre muchas otras, hasta la versión salseada con toque de cante jondo, de Rubén Blades en el disco Metiendo mano de 1977.
“Eliseo Grenet símbolo de cubanía”... apostó por la fusión de tradiciones criollas con influencias emergentes del jazz y la música popular internacional... Si pareciera poco, tengamos presente su vinculación con la poesía de Nicolás Guillén, de quien musicalizó Negro bembón y Sóngoro cosongo...
Cuenta Tomás Alfonso Cadalzo Ruiz en “Eliseo Grenet símbolo de cubanía” que: “En el ambiente de la primera mitad del siglo XX, géneros como el son, el bolero y el tango-congo se alzaban definidores de la identidad sonora de la mayor de las Antillas, y en medio de esa realidad Grenet apostó por la fusión de tradiciones criollas con influencias emergentes del jazz y la música popular internacional. En 1925 fundó su propia orquesta jazz band, con la que deslumbró en el Montmartre y el Jockey Club. Su obra fue más allá de los escenarios nocturnos, pues también incursionó en el cine y revistas musicales, para contribuir a la expansión de la música cubana más allá de las fronteras insulares”.
Si pareciera poco, tengamos presente su vinculación con la poesía de Nicolás Guillén, de quien musicalizó Negro bembón y Sóngoro cosongo, prototipos de una cubanía consumada. Llegó al revelador poemario por sugerencia de su hermano Emilio, que había sentido ante las potencialidades rítmicas de la creación guilleniana, como lo prueban las versiones de Vito Manué y Tú no sabe inglé, divinamente interpretadas por el gran Bola de Nieve. Eliseo musicalizó Negro bembón y, definitivamente seducido por la renovadora poética del joven bardo, sumó a su catálogo Sóngoro cosongo, tras su publicación en 1931.
De Guillén y Grenet me encanta Papá Montero, recuerdo que mi amigo poeta Alvarito Montero, me subvencionaba en un Congreso literario en República Dominicana, yo había llegado de Europa, donde fui por diez días y me quedé tres meses. Cuando llegué, le di todo lo que recogí de cheques de los trabajos que me habían botado a mi esposa Dilcia, para que pagara las deudas, así que a los días surgió el viaje a Santo Domingo, y me fui con diez dólares que me dio mi hermano amigo Luis Pimentel, pero se gastaron en el impuesto de entrada, que eran siete dólares, y los otros tres se los di al poeta Orlando Pichardo, para que completara el suyo, porque andábamos en las mismas. El cuento es que yo le decía Papá Montero cada vez que le pedía dinero para cervezas o hasta crema dental que no tenía. Yo cargaba dos entrevistas inéditas que había hecho en el festival de cine Cannes 83, a García Marquez y Carlos Saura, cuando estrenaron La Eréndira y Carmen, y en la mañana me fui al periódico, las vendí en trescientos dólares, y al llegar a la residencia de profesores de postgrado, donde nos alojaron, puse en la mesa el dinero y les dije: “Ahora me van a tener que llamar Papá Humberto”. Jajaja.
¿Quién fue Papá Montero?
Según la crónica de Santa Clara ACN, Papá Montero, fue un personaje mítico que sirvió de inspiración a poetas, músicos, cineastas, dramaturgos y pintores pudo haber vivido en Isabela de Sagua, singular poblado costero del centro norte de Cuba, a principios del siglo XX. Según el relato popular este hombre era un gran rumbero, conocido también en Sagua la Grande por su carácter alegre y dispuesto para la fiesta, aún en una avanzada edad, por lo cual se caracteriza con su cabeza cana. La tradición oral sobre la existencia del referido personaje, recoge que fue asesinado en un Carnaval, velorio convertido en un festival de música afrocubana, a lo que aprovechó la esposa insatisfecha con su vida festiva para decir el estribillo “A velar a Papá Montero, ¡zumba! Canalla rumbero”.
El protagonista de esta historia dio lugar a muchas leyendas y a la conocida música de Eliseo Grenet, donde las palabras de la cónyuge ofendida con la mencionada frase, se convirtió en repetición en la famosa melodía.
El velorio de Papá Montero, poesía de Nicolás Guillén, expresa: ”Bebedor de trago largo/garguero de hoja de lata/ en mar de ron barco suelo/ jinete de la cumbancha:/ ¡ qué vas a hacer con la noche,/ si ya no podrás tomártela,/ ni qué vena te dará la sangre que te hace falta,/si se te fue por el caño/ negro de las puñaladas.
Verdad o fantasía, historia o leyenda, el villano Papá Montero integra por derecho propio la mítica cultural cubana, incluida la literaria, por su sobresaliente protagonismo en la composición de Eliseo Grenet y en el poema de Nicolás Guillén, obras ambas dedicadas a quien se dice que fue inquieto sagüero y canalla rumbero.

POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancorui