13/02/25. De la copiosa colección de boleros de burdel de Agustín Lara, no podemos dejar por fuera este emblemático Te vendes, que no va directamente a la mujer perjura, como los otros reseñados Pecadora, Aventurera y Pervertida, sino a la acción mercantil de la venta pura y simple del sexo de un amor sin esperanzas que pregunta inconsolable: “¿Quién pudiera comprarte? ¿Quién podría pagarte un minuto de amor?”, pero donde la gata se sube a la batea es cuando recrimina implacable: “La vida, la caprichosa vida/ Convirtió en un mercado/ Tu frágil corazón”. A pesar de lo rudo de algunos versos de sus canciones, él mantuvo siempre esa frontera de músico enamorado y comprensión con la vida que les había tocado llevar a aquellas mujeres de cabaret.
uno entiende que este hombre creó un idioma para enamorar...
Cuenta Dagoberto Tejeda Ortiz en la conferencia Agustín Lara: Romanticismo e identidad del bolero”, que Lara sobrevivió de cabaret en cabaret, enamorándose, cantando y tocando el piano, viviendo con muchas prostitutas, de donde vino su fama de seductor de mujeres o “mujeriego”. En esos ambientes, agregó Dagoberto, nacieron sus primeras canciones, donde las musas, las reinas y las diosas eran hetairas, mujeres fatales a las que cantó por despecho, con pesar, pero siempre con amor y poesía. Desde ahí salen temas como Pecadora, Aventurera y Pervertida, –ya comentados en entregas anteriores-, y esta de Te vendes".
Agustín tuvo diez parejas estables y seis o siete esposas, –algunos afirman que nueve–entre ellas, la diva del cine María Félix; una de sus intérpretes dijo: “uno entiende que este hombre creó un idioma para enamorar”. En el cine musicaliza la primera película sonora mexicana, Santa, de 1931, y actúa en otras treinta, entre ellas Novillero, Pecadora, La mujer que yo amé, La faraona y Pepe. Es precisamente en La mujer que yo amé de 1950 dirigida por Tito Davison y protagonizada por Elsa Aguirre y el propio Agustín Lara, en que canta este bolero. “La trama gira en torno a un triángulo amoroso y las complejidades de las relaciones humanas, destacando por su profundo análisis de los sentimientos y las consecuencias de las decisiones amorosas”. De hecho fueron varios los triángulos.
El personaje de Lara es un pianista enamorado de una joven paralítica, le paga una operación, pero, tras la recuperación, a instancias de la madre se prostituye, y una noche se presenta en el bar donde él toca en Veracruz, con un hombre rico, un tal licenciado, que al reclamarle por su vida y por su madre, en el altercado renuncia al bar, Rosita insta al tipo a obligarlo a tocar, y en la ficción, el viejo le corta la cara con un pico de botella, (ya sabemos que en la realidad fue Estrella), herido y amenazado por defenderla, se va derrotado y decide irse a la capital, donde alcanza fama y éxito. De paso descubre y hace famosos a Toña La Negra y Pedro Vargas en la película. Rosa se alegra al saber que él ha triunfado, sin embargo, se ha convertido en una prostituta callejera, pero le va con el cuento del deseo de redimirse, y que no puede vivir sin él, llama a la madre y le dice que Agustín se tragó el cuento, entonces le compra una casa, pero al poco tiempo, la madre y su chulo se instalan, y le buscan otro ricachón, un tal Leonardo, con quien la empata, y el hombre hace una fiesta para presentarla y contrata a Agustín y su orquesta. Cuando ella sale con el viejo a la fiesta, y Agustín la descubre, el viejo le pide que le cante, y él le ofrece a Rosita el estreno de su última canción, y le suelta esa perla de Te vendes, el viejo se molesta por la canción ofensiva, “Los hombres/ no saben apreciarte/ ni siquiera besarte/ como te beso yo”, le reclama que contratarlo salió bien caro, y Agustín le saca la plata y la rompe en su cara, y se va con sus músicos.
El Flaco de Oro tenía el verso de amor a flor de labios que cautivaba a prostitutas de ocio o necesidad, diferencia importante y necesaria: no es lo mismo ejercer el oficio porque te gusta cantar que hacerlo para dar de comer a hijos o a una madre enferma. Pero, en cualquiera de los casos, siempre con el privilegio de la variedad, para conocer en profundidad la calidad de los cariños, sean putas de planta o putas aficionadas al erotismo, por deporte casual. Agustín fue rey de reinas, y lo imagino carajito, porque desde temprana edad le tocó lidiar con ese divino personal: “Te vendes, quién pudiera comprarte, quién pudiera pagarte un minuto de amor. Los hombres no saben apreciarte, ni siquiera besarte como te beso yo. La vida, la caprichosa vida, se convirtió en un mercado tu frágil corazón”.
Corolario: que sea puta o santa, la mujer es el altar precioso donde ofrendamos plegarias los fieles del amor; y hasta los infieles porque, como decía Diego Rivera a Frida, lo importante es la lealtad.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ