14/03/25. Se oyen sonidos armónicos de semillas contenidas en unas especies de calabazas cubiertas por mallas coloridas. Allá viene un corazón, dicen al unísono varias cantantes y ejecutantes, las mismas que tocan el shekeré. Así es el nombre que recibe el instrumento en cuestión en este lado del continente y el grupo femenino se llama Las del Bembé. Tienen unos tres años como proyecto musical bajo la dirección del docente, luthier y percusionista Richard Parada, quien es conocido por los famosos talleres de shekeré en San Agustín del Sur.
Si bien abrazan y respetan las formas de las bases rítmicas ejecutadas con el shekeré, las combinan con sonidos que pertenecen a la música venezolana o latinoamericana.
A Parada se le ocurrió la idea de formar una banda sólo con mujeres que toquen este instrumento que, por lo general, se ve en hombres y en ceremonias de la cultura yoruba. Pero hay más, aparte de los cantos y estilos propios de esta tradición de raíz afro (por ejemplo, los toques de güiro), las chicas también ejecutan música afrovenezolana −gaita de tambora, fulía, quichimba, entre otras- y afrocolombiana como la cumbia. El grupo aún está trabajando en temas propios y versiones.

“Es una propuesta de música experimental y es bueno decir esto porque hay muchos puristas que hay que respetar. A partir de allí, empezamos a hacer el repertorio, ya tenemos siete temas con ritmos afrovenezolanos y afrocubanos”, comentó el músico.
La siembra del agbé
Se trata de un proyecto que no se puede considerar como tradicionalista. Si bien abrazan y respetan las formas de las bases rítmicas ejecutadas con el shekeré, las combinan con sonidos que pertenecen a la música venezolana o latinoamericana. “Es un instrumento no valorado ni reconocido y con un potencial. Gracias a esa semilla que Richard sembró en nosotras, ahora somos portadoras de la siembra del agbé –el primer caparazón cuando sale de la tierra- cada vez que tocamos, ensayamos, nos presentamos, para seguir mostrando la versatilidad de un instrumento tan pequeño y pareciera sencillo, pero tiene una profunda complejidad en su ejecución y tiene la grandeza de conectarte con la tierra”, señaló Ivonne Thompson, una de las integrantes, quien recordó que la primera clase con Parada fue mágica, ya que él las invitó a cerrar los ojos mientras hacía un ritual yoruba y ponía en las manos de cada alumna una semilla del agbé. Es una forma simbólica de decir que hay que cosechar y multiplicar el shekeré, ya que proviene de una planta que es familia de las cucurbitáceas (trepadoras, rastreras) y se reproduce así como la auyama. A su vez, el director recalcó que “dentro de esa primera calabaza, el agbé, hay un orisha que se llama Ajé y en África le rinden culto”.

Van a dar un bembé
Raisa Albornoz, Josnia Solórzano, Iziel Escalona, Sulyn Villaruel, Sorángel Ramos, Katherine Pérez y Omerling Venecia terminan de constituir el proyecto. Como se expuso, el shekeré es de origen africano y vino en la época de la trata de africanos esclavizados en América. No obstante, a Venezuela llegaron otros tambores, de allí que el instrumento no se vea en la música tradicional ni en festividades propias.
El director se ha dedicado a investigar el shekeré y cuenta con una sólida formación como percusionista. Su interés con el grupo y los talleres no es simplemente tocar, sino conocer la historia del instrumento, su adaptabilidad, y es por eso que no cesa en su búsqueda por conocerlo más. Bembé tiene dos significados: uno es fiesta o reunión; y el otro es celebración religiosa a los dioses. Parada señaló: “un día llegué y dije: vamos a ponerle las guataqueras del bembé y ellas se echaron a reír. ¡No vale!, vamos a dejarlo en Las del Bembé”.

POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA RICHARD PARADA