06/06/25. Todo luce desordenado, con tambores de distintos tamaños regados, pedazos de madera sin pulir, maracas, esculturas artesanales, herramientas de todo tipo, máquinas con varios usos, polvo, aserrín y más elementos fuera de su lugar. El espacio es como un microcosmos de su dueño. Pero en ese caos hay un orden, y es el que establece el artista cuando va a trabajar. A Fidel González se le ve poco, se mantiene prácticamente ocupado en su oficio: fabricar y reparar instrumentos de percusión afrovenezolana y caribeña. Tiene veinticinco años con su taller, y treinta y cinco en la investigación.
...cuenta con una amplia trayectoria artística que no todo lutier puede tener. Si algo caracteriza a este creador integral es su infinito amor no sólo por los instrumentos, sino por la música.
En San Martín es donde se halla su recinto de labores. Además de lutier, es músico, artesano, carpintero y artista plástico. González es de la parroquia San Juan, y estudió dibujo y pintura en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, de donde se graduó en la mención Escultura en los años ochenta. Ya desde muy joven manifestó esa inquietud por las artes y especialmente por construir.
Después, estudió música afrocaribeña con el maestro Miguel Urbina. Más tarde, hizo talleres en la Fundación Bigott de la mano de otro reconocido maestro: Alexander Livinalli. Y así, González se fue formando hasta que se le despertó el interés por hacer instrumentos. “Y con el maestro Ramón Cerezo, que en paz descanse, hice un taller de construcción de instrumentos, cosa que a mí ya me inquietaba porque estudiando percusión, todos los días era un género diferente y un tambor diferente, entonces, yo dije: para hacer estos tambores hay que echarle, –risas–. Porque este toca quichimba, aquel toca fulía, y así. Ya yo había trabajado con la madera en las esculturas”, comentó el artista a propósito de esos inicios en la lutería.
Investigar como parte del trabajo
González es un señor amable, y está presto a enseñar sobre su arte. Habla sonreído, y recorre todo su taller de una planta y un segundo piso al final, donde se encuentra una especie de cuarto pequeño e improvisado. Hasta las escaleras de madera las hizo él mismo. El lugar es acogedor y luminoso. Mientras el artista habla, va caminando de aquí pa’llá. “Estos tres tambores hacen un juego, son los tambores batá que hacen una familia”, dijo mientras los enseña. “Esto es un redoblante de Guatire”, y así continúa la muestra como si se tratara de una galería donde él es el guía.
Para el lutier de San Martín la investigación y el trabajo de campo son importantes. El conocer los tipos de instrumentos y los géneros, cómo se tocan, los materiales, el tipo de madera, todos estos elementos se relacionan. “Como te dije, yo venía con ese conocimiento sobre la madera por las esculturas. Ahí despertó mi inquietud sobre esto, que si dónde buscar la madera, y a hacer mi trabajo de investigación en Curiepe con el maestro José Bernardo Sanz –reconocido cultor–, en paz descanse. Me iba a los pueblos a buscar árboles. También estudié con Carlos Gutiérrez, en Hornos de Cal. Su técnica era la tonelería, con eso hacíamos tumbadoras. Era la técnica para hacer los toneles, los barriles”, refirió.
Fidel González ha trabajado con numerosos artistas, incluyendo Un Solo Pueblo, Orlando Poleo, Dimensión Latina, Lapamariposa, Mina y pare de contar. Además de participar en festividades de tradiciones venezolanas. También ha formado a otras generaciones, incluyendo al recordado Willy Mayo, y de esa manera cuenta con una amplia trayectoria artística que no todo lutier puede tener. Si algo caracteriza a este creador integral es su infinito amor no sólo por los instrumentos, sino por la música.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOGRAFÍAS MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
