30/10/24. Como un día cualquiera, Gisela se levanta a las cuatro de la mañana. Anoche se durmió a las doce de la medianoche, porque tenía trabajo pendiente que revisar de la escuela en la que trabaja como docente y, por supuesto, hoy está agotada y quisiera seguir durmiendo, pero “el deber la llama”.
El agotamiento físico y el estrés son dos de las causas que influyen negativamente en las relaciones sexuales.
Siempre se levanta antes que sus hijos y que Pedro (su esposo), porque esos deberes incluyen hacer el desayuno, y preparar las comidas que ella y su compañero de vida llevarán a sus trabajos. A las seis, despierta a los niños y a su esposo, les sirve el desayuno a todos (ella no desayuna porque no le provoca a esa hora, y sólo se toma una taza de café en la soledad de la madrugada). Luego saca el uniforme a sus hijos, a cada uno los persigue hasta que se visten|. Entretanto, al padre de los dos, lo orienta en la búsqueda de unas medias.
Cuando ya todos están listos, ella se viste, se medio maquilla y peina, le da la bolsa con el almuerzo a su esposo, este se va antes para no llegar tarde, y ella sale a las siete en punto con los chamos (menos mal que van a la escuela en la que ella trabaja). La jornada con sus estudiantes transcurre, hasta que suena el timbre y se van, pero ella no.
Almuerza y se queda un rato más para planificar: cronogramas, orientaciones, anotaciones, que si esto y lo otro… Sus hijos allí con ella.
Regresa a casa después del revoloteo de la hora pico. Los niños realizan sus actividades bajo su supervisión. Al mismo tiempo, Gisela asea la casa y vigila que no se queme el pollo del almuerzo de mañana y las arepas de la cena. Ya son las seis de la tarde, su esposo regresa cansado. A las siete, les sirve la cena. Vuelve a ordenar la casa. A las nueve, ya los chamos duermen.
A esa hora, su esposo la llama a la cama. Sin embargo, a ella se le cierran solos los párpados, le duele el cuerpo, a pesar del diclofenaco. Ella se acuesta y quiere dormir, pero él, la toca, le mete la mano por allá y acá. Gisela se niega, aunque quiere tener sexo, ya no puede más ni consigo misma. Él le responde: Ya no me deseas .
Rutina y sexo
Puede ser Gisela, Ana, María, Carla, etcétera. Las mujeres que tienen sobre sus hombros las responsabilidades de la casa y la atención de los hijos y el esposo, puede que no tengan la posibilidad de vivir su sexualidad en plenitud.
El agotamiento físico y el estrés son dos de las causas que influyen negativamente en las relaciones sexuales. De hecho, Silvana Savoini, especialista en sexología de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, afirma que estos elementos están relacionados con afecciones neuroendocrinas, alterando, por ejemplo, el funcionamiento de las hormonas sexuales y los valores de cortisol, prolactina, entre otros.
“Entonces, es probable que la respuesta sexual se vea inhibida en cualquiera de sus fases (deseo, excitación u orgasmo), porque esas sustancias afectan su fisiología”, dijo la experta en entrevista a un medio internacional.
Respecto al cansancio mental, el especialista identifica una reducción no sólo de “las ganas” sino la respuesta sexual a su pareja, mientras que el físico se relaciona al desgaste muscular y falta de energía por una jornada intensa.
¿Qué hacer?
- Evaluar qué tareas de la casa pueden realizar entre los dos, para reducir el agotamiento.
- Darse tiempo para estar solos. Innovar y comunicarse en este sentido. Viajar, caminar, pasear, salir a comer o preparar juntos una cena en casa, ver una película.
- Usar estrategias que promuevan el erotismo como juegos y juguetes sexuales, entre otros.
Lo primordial es siempre cuidar de la sexualidad como un derecho a un equilibrio en la salud integral, a una vida libre de violencias, a la libertad de reconocerse en el placer y a ser felices.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta