Capítulo I: La resignación
04/04/24. María Romualda prepara su guarapo de esencias de la tarde, para pasar suavecito el soponcio de la menopausia. Se sienta a agarrar sereno, y así, contempla en silencio, la barriga del amor de su vida, Camilo Primero. Suspira y piensa, "Camilo es un güevón".
Camilo se esmera con frenesí a crear de nuevo el invento de su vida: la patente con la que esta vez sí, y por enésima vez sacará a la familia de la pobreza, y así podrá pagar la cuenta del condominio, comprará queso pecorino, y pagará la inscripción de los muchachos del colegio ese privado que les aceptó el ingreso luego de largas lloronas y sollozos para que no los dejaran sin cupo, por allá por los lados de la esquina el Muerto.
Capítulo II: El idilio
Todo comenzó treinta años atras, en la plaza Bolívar. Eran las fiestas de Carnaval, y por primera vez dejaban salir a María Romualda con sus primas. Se disfrazaron de negritas. Con ese disfraz, María se sentía libre libre al fin de ser ella misma. Coqueteaba con todos los tipos, se dejaba meter mano y se besaba con Raimundo y toermundo...
Camilo Primero trabajaba en el sellado del 5 y 6 de aquel bar, restaurante, arepera 24 horas con ambiente familiar. Vivía alquilado en una pensión de San Agustín y vivía al día. Quería estudiar Economía en la Universidad Central de Venezuela y sólo contaba consigo mismo. Ese domingo de Carnaval, pidió la tarde libre para despejar la mente. Se fue caminando hasta la plaza Bolívar para ver los disfraces y los niños, cuando de pronto, un cuerpo de diabla con la cara cubierta empezó a menearle las caderas con devoción. Camilo se supo perdido desde entonces.
Capítulo III: Sueños de libertad
Tres muchachos y un alquiler en La Pastora después, María Romualda y Camilo Primero escriben juntos su historia. María Romualda sacó su bachillerato. Camilo Primero se encarga de criar a los muchachos: Anaís Nin, Nicola Tesla y Can Serbero. Los vástagos del matrimonio Pacheco - González crecen bajo los cariños y arrumacos de un par de locos que juntaron sus soledades para salir adelante en medio de penurias, pequeñas alegrías cotidianas y la ilusión de que sus muchachos sean felices y libres, como sus padres no pudieron serlo por un sistema de mierda, que les exigía ser decentes y gente de bien.
Capítulo final: El amor salva
María Romualda se seca las lágrimas y se recrimina a sí misma. Ese "huevón" es tu compañero, gafa. Ha estado contigo en todas tus locuras, y te sigue queriendo vieja, gorda y formapeos. Contempla en silencio a Camilo Primero, quien está creando un robot que le regalará una rosa el día de los enamorados. Le sirve otra taza de guarapo de esencias al amor de su vida, y le da un beso en la frente. "Lo logramos viejo", le dice María Romualda. Camilo Primero se emociona ante las palabras de su mujer, y simplemente suspira.
Así es el amor.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta