27/06/24. Si Edgar Allan Poe hubiese sido cubano, no se habría pelado “Los misterios del Callejón de Hamel”, habría escrito por ejemplo, que entre las calles Belascoaín, Zanja, Infanta y Neptuno de La Habana, se encuentra el pintoresco barrio de Cayo Hueso, y que conoció en París en la primavera de 18.. a un norteamericano de ascendencia franco – alemán de nombre Fernando Belleau Hamel, nieto de John Bellow Hamel (1818-1893) y Henriette Penot (1818-1901), e hijo de Henry Clay Belleau Hamel (1885-1965) y Mercedes Bellow Hamel (1861-1947), que compró aquel vecindario.
Cuentan los cronistas que el barrio puso su nombre al Callejón debido a la generosidad del emigrante con los trabajadores bajo su mando, pues muchas de las viviendas todavía allí existentes fueron construidas para sus trabajadores, acto de altruismo poco común en los ricos de la época. Pero el misterio que habría de desentrañar Poe u otro de los investigadores sería el ¿por qué? en esas coordenadas de las calles Aramburu y Hospital, a una escasa cuadra corta de San Lázaro, – en los terrenos que en los albores del siglo XX compró Hamel, para jornadas de fundición y licuado, ocurrió uno de los fenómenos musicales más portentosos desde mediados del siglo, el filin, que precisamente licuaría boleros cubanos y jazz norteamericano.
Desde el primer día de su fundación se realizaron espectáculos y actuaciones con agrupaciones importantes y figuras destacadas como: Merceditas Valdés, Celeste Mendoza, Yoruba Andabó, Clave y Guaguancó y muchas más, pero antes, cuenta en su texto Los muchachos del Callejón de Hamel, Joaquín Borges Triana: “Allá por 1945, Angelito conoció a César Portillo de la Luz, que empezó a visitar su casa y junto a Tirso Díaz, hermano de Angelito, hicieron un trío vocal en 1946 al que llamaron «Trío Feeling», donde comenzaron a componer canciones con acordes disonantes no habituales en la guitarra popular cubana, pues junto a otros creadores como Luis Yáñez y Dandy Crawford, iban a los bares del puerto en La Habana a escuchar jazz en las «vitrolas», alimentadas en parte por los marinos norteamericanos de la línea de buques comerciales conocida como «La Flota Blanca», que traían los discos de 45 rpm de Billie Holliday, Charlie Parker, Benny Goodman, etcétera y analizaban la armonía que trataban de reproducir después en sus guitarras, además del caldo de cultivo que existía en Cuba con el «danzón de nuevo ritmo» de Arcano y sus Maravillas y el «ritmo diablo» del «Ciego Maravilloso», Arsenio Rodríguez”.
Ya a principios de los cuarenta había comenzado la rumba “en una casita – residencia de un trovador de la llamada trova tradicional nombrado Tirso Díaz, que reviste una enorme importancia histórica, porque allí nació Angelito Díaz, quien fungió como el factor aglutinante del «movimiento del filin», uno de los más bellos e importantes estilos de la canción cubana”. En remembranza de Salvador González Escalona, muralista del Callejón: “Aquí encontramos muchas de nuestras mejores tradiciones musicales. En este callejón hace muchos años, en los años cuarenta, nació un movimiento musical cubano, conocido como "filin", canciones de sentimiento, con nuestro amigo Angelito Díaz y su ya fallecido padre, Tirso Díaz, estuvieron figuras como Elena Burque, Moraima Secada, tía de Jon Secada, Omara Portuondo (presentada en Buena Vista Social Club), César Portillo de la Luz y muchos otros… Este también es un lugar cargado de religión popular. Puedes caminar por la calle y escuchar un 'toque'. 'Las plantas Abakuá (para iniciaciones) se encuentran por todas partes. El barrio tiene su propia 'potencia' de la religión secreta Abakuá, muy importante aquí. Estoy hablando de la religión conocida como Santería, que viene de los yorubas; Palo Monte, que viene del Congo; Abakuá, que tiene que ver con Calabar [el delta del río Cross en Nigeria]; y tal vez algunas manifestaciones del espiritismo, una expresión cultural de la clase trabajadora, la gente corriente de nuestro país".
¡Edgar Allan Poe se fascinaría con esas presencias espirituales!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ