16/05/24. Después de aquella aventura de la comparsa de carnaval a los nueve años, Elena me contó que desde chiquita le gustaba Libertad Lamarque y se sabía todas sus canciones, a los cinco años tenía un pequeño show y hacía gracias como todas las niñas. Más adelante participó en concursos de canto en emisoras de radio y le tocaron la campana varias veces. Ya a los trece se presentó en CMC cantando el tango Caminito de Juan de Dios Filiberto con letra de Gabino Peñaloza, de allí pasó a Radio Cadena Azul y CMQ, en las cuales se hizo profesional, hasta que llegó a 1010 la emisora del pueblo, luego vinieron todos los teatros y cabarets sin parar hasta días antes de su partida.
Sobre sus sentimientos de entonces, me dijo: “Cuando tú vives todas esas cosas de la juventud parece que fuera como un juego y después que te das cuenta del valor que tienen, lo que me dio fue una gran seguridad y una firmeza para saber lo que podía ser… yo cada vez que doy, siento…”
Después vinieron los viajes al extranjero que habrían de llevarle hasta el Olympia de París. El primer viaje fue a Jamaica, luego vino a Venezuela y en los interines pasó por Canadá y México.
“… durante mi primer viaje bailaba rumba de pareja con Litico Rodríguez, un actor cómico muy bueno que tenemos nosotros, que se inició como bailarín. Oye tú quieres bailar conmigo, -me dijo un día-, a lo que yo le respondí: Mira Litico, yo canto y bailo lo que sea, vamos ‘pallá’. Y después que cantaba muy melancólica ‘El hombre que me gusta a mí… no sé que tengo yo’, y ellos con un saxofón y qué sé yo, después venía la rumba de cajón y yo bailaba con Litico”. Entonces le pregunté ¿Cuándo apareció el hombre… ¿Cuál hombre?... ¡El de la canción!... me respondió: “Ay no, yo no le cantaba a ningún hombre todavía” de los novios dijo que si hubo pero que lo de ella era cantar, cantar y cantar.
Sobre Venezuela recordó que cantó en La Taberna de León Figueroa, a quien me muestra en una foto con Celia Cruz, pero recuerda también que cuando volvió con El Tropicana ya el sitio no existía. Después volvió con Las D’Aida, El Cuarteto de Adelaida Diestro, de ahí viene lo de Aida. También trabajó con Mario Suárez y Magdalena Sánchez. Tenía veintiún años y dicho por ella “era un pollito, un pollito muy cacareado, pero pollito al fin”. Por esos días comenzó a asistir al Callejón de Hammel donde se reunía el movimiento “filin”, siendo la primera mujer en hacerlo. De su primera vez cuenta: “… allí se reunían para descargar y tocar sus canciones, y el primer día que voy, cuando yo veo aquello, la única mujer era yo, el resto eran hombres. Yo había llegado como a las nueve de la noche, ¡y canta y oye, canta y oye!, total que cuando fui a mirar el reloj, eran las seis de la mañana… ¿Y qué sabían de mí en la casa?... bueno cuando llegué aquello fue mucho, nadie me quería creer que yo estaba oyendo canciones y mi mamá me decía: ¿Qué canciones? Seis de la mañana tú sabes, tremendo lío”.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ