31/10/24. Crecer en un ambiente de clase media puede confundirnos a veces. Es común escuchar que uno comparte con "gente decente". Que nuestra casa, nuestra escuela está en "una buena zona", y que si uno va a aspirar independizarse, que hay que garantizarse la estabilidad en una comunidad de gente de bien.
...la dinámica del barrio hace que todo el mundo se cuide, mientras que en las zonas de clase media y alta, la gente anda a la buena de Dios.
Al decir eso, estamos poniendo otros lugares en una lista de sitios indeseables. Por sitios indeseables, normalmente en lo que se piensa es en los barrios: esas comunidades que llenaron las montañas de concreto y zinc, donde viven las personas más humildes, y que no tuvieron dinero para comprarse una casa o apartamento en "una zona decente".
Decentes
Conforme pasa el tiempo, uno va viendo mejor la realidad con lupa. Resulta, que uno tiene compañeros de universidad y del trabajo que se criaron en Pinto Salinas, el 23 de enero, Petare, Caricuao, Artigas y pare de contar. Gente seria, responsable, que busca salir adelante honradamente.
Conforme pasa el tiempo, uno va viendo mejor la realidad con lupa. Resulta, que los vecinos del edificio en Colinas de Bello Monte tienen negocios sospechosos con el Clap y con los gochos que venden verduras; el vecino del piso 7 es un jíbaro; en el piso 5 del edificio de al lado hay una casa de citas, y la junta de condominio tiene un chanchullo raro y se la pasa inflando el monto del condominio aun cuando no han arreglado el ascensor. Recuerdo una conversación con mi pana Armando Carías, quien vive en Los Ruices. Me compartía: "Por allá todos son unos pelabolas que se creen ricos porque viven en esa zona. Pero miran a todos con desprecio".
Cuestión de perspectiva
Uno debe ser agradecido con las vueltas que da la vida. Ayudan a que uno vea las cosas mejor como realmente son y no como te las pintan. Mi época más feliz la viví en los Magallanes de Catia. Allá la dinámica de la comunidad es bastante unida y solidaria. Todo el mundo se conoce, todos se ayudan y nadie se mete con nadie. Hasta los malandros te escoltan para que llegues bien a tu casa, y si se meten con alguien del barrio, sale mal parado.
Nada qué ver con las relaciones tóxicas que he visto en los edificios donde viven mis padres: gente chismosa, envidiosa, mal hablada y con muy poca solidaridad con la comunidad.
Por otra parte, la seguridad también es una cuestión relativa. Mientras en Catia uno puede caminar tranquilamente por el bulevar a las tres de la mañana, escoltado por los murciélagos, ni se te ocurra hacer lo mismo en Santa Mónica, Sabana Grande o Altamira si no quieres terminar desnudo. Justamente la dinámica del barrio hace que todo el mundo se cuide, mientras que en las zonas de clase media y alta, la gente anda a la buena de Dios. Las zonas más acaudaladas cuentan con cámaras de seguridad y vigilantes, es verdad. Pero llama la atención que los crímenes más escabrosos acontecen en los lugares más lujosos. Sin ir muy lejos, hace poco una periodista fue asesinada en su casa de Altamira por la señora de servicio y su pareja.
¿Qué hace de un lugar un buena zona?
No pretendemos que todo el mundo se mude a un barrio: terminarían echándolos a perder. Pero si queremos determinar qué hace que un lugar valga la pena, tal vez sería bueno tener en cuenta elementos como la facilidad de acceso y transporte, suministro de alimentos, servicios y la calidad humana de la gente. Unas cuantas casas bonitas con arbolitos y flores no hacen necesariamente que un lugar sea el idóneo para vivir.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ