16/05/24. Como “amigo de la vida” se describe al pintor, dibujante, escenógrafo y muralista caraqueño, Edgar Guerrero, con quien sostuve una conversación para celebrar el Día del Artista Plástico, en conmemoración del natalicio de Armando Reverón.
Edgar es director artístico y fundador de Venproart (Venezolana de proyectos artísticos), un amante de la música, del Waraira Repano, y de la libertad. Además, comprometido con las causas que tienen a fin reivindicar los derechos de los y las más vulnerables.
El artista plástico, oriundo de la parroquia Caricuao, comenzó a desarrollar el amor por las artes estando muy pequeño. De hecho, me relató una anécdota sobre un dibujo que asombró a sus maestros de la escuela y, desde allí, lo querían para ilustrar las carteleras de su colegio.
Se formó en el Instituto Higuera como dibujante publicitario y cumplió con el servicio obligatorio en el ejército, donde presenció la Rebelión del 27 de noviembre. El escenario político forjó su corazón patriota, bolivariano y chavista, por esa razón, deja su impronta en cada dibujo en el que da forma a una escena donde los protagonistas son nuestros héroes y heroínas de la historia venezolana y los pueblos originarios.
Una de sus obras más emblemáticas es el mural de grandes trazos de El Tanque, ubicado en la parroquia 23 de Enero. Allí donde el rostro de Bolívar, Luisa Cáceres de Arismendi, el Cacique Guaicaipuro o el de Chávez es visto por millones de citadinos desde varias partes de la Caracas heroica.
Para Edgar el arte dentro de una sociedad como la nuestra es un bien necesario, a veces subestimado. Sin embargo, lo reivindica como el escape a lo sublime, que se debe explorar desde lo individual hasta lo colectivo.
¿Se puede decir que una obra pictórica sin un mensaje no es arte?
Una obra de arte no necesita explicación y ella por sí misma trasciende al artista, incluso, a su época. El arte es un producto hecho con la energía creadora que viene siendo la misma energía sexual. Es energía de la vida. Los contenidos ya son procesos mentales y juegos de ideas del espíritu creador. Los resultados de cada obra serán según lo que lleve el autor en su corazón y mente.
Lo de bueno y malo es un conjunto de apreciaciones e interpretaciones, que van desde lo técnico y comunicativo. Por eso unas obras dicen más que otras y es una habilidad innata del artista que eso suceda.
¿Cómo crees que el arte urbano y los murales pueden impactar en la sociedad?
El muralismo es el arte más antiguo y primigenio. Lo podemos ver desde las cuevas de Altamira y otras con treinta y cuatro mil años de antigüedad, donde se ve claramente reflejada la realidad de los artistas de las cavernas, sin ellos sospechar que tales trabajos pictóricos serían el primer eslabón en la cadena de acontecimientos del arte, como una forma universal de expresar la vida interior y cotidiana del ser humano. Por eso es un constructo natural y hasta necesario. Es la esencia misma del humano que dejó su huella permanente en el tiempo.
Hoy en día el movimiento natural, enérgico y sistemático de los pueblos y ciudades, demanda una suerte de expresión más directa, aunque también más efímera, por factores como el climático, cambios urbanos, políticos y hasta religiosos.
El nuevo muralismo debe plantear ideas universales y tener una propia factura permanente. Sin embargo, la inmediatez y las circunstancias sociales tan agresivas, poco permiten que esas expresiones perduren como huellas de una época y un movimiento, al menos que tenga un seguimiento y ritmo de registro, poco se podrá hacer.
¿Qué criterios tienes a la hora de iniciar un proyecto?
El primer criterio de una obra es que su mensaje sea diáfano y fácil, accesible. A su vez poderoso y sin dejar la profundidad del mensaje a un lado.
Yo en mi trabajo me voy, la mayoría de las veces, a mis propios imaginarios pictóricos. Crear ideas de un “algo” común, pero con un estilo propio, sin caer en las imitaciones y otro tipo de mímesis tradicional. Por eso en mi trabajo, que es figurativo, desarrollo interpretaciones y criterios de atmósferas y acontecimientos relacionados, que no se divorcian. Trato siempre de tener un tratamiento técnico cuidadoso.
Muchas veces la necesidad me ha llevado a tener que ejercer todo ese conjunto de conocimientos de memoria, aunque existen excelentes referentes y la tecnología es amigable. Yo viniendo de lo que llamamos “La buena escuela” procedo a hacer ese ejercicio de la memoria. Ejercicio de piel con acontecimientos, llevándolos hasta donde me sea posible, disfrutando en una meditación de cada aspecto.
El artista que se compromete en tal sentido, encontrará siempre soluciones poderosas y derroteros esperados en su creación.
¿Crees en la posibilidad de formar una nueva generación de artistas plásticos que cumplan el papel del mensaje transformador en la sociedad?
Las generaciones que se están formando traen su propia impronta y destinos insospechados. Pese a que existen lugares comunes en las maneras y el cómo, tarde o temprano aparecen fórmulas que algunos artistas logran sintetizar.
Ese trabajo colectivo subconsciente muta, se desarrolla y hasta a veces muere. Cada generación trae su propia fuerza y el deber sagrado de un artista comprometido es dejar claves y huellas que sirvan de faro inspirador a esas nuevas generaciones.
El peor error de un artista y su tiempo es creer que puede aglutinar todo y que todo eso gire a su alrededor, creyendo moldear a los jóvenes a su favor. El tiempo de cada artista llega y lo único que hablará, será su trabajo.
Las generaciones de hoy tienen cincuenta veces más ventajas para aprender. No obstante, tienen más demanda social y una carga propia de su época y contexto. Así que lo mucho y poco que debe hacer uno el artista es poder dar lo mejor, pero eso sí, nunca dejar de dar.
¿Cómo lo haría Edgar Guerrero?
El arte de la enseñanza no basta con saber el tema y dominarlo. Hay que tener método y sabiduría en las estrategias de enseñanza. Admito que cuando me ha tocado enseñar, me gusta explicar cada paso y cada operación y todo eso tiene un porqué.
No me gusta dejar cabos sueltos, ya que el artista antes de poder acceder a un aprendizaje técnico y teórico debe saber por qué y para qué. Se me da más como el maestro Simón Rodríguez: “¡Aprender haciendo!”. El arte no da opción a teorizar de manera absoluta, puesto que, su misma esencia es la acción, los demás son apuntes que van de la mano.
¿Qué consejos darías a los jóvenes artistas?
Fíjate que una de las cosas que debe entronizar un joven aspirante es conocerse. Pero en ese camino tan largo, hay tropiezos cotidianos, lugares comunes y callejones sin salida.
Lo primero, debe alejarse de la cultura de la droga, que se relaciona directamente a los artistas con el cliché de bohemios, incomprendidos y otras descalificaciones esculpidas en piedra, casi que faraónicas.
Eso ya son mensajes subconscientes que atacan la preparación y formación del carácter y autoestima de un artista:
- Pela bolas
- Locomotora
- Impredecibles
- Hippies
- Fumones
- Dañados
En segundo lugar, no creer que se es artista, sino ser artista. Cuando hablamos de ser el artista, se consigue inspiración desde su amor propio y desde la búsqueda de respuestas que necesitan ser liberadas desde dentro y ser plasmadas en su creación.
Por último, dejar a un lado los sibarismos burgueses importados y los excesos.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA