12/08/24. Estamos ante un conflicto multidimensional, que no se trata de un combate cuerpo a cuerpo. Los poderes hegemónicos consideran que somos cobayas de laboratorio, que a través de oligarcas como Elon Musk, magnate de una de las redes sociales más poderosas en el mundo, aplica operaciones psicológicas que buscan generar una neurosis colectiva y dividir a la población venezolana en fragmentos, con la premisa de “divide y vencerás”.
Un elemento clave para hacer tambalear a nuestro país en los escenarios político, social, cultural, religioso, es la guerra cognitiva, que consiste en la alteración de la percepción que tienen las personas sobre la realidad, a través de distintas herramientas cibernéticas que hoy en día están al alcance de todos y todas: las redes sociales electrónicas.
En claves
La guerra cognitiva tiene como finalidad modelar la percepción y el razonamiento para causar una reacción ante lo que se entiende de una información. Algunos medios nacionales e internacionales también han intervenido en esta confrontación. Con toda la intención han manipulado las noticias, la información y datos.
En Venezuela, a través de estas acciones, se busca socavar la legitimidad del gobierno del presidente Nicolás Maduro y debilitar su apoyo interno y externo, mediante la difusión de noticias falsas, campañas en redes sociales y el uso de medios de comunicación para crear narrativas contra el país y su liderazgo. Esta guerra no sólo afecta la imagen del gobierno, sino que también impacta la moral de la población y puede influir en sus decisiones.
De manera que, las plataformas digitales, esas que usted y yo usamos hasta para vender unos zapatos que nos sobran por ahí o dejar mensajes de “buenos días” a nuestros contactos. Esas plataformas que nos tienen atrapados (no por casualidad), son un arma letal de estas operaciones psicológicas. Desde allí se generan todo tipo de contenidos por parte de los denominados influencers o también los bots (miles de ellos actuando diariamente). Esto, con el fin de tener interacción entre las creencias, los valores y la cultura de los ciudadanos y ciudadanas.
La extrema derecha hace lobby en las redes sociales, y desde que estas entraron en auge, les sirven para difundir mensajes de odio, no sólo contra quienes lideran el movimiento revolucionario en Venezuela, también catapultan comentarios de burla contra el chavismo, es decir, contra el pueblo insurgente.
Seguramente, habrá leído comentarios como “come gorgojos”, “simios”, “cucarachas a las que hay que exterminar”. Habrá visto que algunos influencers suelen culpar a los chavistas de las dificultades por las que atraviesa el país, o de que sus familiares hayan tenido que migrar. Sin embargo, no los verá mostrando los datos y cifras de las consecuencias de las medidas coercitivas unilaterales contra el Estado, ni quejándose contra ello, o condenándolo. El objetivo es claro, influir sobre la emocionalidad de sus seguidores para acrecentar el odio hacia la población que defiende a la Revolución Bolivariana. ¿Pagados o no? El objetivo sigue siendo uno.
De hecho, verá publicaciones con información no deseada, en contra de su voluntad, circulando en el muro o feed de su cuenta de red social, que llaman a la reacción o al odio entre nosotros y nosotras.
Desde lo religioso
Jose Sant Roz, en su informe Elementos claves de la guerra cognitiva y religiosa en el golpe del 28-J, refiere que “para emprender Estados Unidos esta última guerra cognitiva contra Venezuela, utilizó el elemento clave de lo religioso”.
En el texto, el investigador analiza la estrategia de María Corina Machado en su campaña electoral, destacando el uso de elementos espirituales, la promoción de sus concentraciones por parte de sacerdotes. Menciona que en su discurso se promovió la venganza. Recordará las frases: “Vamos a ganar y a COBRAR” o “salgan a COBRAR”.
La convirtieron en un símbolo casi sagrado, mientras ella utilizaba la religión para reforzar su mensaje político. Tras su derrota electoral, Machado proclamó que su lucha continuaría en el ámbito espiritual.
¿Qué hacer?
Para hacer frente a esta guerra no bélica es necesario fomentar la alfabetización mediática, educando al pueblo sobre cómo identificar noticias falsas y fuentes confiables. Esto incluye enseñar habilidades para evaluar la credibilidad de la información y reconocer sesgos en los medios.
Igualmente, involucrarnos desde las comunidades, impulsando una narrativa veraz y participando en campañas comunicacionales tanto en la calle, en los medios comunitarios y redes sociales. Si bien estas últimas son la plataforma del imperialismo, no podemos abandonarlas, pero mucho menos, dejarnos atrapar por ellas y los algoritmos.
Tal como lo expresó Ricardo Romero en su artículo la Guerra cognitiva que nunca ocurrió, en esta batalla adquiere el protagonismo, lo cultural y lo simbólico.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusaranha