Respecto a la necesidad de acercarnos a los personajes, resalta, por ejemplo, desde el Bolívar protagonizado por Roque Valero…
04/04/24. L.A.: Algunos actores tienden a ponerse importantes, yo prefiero que busquen una soltura casi contemporánea, a esa vaina de bronce y mármol que no me interesa… Muchos testimonios sobre Bolívar dicen que él tenía un habla muy caraqueña, ¿Cómo saber cómo era ese hablar? Porque no se grababa, te crea esa duda, ¿Cómo era ese hablar caraqueño de Bolívar?… Con Roque tratamos de que fuera un actor, porque en todo caso cualquier personaje siempre es una interpretación, osea, no es Bolívar, ¿ves?
Hay otra película sobre Bolívar que la hace Edgar Ramírez, es una interpretación, yo creo que es válida… es una interpretación. Eso es lo que le permite, a los que les gusta el cine, darse cuenta que Anthony Hopkins, que ha hecho en el cine a Picasso, Nixon… Y no se parece a ninguno de ellos, y está muy bien… Nosotros queríamos que Bolívar fuera un buen actor, pero que además recordara que Bolívar no era un hombre alto, que era un hombre delgado, pero que era un hombre ágil, y Roque nos da ese Bolívar…
Yo recuerdo que los medios (de comunicación) decían que nosotros le habíamos puesto el bigote a Bolívar para que se pareciera a Maduro… Resulta que el único retrato de Bolívar en Jamaica, el único que es el que estaba en el viejo billete de quinientos bolívares, ¿Te acuerdas? Esa fue la cara que nosotros le escogimos, porque es la única retratada… Por cierto, en mis proyectos y en mis películas, trabaja gente de cualquier signo político, tanto en el elenco como en el equipo, no es que sea una película de un solo tubo político.
En la historia llevada al cine, es importante recrear los detalles…
L.A.: Si nos gusta la historia, nos gusta el pasado, lo épico, lo importante, pero a veces lo pequeñito… Qué comían, qué bebían, eso es parte de la historia. Yo recuerdo en Carabobo Caminos de libertad hay una escena en que De La Torre, el comandante español… Antes de la batalla de Carabobo, ambos ejércitos hicieron una especie de desayuno-almuerzo, eso es muy como de la etiqueta de la época… Comieron, bebieron vino, se veían, estaba el ejército español, aquí estaba el patriota, Bolívar estaba en el Cerro Buena Vista, y se sentaron a comer, su platería, sus copas de vino… Y yo puse a De La Torre a comerse una arepa, porque a De La Torre le gustaban las arepas, y De La Torre, de hecho, se casó con una venezolana, ya estaba casado en aquel momento con una venezolana… Y tiene un pequeño encuentro con Morales, un oficial español, isleño, de origen canario, que había sido pulpero, había sido bodeguero, y que se había criado en Venezuela, y sin embargo él no quería las arepas, y De La Torre sí, le dice: mira, tenemos que conectarnos con el país, entonces qué quiere De La Torrre, quiere que los venezolanos se plieguen nuevamente al rey, entonces él come su arepa, digamos, se nacionaliza, ese tipo de detalles, para mí, insisto, son parte del disfrute de hacer una película.
Sobre la importancia del cine en la investigación histórica
L.A.: Yo creo que el cine puede abrir líneas de investigación, porque puede correr riesgo que de repente tú estás haciendo un ensayo, un trabajo monográfico, y no puedes correr porque te meterías en una especie de especulación irresponsable, pero una película sí puede porque es ficción. Yo no sé si Oppenheimer, era exactamente como el Oppenheimer de la película, pero ahí hay una propuesta, en cualquier caso, y cuando tú escribes historia también estás haciendo una propuesta. Mira yo les propongo que les voy a contar sobre el 19 de abril… porque lo contrario sería creer que algún día va a haber un libro sobre el 19 de abril que es el definitivo. No hay historia definitiva, cada generación encuentra cosas nuevas, datos, hechos. Para el historiador del siglo XIX que unas mujeres murieran en Carabobo era irrelevante, porque las mujeres eran irrelevantes para el historiador, porque era una sociedad patriarcal, el mundo cambia, y en la medida en que cambia da otras miradas.
Si tú eres capaz de ver Oppenheimer y entender que te están proponiendo un Oppenheimer, que no es una obra cerrada, que es una obra abierta, que yo no sé si Einstein dijo exactamente lo que dice en la película… no lo sé, pero allí hay una proposición interesante, y los historiadores no le podemos dar la espalda al cine nunca, porque siempre va a existir el cine histórico, y siempre va a existir la novela histórica, y la mala historia hace mucho daño. En el caso de Venezuela a nosotros nos interesa mucho, ese es el oficio que escogimos, oye yo te voy a contar el cuento de nuestro pasado, para entender nuestro presente y construir un futuro, yo creo en eso, yo sigo creyendo en eso, que para eso es que hacemos historia, hay que divulgar esa historia, hay que compartirla con el gran público…
Sobre la necesidad de conectar con el gran público…
L.A.: Salserín era una película muy comercial… créanlo o no, como se imaginarán también, Salserín es de todas mis películas, la que mayor público tuvo, por cada cinco que fueron a ver Jericó hubo cien que fueron a ver Salserín… y lo mismo me ocurre con las telenovelas. Me dicen: ¿Por qué haces novela? yo siento que la telenovela es un género que hay que recuperar, que además es muy latinoamericano. Y resulta que esas telenovelas latinoamericanas y venezolanas se veían y algunas todavía se ven desde el Río Grande hasta la Patagonia, en Asia, mi esposa que trabajó también en Cristal, una novela donde estuvimos juntos, muy célebre en su momento, ella recibía cartas de Israel, de Palestina…
Hubo una novela, que eso fue célebre, con Coraima Torres, Kassandra, se llamaba, cuando vino el capítulo final de Kassandra, los bosnios y los serbios, llegaron a un acuerdo, pararon la guerra de los Balcanes, porque era el final de la novela, eso es verdad.
Ya que hablé de Coraima, me acordé también de esto, cuando ella visita Bangkok, llega al aeropuerto y le tenían como una especie de parihuela porque ella no podía tocar el piso, la llevaron como una diosa, yo nunca reniego de eso…
Ahora lo que estoy haciendo en este momento es una miniserie para televisión, de un hecho histórico… porque de alguna manera es comunicarte con el gran público, yo creo que eso es importante. Yo creo que esa labor divulgativa es fundamental, si a mí me dieran a escoger como realizador, entre el Taita Boves y Miranda, sí, Taita Boves es mucho más autoral, está mucho más cercana a lo que me gusta hacer como realizador, pero para mí también es importante Miranda, y cuando yo me encuentro gente que de repente me dice: Oye, qué bueno el Miranda chico, yo no sabía que Miranda había estado… esa es la idea, que tú veas cosas allí que no sabías, y que te sorprendan…
Sobre la importancia de considerar el imaginario colectivo en el relato histórico…
L.A.: Pepita Machado es un personaje olvidado de nuestra historia, cuando hablamos de las mujeres de Bolívar, podemos decir inmediatamente Manuelita, y Manuelita es un gran personaje, es extraordinario, pero Pepita la caraqueña era tremenda mujer, vale la pena contarla… Y hay gente que se te acerca y te dice: pero eso no puede ser verdad que Pepita agarrara una espada y peleara en el barco con espada en mano… Es que así la pinta Tito Salas, porque en el imaginario está contado que ella combatió, así lo dicen testigos de la época ¿Será verdad? De repente es otro invento de que peleó espada en mano, pero es parte de nuestro imaginario… y así la puse yo peleando espada, ¿Por qué no?... Yo sé y entiendo lo importante que es la investigación… cuando voy a hacer las películas disfruto ese proceso de investigación, pero la historia necesita que esa investigación trascienda no sólo al resto de los historiadores sino al gran público, yo respeto a los historiadores que escriben bien, que son emocionales…
Volviendo a los detalles…
L.A.: Muchas veces se cree que la historia es un problema memorístico, no, la historia es algo muy importante para comprender el mundo, y además en todos sus aspectos, a mí me gusta la historia toda, desde el ensayo que trata de desentrañar un proceso de las ideas, abigarrado, difícil de entender, y que alguien me cuente la historia de la sopa, todo eso me interesa, porque es parte de lo que somos… válido es Napoleón, como Petare, como la sopa…
Azú es nuestra antepasada…
L.A.: Azú tiene un epílogo que mucha gente me critica, donde yo veo a esta esclava del siglo XVIII, de 1700… la veo caminando por Caracas con una franela vinotinto… eso divide a la gente…a veces hay proyecciones de Azú, y yo hago el experimento: ¿A quién le gusta esto?, ¿a quién no le gusta? y se divide mitad y mitad, porque, qué es lo que yo quiero compartir con el público: quiero compartir lo que me trajo a mí a la historia… Espérate, que esa muchacha con la franela vinotinto, esa es nuestro antepasado. Azú es mi antepasada, puede que no lo sea hasta biológicamente, pero lo es culturalmente, porque Venezuela es requete bisnieta de Azú y de esas esclavas bozales que vinieron… Y yo defiendo mi epílogo, aunque a alguna gente le parezca obvio… No, no es obvio, la gente no tiene noción a veces de la historia, a veces no tiene noción de que tuviste unos antepasados esclavos… son cosas que vale la pena conocer porque de alguna manera condicionan algunas cosas del presente y del futuro… la historia es una cosa viva que vale la pena que conozcas y que manejes.
B: Muy agradecido por esta oportunidad y este diálogo… de alguna manera ya lo ha dicho, pero ¿qué es la historia para usted? En este mismo sentido, el poeta Gustavo Pereira nos dice que “la poesía es una fuerza moral”, ¿considera usted que el cine es una fuerza moral?
L.A.: Sí, debería serlo, yo estoy seguro que en la vida cotidiana del ser humano de finales del siglo XX y principios del XXI, tú tienes como referencia a películas quieras o no… se convierten en un referente, incluso un referente moral, lo que hace que sea un material delicado, cómo tú cuentas las cosas y por qué las cuentas, acompañándolo con la idea de que uno debe poder contar lo que quiera. Toda película es válida, esa es la verdad… yo creo genuinamente en la libertad y en la democracia absoluta.
La historia… mira… mi concepto de repente es muy tradicional, pero si a ti te roban la memoria como ser humano, y estás amnésico, estás perdido… la amnesia es terrible porque resulta que el pasado existe. Yo pongo un ejemplo muy simplón: y es que la prueba de que el pasado existe y es importante, es la existencia de la nevera, si el pasado no existiera, tú no sabrías que hay cosas que se descomponen. El presente existe porque eso que se va a descomponer tú lo guardas en la nevera, y el futuro… si no guardo esta vaina ahí, dentro de semana y media está piche, ¿cuál es el ejemplo de que la historia es importante? La nevera.
Y así, agradecidos con quienes hicieron posible este encuentro, especialmente con Luis Alberto Lamata, con los profesores Antonio Núñez Aldazoro, Duglas Altuve, y por supuesto, con todos los estudiantes presentes, seguimos haciendo historia, muchas gracias.
Para conocer un poco más: https://www.luisalbertolamata.com/
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA DENNYS GONZÁLEZ • @dennysjosegonzalez