19/01/2023. Tengo 25 años. Son las seis de la mañana y llego a mi casa. Mis panas me llevan luego de una intensa noche de farra y rocanrol. Me bajo del taxi, hedionda a curda y cigarrillo, cuando advierto unas señoras que salen a caminar recién bañaditas. Nos vemos con sorpresa, con un abismo que nos separa en medio, aún cuando solo tenemos un par de metros de distancia. Las señoras se ríen y siguen su camino fitness. Esas mujeres y yo pertenecemos a mundos distintos, casi irreconciliables. Llego a casa me baño y me acuesto a dormir la mona todo el día.
EL TIEMPO PASA
Despierto con 45 años luego de mi súper celebración de cumpleaños, y me veo en el espejo: nada mal para tener 45. Esta vez en lugar de querer salir a acabar los trapos, me veo con amigos a tomar un café. Regreso a las siete de la noche corriendo a casa: a las ocho dan la novela brasilera, esa buenísima, y no me la quiero perder. Aprovecho de anotar en la agenda los pendientes, y advierto que se me acabó la comida. Voy al día siguiente al súper, y gozo un puyero en la sección de las verduras. Me hago amiga de otra clienta, y ambas reflexionamos como está carísimo todo. Regreso a casa orgullosa de haber comprado barato y haber hecho amigos. Me esperan mi perrita y mis matas para que les dedique el cariñito del día.
De pronto ya no me hace falta compartir con tanta gente: sé que tengo amigos que me quieren, y compartimos cuando podemos. Mi presencia no hace falta en todos los guateques para que el mundo pueda girar. De pronto advierto que paulatinamente una gran calma ha venido arropándome con el pasar de los días, así que la cotidianidad no es un agite ni un desespero: tomo las cosas como vienen.
Una vez conversé con una señora hermosa como de 70 años que me dijo, “cuando pasan los años, ya te dejan de importar muchas cosas. En vez de sufrir porque te vas a poner vieja, te liberas: la apariencia pasa a segundo plano, te mortificas menos por tonterías y te dedicas a disfrutar lo que tienes”. Otra señora de unos 80 años coincidió con la misma reflexión en otra parte: “Te conoces a ti misma mejor, y la vida se hace más dulce, menos angustiante”.
MÁS QUE EXPERIENCIA
Me levanto bien temprano ahora. Es domingo, y me preparo un tremendo desayuno con frutas, granola, y un guisito de carne. Café marroncito con papelón y me enfundo mi mono para salir a caminar como todas las mañanas. La brisa está aún fresca, y el cielo está coloreado de un azul brillante. El señor sol me saluda con alegría y me invita a hacer ejercicio. Salgo de mi edificio, cuando de pronto se detiene un taxi con música de Bad Bunny a todo volumen. Una muchacha como de unos 25 años se baja medio ebria y riendo con los amigos, mientras trata de ubicar las llaves del edificio. Nos miramos de frente, y le sonrío con nostalgia y ternura. Ella me mira un poco sobresaltada, pero asiente con una sonrisa. La veo y entiendo que siempre lo mejor está por llegar.
POR MARÍA EUGENIA COLOMINE • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta