25/04/24. Como un pequeño homenaje a Ela Calvo en mi programa de radio nacional, estuve conversando largamente con Elena Gil, nuestra cantante de boleros, y por supuesto que la escuchamos cantando. Abrimos con Requiem de Silvio Rodríguez, un tanto alusivo a su partida: “Disfruté tanto, tanto cada parte/ Y gocé tanto, tanto cada todo/ Que me duele algo menos cuando partes/ Porque aquí te me quedas de algún modo”… recordamos el día que me la presentó en su casa, de sus santos y flores, y sus gallos y gallinas, pero cuando nos pudimos reir fue cuando le pregunté si ella conocía a Catalina, Lucrecia y Blanca…. Como la agarré desprevenida, le dije “espérate que sea la misma Ela en una entrevista del programa En Familia con Alfredo, que viene después de la pieza de Manzanero Puedo morir mañana… efectivamente el conductor la sorprende al preguntarle por esos tres personajes, y ella preguntando quién la traicionó y responder entre risas que eran sus gallinitas jeje…
Pero más allá de Ela Calvo, me sorprendió gratamente que Elena fue la primera cantante venezolana en participar en el Festival Boleros de Oro en Cuba, con arreglos de Aquiles Báez, Ignacio Yzcaray y Henry Martínez. Para su gran sorpresa cuando fue al ensayo se encontró con una orquesta en el teatro Mella, cuando ella esperaba un trío o cuarteto según sus arreglos. La norma es que todos los participantes del Festival en La Habana cantan con una gran orquesta. Sin embargo, en las otras ciudades, los acompañamientos eran adecuados a los arreglos, incluso tuvo suerte de cantar con las pianistas Isolina Carrillo y Enriqueta Almanza, que acompaño a Ela en varias oportunidades.
Pero lo bueno del cuento, independiente de esos tres grandes compositores venezolanos, fue se quedó un mes porque siguió con el Festival a Santiago y Camagüey, y la adoptó mi otra querida amiga Elena Burke, fallecida hace varios años. Eso fue en el 90, hace más de treinta años y fue de las primeras ediciones porque había arrancado en 1987. Yo comencé a ir en el 89, y así durante veinticinco años consecutivos llevando mis ponencias al Coloquio Boleros de Oro, que ocurre en paralelo. Con Elena coincidí en varias oportunidades, en una de esas, me convidó a verla en un recital de San Antonio de Los Baños, y recordábamos al aire cuando se mandó un bolero a capela en honor a Ela, y que en aquella ocasión en la ciudad de la Escuela de Cine que fundó García Márquez, no recordamos por qué extraña razón no aparecieron los músicos acompañantes e hizo el concierto a capela.
El otro cuento que me echó, ya fuera del aire, almorzando en mi casa fue de Elena Burke, que se encariñaron mucho en la gira del Festival por Oriente, y el último cuento de Elena, la vez que llamó a Pablo Milanés del hospital donde estaba internada, ya en sus días postreros, y se fugó del hospital, y se fue con Pablo a cantar con la guitarrra y a beber ron Paticruzao, que era el que a ella le gustaba. Esa tarde le preguntó a Pablo por la tocaya venezolana, él le dijo que tenía su número y llamaron a Elena Gil.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ