03/02/25. "Bueno, nosotros somos de la Liga de la Justicia Social, un grupo de creadores de contenido político en Argentina. De todos los miembros, cuatro fuimos a Venezuela y grabamos videos mostrando la realidad del país, que claramente atenta contra lo que los medios argentinos y de mucha parte del mundo quieren vender. Mostramos eso y rápidamente fuimos amenazados de muerte, hostigados en redes sociales, publicaron dónde trabajamos nosotros, dónde trabajan nuestros papás, la dirección de nuestras casas. Publicaban nuestras casas y decían 'Ché, cuando los vean en Argentina o Venezuela, cáiganles a trompadas'. Organizaron un scratch, un linchamiento en el aeropuerto, que por suerte no supieron en qué avión veníamos. No lo lograron, pero todo fue organizado en redes sociales, por Twitter. Obviamente, eso nos provocó cambios en todas nuestras vidas. Yo, por lo menos, no he vuelto a casa aún, desde ese momento. Desde que publicaron la dirección de mi casa, no sé en qué momento pueden hacernos cualquier cosa, y están nuestras familias".
Claro, porque será que visitar Disneylandia no es consumir adoctrinamiento...
Este fue el testimonio de Facundo Pérez Ernst. Facundo es un joven abogado y político argentino cofundador de La Liga de la Justicia Social e impulsor de Juventud Candidata en su país. Como parte de su militancia política, Facundo ha desarrollado una prolífica trayectoria como influenciador, generando contenidos en redes sociales para generar conciencia, denuncia y en abierto desafío al régimen de Javier Milei y la agenda imperialista internacional.
Y Facundo vino a Venezuela, a la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro Moros, el pasado 10 de enero de 2025.
Esta política de asedio abierto se replicó en varios de los dos mil líderes y lideresas que participaron en el Festival Mundial Antifascista, celebrado justo esa semana. No sólo fueron abucheados con mensajes de odio en las redes sociales, sino que además recibieron ataques físicos. Nancy González, secretaria de la Unión de Músicos Sindical de Argentina, y de la Internacional Antiimperialista, junto a otras cinco compañeras, boicotearon la presencia del candidato Tuto Quiroga en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, quien había llegado a Venezuela en apoyo a Edmundo González Urrutia. El scracheo, les costó golpes por parte de un opositor por haber aupado al presidente Maduro.
¿Sólo turismo para la derecha?
El odio generalizado a estos simpatizantes al proceso revolucionario es muy simple. Haber sido invitados a apoyar la toma de mando del presidente Maduro era un pecado, ya que propiciar un paseo en la izquierda es mal visto. El principal argumento, es el dinero que "se gastó" para que estas personas nos visitaran.
Este reproche nos lleva a reflexionar en todos los viajes y giras que han hecho hasta ahora Lilian Tintori, Guaidó, María Corina, Edmundo, Ledezma, Capriles, Leopoldo y demás representantes de derecha en estos veinticinco años a denunciar los "atropellos a los derechos humanos" en Venezuela. La acera de enfrente no cuestiona las visitas de numerosas ONGs y grupos religiosos a nuestro país para traer su mensaje de libertad capitalista, ni de dónde vienen los fondos para urdir campañas que direccionen la opinión internacional.
Nadie sabe cómo hizo esa gente para organizar magnos eventos y conciertos, y luego huir en primera clase al primer mundo para jugar padel en Miami y dar clases en prestigiosas universidades estadounidenses.
La solidaridad internacional hacia nuestro gobierno revolucionario se condena como una campaña financiada para generar "propaganda totalitaria".Todo intento por visibilizar la agenda de la derecha en el mundo por parte de compañeros extranjeros es visto como "turismo político". Quiere decir que para el imaginario de muchos existe un turismo del malo, y un turismo del bueno: como el fascismo.
Claro, porque será que visitar Disneylandia no es consumir adoctrinamiento...
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ