26/09/24. Llega septiembre, y las emociones son encontradas: por un lado, las mamás y papás respiran aliviados. Por fin sus retoños dejarán de echar varilla en casa, y descargarán el caudal de energía toda la mañana en la escuela. Por el otro, los docentes y los niños empezamos a sudar frío: se viene un nuevo año escolar: nuevas responsabilidades, a pararse temprano y a empezar el trajín de las tareas. Los comerciantes, entretanto, se amasan las manos con lascivia: cada escuela manda listas escolares kilométricas, sin contar con los uniformes y demás artículos. En resumen: la vuelta a clases es todo un acontecimiento.
La escuela es una comunidad que debe trabajar unida. El conocimiento no tiene porqué ser una experiencia traumática para los chamos.
¿Por qué el miedo?
Sin duda, regresar a la escuela desata en muchos la ansiedad. Los niños, se sienten nerviosos usualmente por los compañeritos que les va a tocar; de igual manera, los docentes tragan grueso ante el nuevo grupo de estudiantes y de padres que tendrán que abordar, y los padres y madres rezan para que sus chamos tengan una experiencia memorable.
Tal vez lo que genere tanto nervio es que el regreso a clases en Venezuela obliga a las familias a desembolsar cuantiosas sumas de dinero para surtir a sus muchachos. ¿Por qué los padres deben comprar todo de un solo golpe? La experiencia demuestra que no se consumen todos los útiles que se mandan. Los libros de texto son otro tema: algunas escuelas prefieren editoriales específicas que cuestan una gran cantidad de dinero.
Además, los docentes sufren por la presión social que ejercen las familias de los estudiantes. Las expectativas suelen ser muy altas, y muchos padres aspiran que la escuela prácticamente les cambie la vida a sus muchachos en el año escolar.
Finalmente, los niños son quienes tienen la mayor carga de temores. En una sociedad tan cargada de violencia y acoso escolar, muchos niños ven la experiencia del aprendizaje con miedo debido a compañeros poco solidarios.
La escuela somos todos
Este tipo de agravantes nos invita a reflexionar un poco mejor sobre este tema. Ni la escuela es una niñera que se encargará de criar a los niños, ni los padres deben ser los surtidores exclusivos. Por otro lado, los niños deben aprender a convivir con respeto y responsabilidad emocional para no generar crueldad ni maltrato con sus compañeros.
La escuela es una comunidad que debe trabajar unida. El conocimiento no tiene porqué ser una experiencia traumática para los chamos. Si los adultos nos unimos para minimizar los gastos, proponer alternativas solidarias con los útiles escolares, y además proponer modelos de convivencia respetuosa, de seguro el regreso a clases será para todos una experiencia feliz y no un trauma.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ