04/04/2023 Para el filósofo católico Santo Tomás de Aquino: “Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados”. En torno a la religión católica existen muchos simbolismos y arraigadas creencias que se han ido repitiendo a través de generaciones de loros.
Se pudiera decir que la Semana Santa termina siendo una estafa si miráramos por un huequito el obrar de muchos de sus fieles creyentes, pero en esta sociedad en donde el culto al maestro Jesucristo sigue tan latente, la doble moral impone que en apariencia todos nos alejamos del pecado persiguiendo la virtud, aunque esto sea más falso que el embarque que nos han echado los extraterrestres.
Los pecados capitales son para el catolicismo ese conjunto de conductas generadas por un antivalor y que son persistentes gracias al susurro del diablo en tu oído. Se manifiestan en las acciones de la cruel humanidad. Aunque tienen referencias previas al nacimiento del hijo de Dios, son un mecanismo aleccionador para todo aquel que se quiera salir del carril.
Es Semana Santa en Venezuela, y una numerosa familia se sienta a almorzar un hervido de pescado, porque en esa casa durante estas fechas ni pensar en comer carne, eso no es de buenos cristianos. En un diálogo de conversaciones cruzadas, la hija adolescente no presta atención a sus familiares y con actitud soberbia está atrapada en una sesión de selfies para validar su belleza de filtro a punta de likes, el tío tacaño se presentó al almuerzo y compró cuatro canillas, porque le duele el bolsillo en gastar para otro que no sea para sí mismo, el avaro exclama: “Total, medio pan para cada uno y perro a cagar”, el hijo que llevó a su novia tiene las manos inquietas debajo de la mesa y sin nervio alguno comienza a manosear con lujuria el muslo de la muchacha, ya que nadie los está mirando.
La tía tiene envidia de su hermana, por tener allí a sus hijos reunidos, los suyos se fueron del país y no los tiene cerca, ella siente que la abandonaron y compara su vida con el calor familiar del momento que transcurre entre risas y olor a hervido de pescado. El padre molesto pega un grito de ira al otro hijo que llegó rascado el dia anterior, y por pereza y ratón, no baja a compartir. La mamá con todos ya sentados en la mesa inicia la oración: “Unos quieren y no pueden, otros tienen y no quieren, nosotros que tenemos y podemos, le damos gracias a Dios por estos ricos alimentos, sagrada comida, divino sustento. ¿Qué haces afuera que no estás adentro?".
Cuarenta y cinco minutos después todos están a barriga llena -varios platos de hervido- y callados por la deliciosa comida. La madre pregunta: ¿quién quiere un pedacito de torta?. Aunque nadie puede morder un bocado más todos por gula responden. Estamos llenos, pero dános un pedacito.
Una semana en el calendario que nos invita a reflexionar sobre nuestro accionar, pero la introspección necesaria para pulirnos en virtud, debería ser un trabajo de tiempo completo.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ