01/02/2023. La calle tiene sus códigos. Quien los acata, sobrevive la selva de cemento. Los habitantes de la dimensión de la calle saben que existen leyes, normas, lealtades y afrentas: si te comes la luz, llevas del bulto. Estos hilos invisibles que sostienen el orden de la cotidianidad hacen que diversos grupos sociales puedan coexistir, producir y hasta amar en medio de la bulla, el humo y el desenfreno diario. En ese sistema de vida, una raza especial se destaca y tiende un puente de comunicación entre la calle y los comunes mortales. Se trata de los músicos y los artistas callejeros: juglares del asfalto que le rinden tributo a la inmortalidad de lo efímero a través de sus notas. Estos artífices de la belleza se arriesgan al peligro para conseguir el sustento a través de su vocación, brindando alegría y una energía diferente a quienes se paran a escucharlos. Muchos de estos músicos tienen estudios y formación: no son ningunos navegados. Algunos incluso ofrecen talleres en entidades del estado o laboran en espacios privados. La mayoría irradia una energía diferente, ya que no se trata de mendigos ni comerciantes. Los músicos de la calle juegan un papel esencial en el embellecimiento de los espacios abiertos al poner el pecho para elevar su vocación con dignidad.
Entre los músicos consagrados que alguna vez tuvieron por escenario la calle podemos contar a Edith Piaf, Tracy Chapman e Yva las Vegass, entre muchos otros. Aquí en Venezuela, tenemos el caso de Pablo García, insigne saxofonista de Cacri Jazz, quien de vez en cuando ofrece sus piezas en el Metro o el bulevar de Sabana Grande, y comparte sus responsabilidades con talleres de formación.
LA CALLE ES UNA SELVA DE CEMENTO
Esta pauta la intenté escribir hace tiempo, sin éxito. El primer músico que me cautivó fue un baterista como de cincuenta años que ejecutaba su instrumento en Sabana Grande, mientras seguía una pista con los éxitos de los Rolling Stones, ACDC, Iron Maiden, The Beatles y demás. Me decidí a abordarlo para entrevistarlo, y misteriosamente desapareció. Perseguí a un guitarrista que toca en el centro con pista de roqueros viejos, y por mala suerte perdí su teléfono. Luego traté de entrevistar a un gran amigo saxofonista que se me diluyó como agua hasta que por fin pude ubicarlo para este trabajo, un par de meses después. Este primer intento me demostró que los músicos urbanos siguen el ritmo del día a día, así que no es fácil dar con ellos aun cuando aparenten ser accesibles con su música.
Curiosamente, al decidir visibilizar a los músicos callejeros, empezaron a aparecer ante mis ojos un montón de creadores de diferentes estilos: un imitador de Juan Gabriel, un flautista, un violinista y demás. Por desgracia, no cuento con tanto espacio para incluirlos a todos, así que esta nota mostrará el testimonio de un rapero, un cantante de chatarritas, un conjunto de guitarristas y nuestro amigo saxofonista (que finalmente se dignó a hacerme caso).
LAS REGLAS DEL JUEGO
Si bien existe una Ley Orgánica del Ambiente Relativo a Ruidos Molestos y Nocivos, en Venezuela es necesario pedir permiso en la alcaldía correspondiente para no tener problemas. Si una persona va a celebrar un espectáculo en la calle, debe consignar una serie de documentos y una carta dirigida a la Superintendencia Municipal de Administración Tributaria (SUMAT), con atención a la División de Espectáculos Públicos, Propaganda Comercial y Apuestas Lícitas. Sin embargo, eso es cuando se trata de un evento más o menos grande. Cuando se trata de un solo músico, pueden hacer su presentación sin mayor complicación. En otros lugares del mundo, la cosa es parecida: por ejemplo, en la mayor parte de Miami Beach se permite tocar música en vivo en público sin un permiso, las únicas restricciones están en South Beach, donde se requiere permiso a través de una lotería del gobierno. Wikihow nos comparte esta recomendación:
“Algunas ciudades no requieren ninguna licencia para que puedas tocar música sin meterte en ningún problema.
Es probable que tengas que renovar el permiso una vez al año, pero esto dependerá de dónde vivas.
Evita tocar música en la calle si no has conseguido un permiso, ya que podrían multarte”.
Sin embargo, el peligro suele ser una constante. Tocar a la intemperie expone a los músicos a agresiones y hasta posibles robos de sus instrumentos o de su dinero. El músico debe estar muy alerta de la movida en la pista para poder salir ileso.
EN PRIMERA PERSONA
Conversamos con Sergio Méndez, Kdosis, Hernán Miranda y Oswaldo Rangel, quienes nos compartieron parte de su cotidianidad y quehacer artístico.
Sergio Méndez es muy querido en el círculo de los poetas y locos del centro. Sergio es saxofonista, y suele compartir escena con Pablo García. En eventos de calle ha prestado su saxo para amenizar, y siempre tiende un puente de amistad con quienes se acercan a escucharlo. Sergio nos comparte: “Mi experiencia en la calle no es la mejor. Sin embargo, he podido resolver parte de mi vida social ya sea porque surgían eventos privados o afines. Nuestra población no ve esta actividad como un trabajo sociocultural sino como mendicidad. ¿Por qué preferí las calles? Porque fue un espacio social que no fue tocado. También, por considerar la música el patrimonio natural de la humanidad, que va y viene por las calles con sus miedos, dolores, preocupaciones, alegría, pasiones y un sinfín de inquietudes. Aquí la música cumple su papel preponderante de aliviar de una u otra forma esa tristeza”.
Kdosis (Luis Daniel Salazar) es un joven de veintiún años que descubrí en una buseta rumbo al Silencio. El muchacho se había montado con un compañero a rapear e improvisar líricas a partir del aspecto de los pasajeros, creando un número musical humorístico. Kdosis no se ha quedado ahí, y ha creado un canal de Youtube, ha grabado un video clip y se mantiene muy activo en la movida del hip hop. “Ha sido una buena experiencia. Uso esto para cambiar mi estilo de vida a través de mis composiciones. Quiero que otras personas se sientan identificadas con lo que hago. Es bonito luchar por un sueño y las cosas que me gustan. Quisiera cambiar mi vida a través de la música. Ese es mi objetivo. Mi fuerte es escribir rap y trap, reguetón. No me encasillo en un solo género, sino que quiero ensayar y fallar en todos los géneros que fuera posible. Mi sueño no es hacer música en la calle. Lo hago porque es la manera más fácil de generar ingresos para pagar mis estudios. Me encuentro personas maravillosas y amargadas. Es una experiencia bonita, porque hay quienes valoran lo que hago.
Hernán Miranda nos cautivó en el Café Venezuela con una sentida serenata de boleros. Junto a su compañero Rafael toca la guitarra y envuelve la atmósfera con un aire de nostalgia. Miranda tiene treinta años de experiencia como músico. “Para mí no ha sido difícil salir a tocar a la calle, debido a que mi primer trabajo desde mi juventud ha sido la música. He trabajado en restaurantes, tascas, reuniones familiares, etcétera. Toco guitarra y acordeón. Mi estilo musical son los boleros, baladas y rancheras. Por la situación económica he tenido que salir a trabajar con la música a la calle, para completar los gastos de mi hogar, ya que mi jubilación no me alcanza. Quisiera tener un contrato fijo de tres días a la semana. Somos un dúo de requinto y guitarra con muchos años de experiencia.
Oswaldo Rangel llegó un día al metro con una corneta y su voz, para deleitarnos con canciones de Nicola Di Bari. Los viajeros tarareaban en voz baja sus canciones, y él muy decentemente nos ofrecía un pequeño recital de un vagón a otro. Oswaldo vivió un tiempo en Colombia, y se devolvió a Venezuela. “Canto los viernes en un restaurante en el Centro Comercial Los Ruices. El resto de la semana, tomé la decisión de subirme al Metro. Aún teniendo una condición de salud como diabético, salgo todos los días a ganarme la vida. En Colombia estuve a punto de dedicarme a vender caramelos, pero decidí seguir mi vocación. En el Metro han pasado muchas situaciones: unas muy desagradables, otras bonitas. He tenido problemas con la policía. Una vez, me detuvieron y me dieron dieciocho cachetadas, aflojándome una muela. Desde niño me ha apasionado la música. Mi repertorio es más antaño. Canto todos los géneros.
ESCUCHA LOS SONIDOS
Cuando salgas a la calle, presta atención a los artistas del asfalto. Son creadores que apostaron seguir sus sueños corriendo toda clase de peligros y que le dan un toque especial de humanidad al día a día que vivimos. Los músicos de la calle merecen todo nuestro apoyo y consideración.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍAS ALEXIS DENIZ • @denizfotografia