28/04/25. Rubby Pérez, un verdadero ícono de la música dominicana y latinoamericana dejó una huella imborrable para todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo y disfrutar de su arte. A lo largo de una brillante carrera, no sólo se destacó como un talentoso cantante, sino que también se convirtió en un símbolo de alegría y vitalidad. Su voz, considerada la más alta del merengue, ha sido el alma de las celebraciones de quienes, durante más de cuatro décadas, han bailado y coreado sus inolvidables canciones.
Gracias, por tanto, Rubby....Tu música es el soundtrack de mi infancia en los años ochenta, y con alegría y entusiasmo seguirá presente en mi corazón...
Sin embargo, más allá de su indiscutible talento musical, lo que realmente lo hacía especial era su talante como ser humano. Abrazó cada día con una pasión inquebrantable, enfrentando los retos con entusiasmo, carisma y una sonrisa que iluminaba a todos a su alrededor.
A medida que avanzaba hacia la adultez mayor, no se dejó llevar por la idea de que el retiro de los escenarios significaría el final de sus proyectos. Al contrario, a sus sesenta y nueve años, continuó trabajando en nuevas canciones y colaboraciones, demostrando que siempre hay espacio para la creatividad y la innovación, sin importar la edad. Su capacidad para reinventarse y adaptarse a los cambios en la industria musical era verdaderamente admirable.
Además, fue un ferviente defensor de la importancia de mantener una mentalidad positiva y activa. En diversas entrevistas, compartía su filosofía de vida, que giraba en torno a la idea de que cada día es una nueva oportunidad para aprender y crecer. Esta actitud no sólo lo ayudó a mantenerse vigente en el mundo de la música, sino que también inspiró a muchos a seguir sus pasos.
En un mundo donde a menudo se subestima a los artistas mayores, Rubby Pérez nos enseñó que la alegría, la pasión y la creatividad no tienen fecha de caducidad. Cada proyecto que emprendió queda como testimonio de su compromiso con la vida y su deseo de dejar una marca positiva en el mundo.
Pero detrás del artista vibrante, había un hombre de familia que, en su fuero interno, anhelaba una vejez tranquila, rodeado de sus seres queridos y de sus animales en el campo. Su amigo y compañero en la orquesta de Wilfrido Vargas, el cantante hondureño Jorge Gómez, evocó este deseo en un emotivo testimonio que hizo público en las redes sociales, a pocos días de la lamentable partida de Rubby.
Todavía la comunidad musical de América Latina y sus seguidores siente esta dolorosa e inesperada partida, pero también celebran su legado.
Gracias, por tanto, Rubby. En lo personal, te lloré como lloré a mi papá. Tu música es el soundtrack de mi infancia en los años ochenta, y con alegría y entusiasmo seguirá presente en mi corazón, así como en los corazones de los venezolanos.
POR KEYLA RAMÍREZ • @envejecer_siendo
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusaranha