18/01/24. Lo que ya parecía un torneo para ver cuál fue el primer bolero mexicano, después de cuatro o cinco competidores aupados por apasionados cronistas, llegó la hora de Agustín Lara que venía con el siglo, pues finalmente se concertó que nació en 1900. A su llegada a la península de Yucatán, el bolero se suaviza al ponerse en contacto con las canciones de los trovadores yucatecos, los que estaban muy asociados con la poesía romántica, y por las biográficas peripecias de Agustín, muy pronto iba a cambiar la tonalidad de las composiciones, de ensoñaciones poéticas a cantos inspirados en lo más florido del maravilloso ramillete de sus prostitutas. Aventurera, Pecadora, Te vendes, Una cualquiera… (“Frente a la bondad literaria de la trova yucateca, que ensalza a la mujer, se levanta Agustín Lara para quien amar es odiar un poco”).
Ya en el Homenaje sonoro que le rinde el IMER (Instituto Mexicano de la Radio) encontramos: “Desde pequeño ya mostraba habilidad para tocar el piano, y a los trece años, tuvo la oportunidad de trabajar como pianista, en El Club de Señoras, un sitio de disipación noctámbula que lo marcaría de por vida. Y ya es leyenda que, aunque su padre el doctor Joaquín Lara, le aplicara encierros y castigos durante toda la vida, él jamás dejaría ni el piano ni los centros nocturnos”. Y para colmo su severo padre lo envió a una escuela militar, donde ocurren experiencias prostibularias durante los permisos de fines de semana.
Lo interesante es que el gusto de Lara por el bolero Nunca del poeta Ricardo López Méndez, cantado por Guty Cárdenas, inspiró al “Flaco de oro” en sus andanzas por la putería y saltó la gata desde la batea. En el artículo Un siglo del bolero en Bellas Artes de Roberto Ponce en la revista mexicana Proceso, encontramos: “Algunos años después, en la ciudad de Mérida, Guty Cárdenas le pide al vate Ricardo López Méndez que le escriba una letra de amor imposible, para llevarla de serenata a la señorita Enna Ponce Alcalá, que se iba a estudiar al extranjero. López Méndez lo complace y así nace el bolero Nunca, que Guty, a sugerencia de Tata Nacho, trae a la ciudad de México para participar en el concurso “La fiesta de la canción” en el teatro Lírico, con la que obtiene el segundo premio del certamen. La popularidad de Nunca impacta tanto al compositor Agustín Lara, -según sus propias palabras-, que lo motiva a componer el bolero Imposible, en 1928. Aunque hay referencias que la primera canción que registró a su nombre fue La prisionera, la cual compuso en 1926. Pero no se dio a conocer hasta 1929.
“A decir de especialistas, como Sergio Sinay, el bolero comienza a difundirse en espacios de transgresión urbana como eran los centros o clubes nocturnos, en donde incluso se ejercía el lenocinio. Se afirma que cuando un joven pianista escuchó la canción Nunca, -uno de los primeros boleros románticos de la época- del compositor Guty Cárdenas, (ojo que era del poeta Ricardo López): “Algo empezó a gestarse en [su] generoso epicentro creativo… Una canción que, cuando estuvo concluida, comenzaba con unos versos que decían: 'Yo sé que es imposible / que me quieras'. Se tituló Imposible y fue el primer bolero del más grande compositor que el género iba a concebir en toda su historia: Agustín Lara”.
Pero es aquí donde comienza el brollo, el fulano bolero surgió a partir de la cortada en su mejilla producto de la agresión de la prostituta Estrella que se había enamorado de él, y todo ocurrió al fragor de un ataque de celos. ¡El propio botellazo de puta, pues!, así la investigadora Guadalupe Loaeza insiste en que la meretriz habría utilizado una navaja de barbero. Pero dejemos que sea el propio Agustín que cuente su historia, aunque persista la duda: “En el año 1927 ya estaba tocando en un cabaret en la Santa María la Redonda en la ciudad de México. Era un lugar de aspecto triste, en el que se bailaba a media luz y entraban chulos y prostitutas. Allí trabajaba una muchacha que me dijo que se llamaba Estrella y en verdad que fue mala estrella para mí, porque, llevada por los celos, una noche, me cortó la cara con una navaja o con una botella rota…”.
“Una cicatriz en el rostro, -cuentan los cronistas-, fue la marca que terminó por derrumbar el ego de Agustín Lara durante su juventud. Si bien siempre se sintió feo, la marca que le hizo en el rostro una de las mujeres con las que trabajaba en un burdel fue motivo de una amplia depresión por la que 'El músico poeta' pasó durante varios años”. Una vieja entrevista que le hizo “El Bachiller” Álvaro Gálvez y Fuentes, destaca el sentimiento de inferioridad que tenía el músico, quien aseguraba que incluso la gran capacidad que tenía para mover sus dedos sobre el teclado era una paga que le había dado el destino a cambio de no hacer lo apuesto, o siquiera normal a los ojos de los demás. "Sentí algo que no era mío, algo que quizá Dios me dejaba a cambio de mi fealdad".
Angelina Bruschetta, -a quien dedicó la canción Mujer-, una viuda de veintidós años de edad, era la dueña de una cafetería en la que era necesario un pianista. Como sugerencia de un amigo, el compositor, quien entonces era menor de edad por unos meses, se presentó para el trabajo. Desde los primeros días tocando en el recinto comenzó a enamorarse de su jefa. Lara se casó por primera vez con Angelina Bruscheta, el 19 de octubre de 1928. Un dato simpático y curioso en Agustín Lara, su vida y sus mujeres del correo de Oaxaca: “Mujer, según contaba su ex esposa Angelina Bruscheta, fue escrita una noche de Navidad en una caja de zapatos, porque no había papel y ante un piano alquilado que tuvieron que devolver”.
Angelina era hija de los dueños del “Cabaret Salambó”, lo que le permitió que destacase como pianista en aquel local y ahí conoció al tenor Juan Arvizu. Fue Arvizu quien primero descubrió el talento musical de Lara que, en 1929 se consagró definitivamente con su canción Imposible.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • 0424-2826098