11/04/24. Debo decir lo apasionante que es para mí investigar la saga del bolero desde principios del siglo XX hasta nuestros días, particularmente las décadas de los cuarenta-cincuenta, incluso sesenta, tanto que después de cumplir mis setenta me he dedicado a eso, y a hilvanar mis memorias, antes que llegue el olvido. Pero lo que más disfruto es ver que muchas cronistas dan sus versiones de cómo fue descubierta esta cantante negra de 175 kilos. Confieso que me habría gustado vivir esas épocas, sobre todo vacilarme la barra del Bar Celeste, viendo cantar a La Freddy, y haber escrito yo el texto de su descubrimiento, aunque para ser franco no cambio mi vida por nada, y si tuviera la oportunidad de cambiarla, la repetiría igualita. Pero a indagar cómo fue la cosa de quién la sacó de la cocina de la mansión Bengochea, a eso si le meto.
Ya habíamos dicho a grosso modo de la noche que estaban presentes, Aida Diestro, Cabrera Infante y Humberto Anido, el jefe del Salón Rojo, el cabaret del hotel Capri. Y de la versión de Mariví Véliz que en realidad fue Ela O’Farrill en una cena en la casa donde trabajaba Freddy, y mientras cocinaba, cantaba. Pero en la hurgadera con el instrumento “Voy a tener suerte” que me regaló Armando Sequera, encuentro esta historia en Facebook: “Senobio Faget cuenta que en junio de 1959, la Fredi (la i latina es de ellos) estaba cantando Cada vez más (de René Touzet) a dúo con la victrola, cuando apareció, escoltado por una bailarina del cabaret Tropicana, Carlos M. Palma, alias Palmita, abogado, criminalista, promotor artístico y director de la revista Show ―famosa por descubrir talentos nuevos―. Para complacer al doctor Palma, la Gorda Fredi cantó Bésame mucho (de Consuelo Velázquez), Tengo (de Martha Valdés), y Debí llorar (de Piloto y Vera), acompañada por el cuarteto Los Riveros. En la semana siguiente, Palmita escribió en su revista Show, en julio de 1959: «Del servicio doméstico surge una bolerista que ha de ser célebre (...) Sus días como cocinera están contados, porque cuando cualquier empresa la lance, habrá enseguida que programarla en televisión; la radio la hará su cantante favorita». Hay que destacar que el bolero interpretado por mujeres estaba en pleno auge con Elena Burke, Berta Dupuy y Olga Guillot, entre otras… Uno de los productores del salón Capri fue a comprobar lo que se había escrito sobre ella. La contrató y la hizo debutar en el propio Capri, en la revista musical Pimienta y Sal, junto a Rolo Martínez, el cuarteto de Carlos Faxas y otros. La Gorda Fredi solo necesitó dos canciones para meterse el público en el bolsillo: El hombre que yo amé (de George Gershwin), y Noche de ronda (de Agustín Lara)".
En cuanto al nombre exacto de la cantante, a pie de página, "Freddy cantaba boleros", el artículo del 21 de agosto de 2001 publicado en el sitio web Cuba Encuentro, afirma que el nombre civil de la Fredi era Fredesvinda García Herrera (no García Valdés). Por otro lado, Marta Valdés compositora, guitarrista e intérprete de sus obras, escribe en “Freddy La Cantante”, del grupo de textos recopilados por Grijalba, nos agrega otra posibilidad: “Acerca del origen de su nombre, dijo llamarse Fredelina, Fredelina García (quizás por enmascarar ese Fredesvinda que luego aparece registrado en diversos escritos y que me encantaría comprobar si responde o no a su verdadera identidad”.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ