23/08/24. Durante las Olimpíadas de París, un suceso alborotó a la gente en las redes sociales. En X, la afamada plataforma propiedad de Elon Musk, se dio a conocer que una boxeadora italiana se negó a continuar el combate con su contrincante argelina Imane Khelif, tras señalarla de ser una mujer transgénero y, por ende, tener más fuerza física que ella.
...la feminidad es una construcción social, influenciada por expectativas culturales que dictan cómo debemos lucir y comportarnos.
Donald Trump, J. K. Rowling y el mismo dueño de X, así como algunos artistas e influencers, se prestaron para difundir información falsa sobre la atleta e, incluso, atacarla de forma injusta. A estos comentarios llenos de odio se les unieron los de millones de usuarios y usuarias de todas las redes sociales.
Pedían eliminar a la representante de Argelia en los Juegos Olímpicos 2024 “por ser un hombre”. Las acusaciones rayaron en la transfobia, misoginia, odio, discriminación y una larga lista de adjetivos negativos hacia Khelif, una mujer musulmana que, por cierto, se hizo con la medalla de oro en la categoría de 66 kilos de boxeo femenil.
Khelif tiene una condición llamada hiperandrogenismo, por lo que su cuerpo genera de manera natural más testosterona que una mujer promedio. Esta condición se presenta en alrededor del 11% de mujeres. No obstante, la atleta nació como mujer (tiene vagina), fue criada como mujer y vive como mujer.
Entre los comentarios despectivos hubo un gran número de personas, especialmente, mujeres, que defendieron a la boxeadora. ¡Es lo justo! Ahora quienes siempre han afirmado que la “mujer es mujer porque nace con vagina”, negaban la existencia de Khelif como mujer, dejándola a una boquiabierta.
Una usuaria dijo algo importante: “simple, sus comentarios son porque Khelif no tiene el cuerpo definido por el sistema patriarcal”. Dio en el clavo.
Violencia estética
El Instituto Terapéutico de Análisis de la Conducta de España, se refiere “a la discriminación, el acoso y la opresión que sufren las mujeres debido a su apariencia física, su cuerpo, su vestimenta o cualquier otro aspecto relacionado con su imagen”. Es la imposición de estándares estilísticos sobre las mujeres por parte de un sistema de prácticas y creencias que pretende que tengamos un estilo de cuerpo hegemónico o el que considera “bello”.
Anteriormente, a otras atletas de alto rendimiento, se les negó el derecho a ser vistas como mujeres porque sus cuerpos no son delgados, de hombros finos, con cinturas estilizadas, piernas largas, delicadas, tiernas, de piel lozana, “femeninas”, así como define el patriarcado “ser mujer”.
Soraya Jiménez, de México, inició su carrera de halterofilia cuando aún no existían las redes sociales; no obstante, eso no impidió que los haters la compararan físicamente con un hombre. Otras que sufrieron violencia estética son la tenista estadounidense Serena Williams y la basquetbolista Liz Cambage por ser “demasiado musculosas” o “no femeninas”.
El cuerpo femenino y los estereotipos
El cuerpo de las mujeres ha sido históricamente objeto de crítica y control. Actualmente, las redes sociales son el escenario para las personas que se dedican a propagar “el modo correcto de cómo deben verse las mujeres”.
Este es un fenómeno que se manifiesta a través de estereotipos de feminidad que limitan nuestra autonomía y expresión. En el contexto del patriarcado, estas normas no sólo moldean cómo somos percibidas, sino también cómo nos percibimos a nosotras mismas.
Es por ello que muchas hemos transitado el camino de la “no aceptación”. Nos intenta subyugar un sistema que impone estándares de belleza y al no lograr vernos como las referentes que divulgan los medios hegemónicos y las redes sociales, nos sentimos frustradas o con baja autoestima. Llega, incluso, a verse afectada la salud mental de algunas, sobre todo, en la adolescencia.
Simone de Beauvoir, en su obra El segundo sexo, argumentaba que "no se nace mujer: se llega a serlo". Esta afirmación resalta cómo la feminidad es una construcción social, influenciada por expectativas culturales que dictan cómo debemos lucir y comportarnos. Hemos sido bombardeadas desde niñas con imágenes que nos enseñan a valorar nuestra apariencia por encima de las capacidades que tenemos o de nuestros logros.
Así como Khelif, que venció los ataques contra ella, y alcanzó el oro olímpico, hemos nosotras de seguir abogando por reivindicar la diversidad de cuerpos y no depender de estándares que nos impidan “SER”.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta