25/05/25. Lleva el nombre de la hija de Aladino Ibrahím, uno de los copropietarios del establecimiento comercial. Daialah es una palabra árabe que significa “flor bonita”, pero también se le llama de esta forma al área florecida que queda después de que un río vuelve a su cauce, lo cual queda muy bien representado en la decoración.
"Tenemos productos de primera calidad en nuestra cocina”, todos con el Certificado del Centro Islámico de Venezuela... el pan lo hacen allí tras escena, sin el alboroto industrial, igualmente, las salsas y cremas de garbanzo, pimentón o berenjena...
Está ubicado entre puente Anauco y puente República, a doscientos metros del hotel Waldorf y del Sambil de La Candelaria. Lo conocí gracias a Ricardo, mi compañero de vida, cuando me brindó una parrilla mixta de kafta de cordero, lomito, pechuga y alitas de pollo, con pan artesanal de sémola y vegetales asados. Una hermosura de plato que sedujo tanto mi vista como el paladar.
El sábado, Día Nacional de la Poesía, Mili (fotógrafa de Épale CCS) y yo, fuimos a Daialah a probar este plato. La vi encantada, degustando cada ingrediente y tan maravillada como yo la primera vez que los probé.

Ricardo y Melissa, mi hija, pidieron una pizza margarita para dos personas, y completamos el menú con airán dulce, una bebida a base de yogur, agua de rosas, hierbabuena y sirope de parchita. Las especias con las que elaboraron el conjunto de cremas y la pizza de pan árabe, nos hicieron viajar a ese rincón místico entre desiertos y mares a millas de kilómetros de Venezuela.
Después de devorar con pasión todos los alimentos, nos tomamos una copita de shai: té negro con canela, que nos ofrecieron las chicas que allí atienden. ¡20 puntos! Para la atención.
Aladino Ibrahím, a quien nombré al principio, recibió al equipo epalero y nos reveló que Daialah empezó a funcionar como carnicería y restaurante, hace seis años. Pese a la pandemia, logró crecer gracias a sus clientes. “Nació para hacer comida libanesa lo más original posible. Sin, trampearla tanto. Sin occidentalizarla”, nos contó con vehemencia.

¡Mantente sano, come Halal!
Como fieles del islam, ofrecen carne halal, que es una práctica musulmana que “beneficia” al animal según las reglas de la religión, y para ello, deben respetar su bienestar y garantizar que no sufra.
Aladino nos explicó que es una carne que recomienda a quienes no son musulmanes porque es sana ya que, durante el sacrificio, el animal “expulsa toda la sangre y quede la carne limpia y apta para el consumo humano”. Se considera este procedimiento una práctica más humana que incluye oraciones y la invocación de Allah (dios en árabe), en consecuencia, quienes no somos creyentes, podemos asociarlo al agradecimiento.
“Es una carne bendecida, bajo las normas del Creador. Es una forma de agradecimiento a esa otra vida que va a dar”, relató nuestro interlocutor, resaltando los beneficios que tiene para nuestra salud comer carne halal.
Para certificar que sus productos estén bajo estas normativas, Aladino y sus copropietarios, se dirigen hasta la granja donde presencian la ceremonia donde la gratitud y la presencia de Allah, son fundamentales.

Un menú certificado
“Tenemos productos de primera calidad en nuestra cocina”, todos con el Certificado del Centro Islámico de Venezuela. De hecho, el pan lo hacen allí tras escena, sin el alboroto industrial, igualmente, las salsas y cremas de garbanzo, pimentón o berenjena cuya ración pueden adquirir en cinco dólares.
El famoso tabule, una de las ensaladas preferidas por los y las comensales, en ocho dólares. Las parrillas desde 15 dólares, la ración de falafel en cinco dólares y el kibbe frito en ocho. Los shawarmas entre cinco y siete dólares, y si amas las pizzas, tienes opciones desde tres dólares y la libanesa en ocho.
Hay combos de tres shawarmas por 12 dólares, de 60 sfihas (pastelitos de carne) más airán por catorce. Te recomiendo el airán dulce de 900 ml por cuatro dólares para acompañar estas comidas. Aunque también hay variedades como la limonada libanesa a tres dólares, el vaso.
En Daialah también puedes comprar tus alimentos crudos para llevar a casa, pasapalos y charcutería, todos elaborados bajo la práctica halal.

Cultura y resistencia
No podía irme del lugar sin preguntarle a Aladino su opinión sobre cómo el sionismo se ha querido apoderar no solo de las tierras libanesas y palestinas, sino también de sus culturas, incluyendo la gastronomía.
A esto respondió: “somos hijos del mismo dios, y las culturas están para ser compartidas, pero no para ser robadas por ningún poder”. Compartimos ideas sobre la opresión del Estado sionista contra el pueblo de Gaza y de su país, y terminamos la conversación recordándonos que: “Palestina será libre”.

POR SARAH ESPINOZA MÁRQUEZ • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍA MILENI NODA •@milenisimaa