22/03/24. La trata de personas es una realidad de la que, a pesar de lo cruda que es, pocos se atreven a hablar. Precisamente, porque más allá de lo que vemos en redes sociales y medios de comunicación, hay una red viscosa de gente, generalmente poderosa, metida en el tráfico de mujeres y niñas.
El cine es una de esas plataformas que ha tendido un velo sobre este tema, y tratarlo significa meterse con ciertos poderes. Sobre todo, si nos referimos a la industria hollywoodense, una esfera embarrada hasta el fondo. Ya lo revelaron, incluso, en Estados Unidos con la desclasificación de documentos sobre la famosa isla del pedófilo multimillonario Jeffrey Epstein que murió en una cárcel estadounidense, presuntamente, de un paro respiratorio. ¿Quién sabe? Pero ese es otro tema y tiene mucha tela que cortar.
El detalle aquí es que la prostitución forzada es una situación oculta por las esferas poderosas, porque están metidas en ello tan profundamente, que intimidan en grandes escenarios como la industria cinematográfica. Ya vimos el boicot contra Sonidos de libertad.
El cine venezolano se atrevió a tocar este tema para concienciar sobre la situación que sufren las mujeres alrededor del mundo, usadas como objetos para complacer a hombres de esas esferas poderosas que financian esta realidad dolorosa.
Bajo el guion de Francisco Villarroel y Carlos Tabares, Tango Bar, estrenada intencionalmente el 7 de marzo, un día antes de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es un filme que aborda la realidad a la que se enfrentan las féminas de nuestra región. Sobre todo, aquellas que son más vulnerables en la sociedad consumista y machista de América Latina. Además, está basada en la novela homónima de Villarroel, quien además actúa en la película como Edmundo, que coprotagoniza esta historia.
La cinta dirigida y sentida por una mujer: Gibelys Coronado, recibió el galardón como Mejor Película Internacional en el Rajasthan International Film Festival (Riff). En ella, Cornado retrató a esa sociedad cuyas raíces en un sistema machista ve a la mujer como un producto al que pueden traficar para hacer uso de su cuerpo contra su voluntad. De allí su atmósfera oscura y opresiva, que refleja el sufrimiento y la desesperación de las víctimas.
El uso de escenas explícitas contribuye a crear un impacto visual fuerte en el espectador, sumergiéndolo en la dura realidad de su protagonista, María, y de las demás mujeres que hacen vida en Tango Bar.
La película muestra el proceso, la mentira, el miedo, el terror, la decepción, el sufrimiento y la transformación de la joven protagonista personificada por América Zerpa, que llegó al antro luego de que le ofrecieran ser modelo, una profesión con la que ella soñaba. Sin embargo, todo su mundo se cae cuando le informan que deberá prostituirse.
Vemos el giro hacia la oscuridad en la vida de María, que de ser una joven ilusionada con un nuevo trabajo en el extranjero, pasa a ser una mujer forzada a adoptar una nueva identidad para sobrevivir.
La dirección de Coronado logra capturar la intensidad emocional de la historia, mostrando el conflicto interno de la protagonista y sus compañeras, así como la lucha por mantener su humanidad en un entorno lleno de violencia y explotación.
La actuación de cada uno de los involucrados en esta historia, es fundamental para transmitir la complejidad de los personajes y sus emociones. Desde Rubén (Ramón Roa), el dueño del antro Tango Bar, que caracteriza a un hombre violento que hace negocios con el cuerpo de las mujeres a las que esclaviza; su guardaespaldas, Jairo (Homero Díaz); Edmundo (Francisco Villarroel) con quien María compartirá la desdicha y vivirá el amor, así como el resto de mujeres esclavizadas que cuentan sus propias historias en un entorno sombrío en el que conviven y transitan el camino para conseguir lo más anhelado, que es la libertad y la justicia.
Tango Bar busca generar conciencia en la sociedad sobre la brutalidad de la trata de personas y la importancia de luchar contra esta forma de esclavitud moderna. A través de la historia de María y las demás mujeres del bar, se pone en evidencia la vulnerabilidad de las mujeres frente a este tipo de crimen y nos invita a reflexionar: ¿Con qué herramientas contamos para hacer frente a estas prácticas?
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com