06/06/24.
Había una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo de la resortera despertaba tanta envidia y admiración en sus amigos de la vecindad y de la escuela, que veían en él –y así lo comentaban entre ellos cuando sus padres no podían escucharlos– un nuevo David.
Pasó el tiempo.
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba disparando sus guijarros contra latas vacías o pedazos de botella, David descubrió que era mucho más divertido, ejercer contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo que de ahí en adelante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance, en especial contra Pardillos, Alondras, Ruiseñores y Jilgueros, cuyos cuerpecitos sangrantes caían suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado aún por el susto y la violencia de la pedrada.
David corría jubiloso hacia ellos y los enterraba cristianamente.
Cuando los padres de David se enteraron de esta costumbre de su buen hijo se alarmaron mucho, le dijeron que qué era aquello, y afearon su conducta en términos tan ásperos y convincentes que, con lágrimas en los ojos, él reconoció su culpa, se arrepintió sincero y durante mucho tiempo se aplicó a disparar exclusivamente sobre los otros niños.
Dedicado años después a la milicia, en la Segunda Guerra Mundial David fue ascendido a general y condecorado con las cruces más altas por matar él solo a treinta y seis hombres, y más tarde degradado y fusilado por dejar escapar con vida una Paloma mensajera del enemigo.
Augusto Monterroso Bonilla (Tegucigalpa, 1921- México, 2003).
Conocido como Tito Monterroso, fue un escritor hondureño, nacionalizado guatemalteco y exiliado en México. Es considerado uno de los maestros de la minificción y, de forma breve, abordó temáticas complejas y fascinantes con un magistral manejo de la parodia y el humor negro. Comenzó a publicar sus textos a partir de 1959, con la primera edición de su primer libro de cuentos: Obras completas y otros cuentos; luego publica su libro más reconocido La oveja negra y demás fábulas (1969), La palabra mágica y El grillo maestro (ambas en 1983) y Literatura y vida (2003). Obtuvo, entre otros reconocimientos, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (1996), el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (1997) y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2000).
ILUSTRACIÓN: MAIGUALIDA ESPINOZA COTTY