10/04/25. Estoy enamorado de Summer. Amo su sonrisa, amo su cabello, amo sus rodillas, amo cómo uno de sus ojos está un poco más arriba que el otro, amo la marca de nacimiento en forma de corazón que tiene en su cuello, amo la manera en que luce con mi franela de Clash, amo cómo se ve cuando duerme, amo el sonido de su sonrisa, amo la manera en que pienso en ella cuando escucha esa canción, amo cómo me hace sentir. Como si todo fuera, como si la vida no sé…valiera la pena.
Nadie nunca quiere terminar mal una relación de pareja... Lo más sensato es procurar cerrar el capítulo de una relación fallida de la manera más civilizada posible.
¡Odio a Summer! Odio sus dientes torcidos, su corte de pelo con estilo de los 90', odio sus rodillas chuecas, odio su cabizbajo y ojo asimétrico, odio la manera en que duerme, odio la manera en que se ríe. De la película 500 días con ella (Mark Webb, 2009).
"¡Eres un pobre hombre, un mediocre y un envidioso oportunista! ¡Y si te atreves a hacerme algo, te destruyo!" Mientras le lanzaba la ropa por la ventana, Carlita culminaría así su tórrido idilio con Félix Arturo. Dos años de amores intensos terminaron por la puerta trasera, en medio de maldiciones e improperios.
Hace dos años, se vieron por primera vez en una fiesta de amigos. El flechazo fue instantáneo. Félix piropeó a Carlita, y desde entonces no se despegaron. Ya en la primera cita, se estaban comiendo a besos, y a los pocos días horizontalizaron el asunto.
Por desgracia, la pasión dio paso a los desplantes; y la esfervecencia empezó a transformarse poco a poco en rivalidad. Las ilusiones fueron desinflándose, tiñendo el amor de una profunda amargura. Félix empezó a coquetearle a otras chicas, mientras Carlita ya no veía tan admirable al objeto de su afecto. Un buen día, las faltas de respeto llegaron al punto de no retorno, generando el silencio.
Del amor al desamor
¿Por qué terminamos odiando a alguien a quien amábamos? Curiosamente, el odio no es precisamente falta de amor, sino todo lo contrario. Se trata del mismo sentimiento pero desde la frustración y la tristeza. Cuando el sentimiento no es correspondido, y se suscitan faltas, la indignación pasa a transformar la pasión en furia. Es cuando se desencadenan enemistades furibundas, en las que buscamos resarcir la burla.
Es posible incluso que el amor sí sea recíproco, pero surgen juegos de poder, inmadureces, tal vez los miembros de la pareja dejan que la familia se meta en sus asuntos íntimos, y quizás el éxito de uno opaca la seguridad del otro.
En las situaciones más inocuas, una pareja que desemboca en el odio, simplemente se enemista y cada uno se lanza maldiciones e improperios y ya. Por un tiempo puede que vivan su telenovela de amor y dolor ante la mirada expectante de su entorno. El peligro radica cuando el desprecio va más allá, y la integridad física corre peligro. Tenemos así, que la cantidad de feminicidios que se contabiliza todos los meses en Venezuela es una triste consecuencia de un mal amor mal llevado. Mucho más grave se pone la cosa si hay hijos de por medio que tengan que hacer de testigos obligados de la violencia.
El imaginario del desamor ha generado así innumerables obras, como la tristemente célebre ópera Carmen, de Georges Bizet. La película La guerra de los Roses también retrata el amor agrio de un matrimonio venido a menos. Los boleros se han nutrido bastante del desencuentro, que pareciera ser la experiencia más común en el enamoramiento.
SOS salud mental
Nadie nunca quiere terminar mal una relación de pareja. Cuando no nos quieren, es muy comprensible que uno se sienta burlado, por todo el tiempo y energía invertidos. Lo más sensato es procurar cerrar el capítulo de una relación fallida de la manera más civilizada posible. Sin embargo, comprendemos que no siempre el otro tiene responsabilidad afectiva, y puede incurrir en insultos, deseos o simplemente desaparecer sin dar la cara.
Pero que el otro no lo quiera a uno bonito no necesariamente define nuestra valía personal. Ante el desamor y la burla, se hace imperante volver a nosotros mismos y sanar las heridas para no tener que repetir patrones enfermos.
Si sentimos odio por nuestra expareja, es imprescindible hacer un alto en silencio. Seguramente seguimos enamorados, y simplemente no sabemos cómo manejar el desamor con dignidad.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta