19/12/24. Una conocida canción, puesta de moda en una campaña política por un también reconocido político de la región central del país, pregunta: "¿Y dónde está mi gente?". Me acuerdo de la frase apagando el ventilador que por muchas semanas durante todo el año ha estado girando, pensando en el título que ahora le he puesto a esta nota.
No ha desaparecido, por ahí está, esperando el que pueda comprarlo, dicen que varias familias se ponen de acuerdo y lo preparan, así como ahora, en este momento, yo acompaño a la mía a hacer las hallacas.
El frío llega, alcanza para no mantener encendidos esos para mí molestosos aparatos que hacen que me duela la cabeza. No soporto el frío, se lo he dicho hace un par de días a una querida poeta, quien me dice que le pasa lo mismo.
Conversamos mientras nos dirigimos al Panteón Nacional, y me olvido por un instante de lo que debo escribir, aunque siga latente la inquietud.
Ahora me pregunto: ¿Cómo hablar de algo a lo que a mí, en particular, como diría papá “no me quita el sueño”? Y es lo bonito de esta tarea: enfrentarse a lo que, aun siendo tradición, no es parte de mi “esencia” –si bien cabe aquí la palabra-.
Época navideña, tiempo de olores, sonidos, luces, luces y más luces que decoran la ciudad, la elevan por unas cuantas semanas, que, como bien saben las y los venezolanos que me leen, ya alcanzan los dos meses.
Y es que vuelvo a recordarlo, al menos para un país tropical como el nuestro, la Navidad parece ser todo el año. Si apartamos la ola consumista que nos traga, producto de la “globalización” neoliberal, que sigue colonizando gustos, creencias y formas particularmente efímeras de relacionarnos con “nuestros semejantes”, existe algo, algo como un eco que viene del fondo de esta misma tierra nuestra, que nos une y nos invita, al parecer de manera indispensable, a sabernos parte de una totalidad, llamémosla comunidad o ágape, como gustan los auténticos cristianos de sentarse en torno al banquete que los celebra como hijos de Dios.
Vayamos al grano: ¿De dónde nos viene la costumbre de comer pernil en Navidad? Para algunos, creyentes y no creyentes, la propia palabra “pernil”, está prohibida de su dieta diaria. Para otros, no. Digo esto y aparece mi amiga en el estado de una conocida red social dándole un mordisco a un gran trozo de carne, un compartir comunitario en medio de este tiempo de elección de los jueces de paz, por demás necesario.
Indago un poco más y no encuentro la fecha precisa, lo cierto es que vivimos en una comunidad donde hoy por hoy, decir pernil es decir Navidad.
El gobierno nacional no ha escatimado esfuerzos por que no falte la comida en nuestros hogares, y por varios diciembres consecutivos tuvimos el pernil en el horno de nuestras casas… No podemos obviar las difíciles circunstancias en que nos encontramos, las sanciones económicas son un duro golpe que sin duda afecta al mantenimiento de esta tradición. Sin embargo, ayer estuve en una emergente cadena de supermercado, y allí estaban venezolanas y venezolanos, comprando, aunque costoso, su pernil.
No ha desaparecido, por ahí está, esperando el que pueda comprarlo, dicen que varias familias se ponen de acuerdo y lo preparan, así como ahora, en este momento, yo acompaño a la mía a hacer las hallacas. Buen provecho para todas y todos y Feliz Navidad. Dios bendiga sus hogares.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ