12/01/24. Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y mujeres de todas las épocas se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor quizá signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.
Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir con las adecuadas.
Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.
Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: “Semilla”, Ángela, para atizarlo, responde: “Surco”. Él dice: “Alud”, y ella, tiernamente: “Abismo”.
Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.
Ángel dice: “Madero”. Y Ángela: “Caverna”.
Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor.
Él dice: “Manantial”. Y ella: “Cuenca”.
Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.
Ángel dice: “Estoque”, y Ángela, radiante: “Herida”. Él dice: “Tañido”, y ella: “Rebato”.
Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo.
De: Despistes y franquezas (1989).
Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009)
Poeta y autor uruguayo, integrante de la conocida como Generación del 45. Desarrolló varios géneros literarios, desde el teatro al ensayo, si bien es conocido sobre todo por su poesía. De su copiosa obra habría que destacar títulos como La tregua (1960) y Gracias por el fuego (1965), entre sus novelas más conocidas, aunque es en la poesía con Poemas de otros (1974), Inventario uno (1963), Testigo de uno mismo (2008) y Viento del exilio (1981), entre muchos otros, donde se encuentra su producción más conocida. Recibió numerosos galardones, entre los que destacan el Premio Jristo Botev, de Bulgaria (1986); el Premio Llama de Oro, de Amnistía Internacional (1987); la Medalla Haydeé Santamaría, de Cuba (1989); el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1999) y la Condecoración Francisco de Miranda, de Venezuela (2007).
ILUSTRACIÓN: MAIGUALIDA ESPINOZA COTTY