“El teatro no puede desaparecer
porque es el único arte donde
la humanidad se enfrenta a sí misma.”
Arthur Miller
30/01/25. Según los físicos toda la materia no es más que un montón de átomos y/o vibraciones que interactúan y establecen las calidades y las características de eso que entendemos como el universo. En otras palabras, los sólidos, propiamente dicho, son densidades determinadas por las distancias y las interrelaciones entre los átomos. Si eso es con la materia, el asunto de la solidez se vuelve más complicado con el pensamiento, los sistemas filosóficos, sociológicos, sicológicos, económicos… por decirlo de alguna manera: son más bien gaseosos.
Hoy esa frase manida de salir de la zona de confort no es otra cosa que cambiar el kit para consumir de otra manera.
La física cuántica describe una realidad que antes parecía no existir. No ocurre como un invento, más bien como una descripción, aunque más abstracta, más cercana a lo que se observa. Con las llamadas ciencias sociales pasó más o menos lo mismo, la actividad humana está siendo enfocada en el consumo. No existe la ley de oferta demanda, no es por la fuerza de trabajo que se genera la plusvalía, sino por la compra imparable. El consumismo se convirtió en una de las estrategias de explotación, alienación y dominación más efectivas que ha sufrido la humanidad.
Los modelos de relaciones sociales han convertido al consumo en el parámetro subjetivo y objetivo de la vida: se vende y se consume las maneras de ser, la sexualidad, el hablar, la manera de relacionarse, de valorar, de ser libre. Hoy esa frase manida de salir de la zona de confort no es otra cosa que cambiar el kit para consumir de otra manera.
Creo que todo eso no transforma al ser humano, simplemente lo pone a bailar otra música y a mirar a través de otro cristal. Pero tanto quien mira como quien es mirado es el mismo de siempre. Con la misma pena y la misma gloria. Así que en materia teatral podemos insistir con Rengifo, Santana, Shakespeare, Sófocles, Ibsen… Eso seguro que tampoco es sólido; justamente por eso fluye en nuestra alma y en nuestra conciencia.
Aunque en estos días se escucha que el teatro en el mundo ya no es esa cosa vetusta que hacemos; que lo más “in” es que ni siquiera se hable en los escenarios: gestos, exclamaciones y no sé qué cuánto es la nueva teatralidad. Frente a ese otro embate que pretende leer la trama de nuestra cotidianidad haciendo silencio, hay que tratar de hablar y de estructurar “a la antigua” lo más que se pueda. No se elimina un hueco sacándole masa y volumen, por más cuántico que me lo cuenten.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098