03/05/24. El 9 de junio de 2002, a los setenta y cuatro años Elena pidió permiso para retirarse a la eternidad, disfrutó de una vida plena desde sus primeros años. En 1989 me contaba en una larga entrevista en su casa de La Habana, tan larga como duró una botella de ron “Paticruzao”, que a los nueve años pasó por su barrio una comparsa de carnaval con una orquesta de sones y ella se embelesó tanto que se fue detrás de la rumba, y cuando vino a percatarse eran las cuatro de la mañana, y la música la trajo de vuelta a casa de sus padres. La conocí una noche que se presentaba el Salón Rojo del hotel Capri y al pedirle la entrevista me convidó a su casa al día siguiente y descubrí una mujer alegre que disfrutaba mucho de sus recuerdos y me regaló unas fotos históricas con Benny Moré y otros artistas, la imprecisión es porque esa entrevista que publicó en Maracaibo Miguel Ángel Rosell, director de Crítica por entonces estuvo perdida muchos años, hasta que apareció un buen día, y la guardé tan bien, que se volvió a perder.
Más grandecita, pero muchachita al fin, junto a Ela Calvo y Omara Portuondo se hicieron asiduas al Callejón de Hammel en casa de Angelito Díaz, donde ocurrían las tenidas del filin con José Antonio Méndez y el sargento "Mala Cara", como le decía cariñosamente a César Portillo de La Luz. Por ahí creo haber leído un cuento de Melón, que junto con Elena hacían "sesiones de bohemia, nos tomábamos unos tragos. En las mañanas nos íbamos a desayunar al Sanborns y a comer menudo en la calle de Mosqueta, donde ponían los diferentes tamaños de platos de pancita con el precio y la servían con unas tortillas del tamaño del comal; Elena disfrutaba mucho eso".
Otra de las participantes del movimiento Marta Valdés, autora del bolero Palabras que también interpretaba, la resume en el artículo Elena la dama del feeling en Cubarte, de Rafael Lam, a quien conocí en uno de los coloquios de Boleros de Oro, y dice: “Una de las compositoras de Elena fue Marta Valdés, ella definió a su amiga de esta manera: Elena es una de las realidades más contundentes de nuestra cancionística de todos los tiempos. Con su voz poderosa, con su descomunal sensibilidad, fue sierva y señora de la canción de un siglo entero. Esta mujer, fiel y voluntariosa, sencilla, de pocas palabras, que solamente quiere cantar y cuando se nos para delante a entonar una de ellas, siempre lo hace convencida de que en aquello que está diciendo hay, por lo menos, una parte de la verdad. Todo el saber que le han dado los años vividos, se concentra en el momento de la canción. Gracias a ello ha conservado el don de la inocencia. Gracias, Elena, por enseñarnos el valor de cantar”.
La legendaria Señora sentimiento, Romana Elena Burgues, su nombre verdadero que derivó en Elena Burke contaba de su precoz inicio en el canto: “Mi primer contacto con la música fue a través del tango. Yo tenía cinco años y lo recuerdo. A mí me encantaba Libertad Lamarque. Me sabía todos sus tangos. Los cantaba en una especie de show que yo hacía y que era mi juego favorito. Todavía, de vez en cuando, al presentarme pongo mi tanguito. Cuando debuté -a los doce años- canté Caminito, en un programa de aficionados que tenía la CMC. Apagaron las luces del escenario y me encendieron un reflector en la cara. Yo no sabía bien la letra y cuando fui a leer no pude, me callé y me tocaron la campana”. Ya a los quince años: “En 1943 se presentó en La Corte Suprema del Arte, de CMQ Radio, donde ganó premio en unión de Rosita Fornés y Miguel Ángel Ortiz. Ese mismo año comenzó a trabajar en la radioemisora Mil Diez, en el espacio Ensoñación, con una orquesta dirigida por Enrique González Mántici y Adolfo Guzmán. Recibió orientaciones de música de Isolina Carrillo, y trabajó con Dámaso Pérez Prado y Frank Fernández como pianistas acompañantes”.
Continuará
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ