31/10/24,
La casita del guardagujas está junto a la línea férrea, al pie de una montaña tan empinada que solo algunos árboles especiales pueden escalonar a gatas, aferrándose con sus raíces afiladas, agarrándose a los terrones hasta llegar a la cumbre.
La casita de madera desvencijada a causa del estremecimiento constante y los fragores. La casita pequeña en un terraplén de veinte metros junto a tres líneas.
Allí vive el guardagujas con su mujer, contemplando pasar los trenes cargados de fantasmas que van de ciudad a ciudad. Cientos de trenes, trenes del norte al sur y trenes del sur al norte. Todos los días, todas las semanas, todo el año. Miles de trenes con millones de fantasmas, haciendo crujir los huesos de la montaña.
La mujer, como buena mujer, le ayuda a enhebrar los trenes por el justo camino.
La responsabilidad de tantas vidas satisfechas les ha puesto un gesto trágico en el rostro. Apenas si pueden sonreír cuando se quedan como suspendidos mirando a su pequeña, una criatura de tres años, graciosa, delicada, con gestos de flor y de paloma.
Pasan los trenes con el fragor de hierros y largos metales arrastrados de toda una ciudad que soltara sus amarras, de tantos fantasmas desencadenados y ebrios de libertad.
La hija del guardagujas juega entre los trenes de su montaña con una confianza aterradora. Ignora que los niños ricos de la ciudad se entretienen con unos trenes pequeñitos como ratones sobre rieles de lata. Ella posee los trenes más grandes del mundo… y ya empieza a mirarlos con desprecio.
Es un encanto de niñita. Viva, despreocupada, suelta como si no quisiera apegarse a nadie. Se diría que un tren la arrojó allí al pasar como por casualidad.
En cambio sus padres viven pendientes de ella, la contemplan, mientras todavía es tiempo, la miman, la adoran.
Ellos saben que un día la va a matar un tren.
De: Cuentos diminutos (1927)
Vicente Huidobro (Santiago de Chile, 1893 - Cartagena, Chile, 1948)
Poeta chileno fundador del creacionismo, movimiento poético vanguardista. Fue además uno de los impulsores de la poesía de vanguardia en América Latina. Generó un discurso estético rupturista que produjo textos fundamentales de su obra como la novela Mío Cid Campeador. Hazaña (1929) y los libros Altazor (1931) y Temblor de cielo (1931), en los que cristalizó su estética creacionista. En 1923 preparó el guión para la película Cagliostro, por la que recibió el premio otorgado por la League for Better Motion Pictures, en Nueva York. En 1925 publicaría un volumen de ensayos titulado Manifiestos. Ese mismo año volvió a Chile donde publicó el libro Vientos contrarios (1926) y participó activamente en política, fundó el periódico Acción. Diario de Purificación Nacional y llegó a presentarse como candidato a la Presidencia de la República. Durante la década de 1930 –de la mano de su actividad política, que lo llevó a afiliarse al Partido Comunista de Chile y a apoyar las causas republicanas española y antifascista–, desarrolló una estética que intentaba conciliar la autonomía de la obra literaria y la función social de la literatura, proponiendo un creacionismo de carácter antropológico y humanista.
ILUSTRACIÓN: CLEMENTINA CORTÉS