28/11/24. Así se titula el bolero que me escribió Ricardo Hernández en Houston durante mi última estancia, a raíz de un simpático episodio con mi hija Ligeia y su tía Mora. Fue en los días del huracán Beryl, al dia siguiente de su paso por Katy, para ser exacto; pero antes me permito citarme a mi mismo para contextualizar esta historia.
Entre un cigarro y una cerveza, hay una canción/ Entre leer y escribir, está la musa, una mujer, entre la mente y el corazón/ Entre la espada y la pared, estoy yo/ entre la vida y la muerte está lo mejor/ está el vivir, está el placer y está el amor…
En mi artículo de despedida de mi familia, después de tres largos meses en Estados Unidos, les confesaba mi única frustración durante la estancia. “Al fragor de un ambiente climático alterado, cuando me sentía en el ojo de un huracán, pensé escribir una crónica que trasmitiera aquel cúmulo de sensaciones. El pase del evento estaba anunciado para las cinco de la mañana, y desde las cuatro ya andaba pendiente. ‘El huracán Beryl tocó tierra en Matagorda, al sur de Houston, como categoría 1 la madrugada del lunes 8 de julio de 2024 y en su avance hacia el norte dejó devastación, inundaciones y muertes...’ Ligeia hizo las primeras tomas y al reenviarlas, Vidal Cisneros desde Caracas me dijo eso aquí es un chubasquito y Berta García desde Miami me dijo ‘eso es una lluviecita, Dios quiera que nunca veas uno de verdad’. Una amiga desde Buenos Aires me dijo algo parecido y sólo se me ocurrió decirle que Júpiter le dijo a Neptuno: ‘Epale, en la esquina de Las tres cruces, en Katy está HM, el enmantillado de la conjunción astral de cada 3000 años, bájale dos entonces’, y fue la única manera de entender que por la casa fue leve, pero en el resto de Texas fue devastador. 'Mi primer Huracán', que era mi gran titular ¡se quedó frío y nunca escribí nada!”.
Lo más grave que ocurrió fue quedarnos sin Internet durante ese día, cosa que no pasó en casa de Alejandra Virginia, hija de Ricardo y Mora, adonde fuimos esa mañana sobre las once; de pronto mi hija Ligeia tuvo que volver a casa a buscar algo y le pedí que por favor me trajera mi laptop para enviar mi artículo para esta revista. A su regreso, me encontró con una Estelita en la mano, –dícese de la cerveza belga Stella Artois-, y un pestón a cigarro, porque recién llegaba del patio de fumar. Ligeia aprovechó para darme uno de sus regañitos mañaneros sobre mis dilectos gustos por Estelita y el Viceroy, ‘cómo es posible que andes a esta hora con un cigarro y una cerveza’… Ricardo dijo: Entre un cigarro y una cerveza, hay una canción, y se fue a su cuarto. Yo sólo dije: ‘Ya pasó el avión’. (En referencia a un decir del siglo pasado que los bares abrían a las once, y en Barquisimeto el avión a Caracas salía a las once también, y su ruido era el anuncio que ya se podía beber).
Enviado mi articulo volvimos a casa y nos pusimos a cocinar, oficio que me encanta por cierto tomando cervezas. Ya en la noche se apareció Ricardo de visita y me puso un bolero titulado Entre esto y aquello, más que bolero una bachata, que había escrito en la mañana después del encuentro matutino, a partir del afectuoso regaño de mi hija. Cuando fue a su cuarto iba full de inspiracion y escribió: ‘Entre un cigarro y una cerveza, hay una canción/ Entre leer y escribir, está la musa, una mujer, entre la mente y el corazón/ Entre la espada y la pared, estoy yo/ entre la vida y la muerte está lo mejor/ está el vivir, está el placer y está el amor…’
A medida que iba escuchando me iba identificando con el protagonista de la canción que obviamente era yo, sobre todo cuando se pone filosófico: ‘Entre que ser o no ser/ entre que digo o me callo/ entre que entro y no salgo/ mejor me voy a beber...’
Ya para entonces, la identificación con el personaje era total: ‘Entre el comer y el dinero, está el trabajo/ entre la letra y la música, mi guitarra/ que vivan… la curda y la farra…’, y al final se repite la estrofa: ‘Entre que ser o no ser/ entre que digo o me callo/ entre que entro y no salgo/ mejor me voy a beber...’
Ricardo no sólo la compuso sino que la musicalizó con inteligencia artificial, y le quedó genial. Se la envié a Orlando Watusi a Milán, Italia, donde vive y le encantó tanto que prometió cantarla, aunque no sé si ya lo hizo u olvidó. A Ricardo le pedí también que la cantara para ponerlo de moda en Maracaibo a través de las emisoras de mi compadre Alejandro pero creo que no me paró, aunque quién sabe… Lo cierto, es que la quiero oír en voz mas terrenal, la del propio compositor con su orquesta ‘Sentimiento nacional’ o en tiempo de salsa con mi hermano Watusi.
Aunque no me convence mucho la voz de la inteligencia artificial, que es muy buena por cierto, igual la pondré este sábado a las 7 en mi programa por Radio Nacional A mi me pasa lo mismo que a usted…
¡Llévatela¡
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ