05/06/25. Papá hace meses que no viene a la casa. Tampoco ha escrito por WhatsApp para ver cómo estamos, o cómo está él. A veces se me olvida cómo habla. Mamá se desespera, porque tiene que trabajar y, además, atendernos a mí y a mi hermano menor cuando llega a la casa.
Cuando la sociedad culpa a las mujeres de ser las responsables del abandono, se simplifica la irresponsabilidad del padre y se normalizan esas actitudes del género masculino...
La presencia de un padre es innegociable; debe ser emocional y económica, aunque este se encuentre separado de la madre. La figura paterna brinda seguridad y bienestar a las infancias, pero, para que sea así, debe ser una paternidad comprometida, es decir, no puede ser intermitente, a medias o ausente.
Cuando me refiero a padre ausente o "abandonador”, describo a aquel que no está física ni emocionalmente para sus hijos o hijas. Pudiera cumplir con sus compromisos económicos, pero si no asume sus demás obligaciones (cuidado, corrección, acompañamiento, educación, recreación, salud), continúa reafirmando su abandono en otros ámbitos.
Aunque hay casos como el padre que migró, y que sigue siendo atento pese a las fronteras, lo habitual es que un hombre, al terminar su relación con una mujer, tome la decisión de distanciarse de los hijos e hijas en común.
¡Vaya usted a saber qué los lleva a decidir que la fractura en una relación sexoafectiva con su expareja, significa también la ruptura del vínculo con las infancias que procreó junto a ella!
Para la sociedad machista, las mujeres deben callar ante esa intermitencia o ausencia total, porque el sistema patriarcal les achaca como un rol natural de las madres, el cuidado y los sacrificios por la familia; normaliza el abandono de los padres y culpa a la madre que reclama. “No les hables a tus hijos mal de su padre”, “les sembraste odio hacia su papá”, “eres la culpable de que los niños no quieran estar con él”, “deja que con el tiempo se dan cuenta”.
Algunas mujeres actúan desde la rabia que les genera tener que lidiar sola con toda la carga económica y emocional. Y sí, les hablan mal de sus progenitores, a sus hijos e hijas. Pero otras guardan silencio y con los años, ese mutismo se convierte en consecuencias a su salud emocional y física.
Es un mito que las mujeres tenemos que encubrirles, a los padres ausentes, la falta de compromiso y la evasión de su responsabilidad. Si tu hijo o hija pregunta por ese abandono, será necesario hablarle desde el respeto, sin hacerle sentir culpable y reafirmar el amor que sienten por él o ella, tú y su entorno social.
Esconder las malas acciones del padre, sólo perpetuará estereotipos que los varones podrán repetir; entretanto, las niñas aprenderán a soportar. Es necesario concientizar sobre las responsabilidades que adquieren tanto padre y madre al momento de decidir sobre el nacimiento de otro ser humano.
La responsabilidad no es únicamente económica o emocional, es bañarles, vestirles, hacerles de comer, llevarles a consulta médica o a la escuela, encenderle la televisión, ayudarle con las tareas, llevarles al parque, y el largo etcétera que implica.
¿La culpa es de la mujer?
Según los roles de género impuestos por el sistema patriarcal, los hombres son proveedores de la familia, distanciándolos de otros deberes como padres y dejándoles la mayoría de la carga a las madres. Cuando ocurre el divorcio o la separación entre mamá y papá, el hombre machista, que se siente respaldado por ese sistema, se desentiende de las infancias a su cargo, en ocasiones, hasta en lo económico.
“Tú ves qué haces con la niña”, “no soy tu cajero automático”, “¿quién te mandó a dejarme?”, le dijo el fulano cuando se divorció de ella. Cuando la sociedad culpa a las mujeres de ser las responsables del abandono, se simplifica la irresponsabilidad del padre y se normalizan esas actitudes del género masculino.
Ambos mitos reproducen una narrativa negativa sobre las mujeres y justifica a los padres ausentes. Es fundamental desmantelar estos estigmas y reconocer la complejidad de las relaciones familiares, apoyando tanto a madres como a padres en su papel como cuidadores y educadores.
POR SARAH ESPINOZA MÁRQUEZ • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ