18/06/25.

—Mamá, ¿qué son esos tubos?

—Es una obra de arte hijo.

—¿Una obra de qué?

—De arte…

—¿Unas tuberías? ¿Lo hizo un mecánico, un ingeniero?

—No, es una obra de arte, la hizo un artista…

Los artistas trascienden a su tiempo, como si nacieran para decirnos muchas cosas con un lenguaje de formas, colores y sonidos que sólo podemos captar si estamos dispuestos a entrar en ellas y dejarnos envolver…

—¿Quién?

—Un señor que crea objetos maravillosos para su contemplación y disfrute.

—¿Y cómo se llama?

—Soto, Jesús Rafael Soto.

—¿Quién es él?

—Buena pregunta, me gusta que la hagas, Soto es un artista que nació en Ciudad Bolívar un 5 de junio de 1923 y se hizo universal. Los artistas trascienden a su tiempo, como si nacieran para decirnos muchas cosas con un lenguaje de formas, colores y sonidos que sólo podemos captar si estamos dispuestos a entrar en ellas y dejarnos envolver…

—¿Cómo es eso?

—Fíjate, ¿ves esos tubos?, pues son más que tubos, es una obra que se llama Cubo virtual azul y negro con progresión amarilla, y  mira cómo nos invita a verla desde aquí arriba y desde abajo, bajemos a la estación del metro. Mira ahora hacia arriba, están conectadas de alguna manera, ¿no crees?

—Así parece… pero mira mami, suenan…

—Así es, Soto nos hace pensar que la obra está viva, como nosotros, las hace parte de quien mira y escucha... Un maestro, un poeta, me dijo una vez que Soto estando en Ciudad Bolívar, vio cómo caía la lluvia desde un techo de zinc y cómo se veían los colores a través del agua y quiso fijar ese momento, replicándolo, incluyendo el sonido que producía. Tal vez allí nació esa vocación maravillosa que hoy vemos en sus obras.

—Como si adornaran…

—Alguien puede pensar que es un adorno, pero no, es arte, el arte nos mueve, este tipo de arte camina con nosotros, aunque la veas allí, esta obra, si te fijas en ella, hará que no seas el mismo después de verla. Eso es lo grandioso del arte.

—¿Y cómo se llama esta obra? ¿Cuándo la hizo el señor Soto?

—Esta obra se llama Cubo virtual azul y negro con proyección amarilla y la hizo dicen para “tapar” unos ductos de ventilación, pero él fue más allá de eso, y redimensionó lo que es andar tanto arriba, como aquí abajo, en el metro. ¿No te has fijado que el metro, aunque casi siempre andemos apurados, nos invita a ver, a sentir, el arte?

—Umm… más o menos, siempre ando como distraído…

—No te preocupes, a todos nos pasa, tal vez el arte también sea eso, nos invita a captar nuestra atención, a re-orientar-nos… ¿Sabes que este tipo de arte se llama “cinético”?

—Cine… ¿Qué?

—Cinético…

—Ah, como el cine…

—Jejeje, sí, como el cine… implica movimiento, figuras que se mueven y además, se oyen, algunas se oyen, como los móviles que tienen algunas casas…

—Ah como el de la tía, que tiene unos palitos…

—Exacto, hay algunas obras, por ejemplo de Soto, que no se mueven, están fijas, pero si tú te mueves y sigues viéndolas, parece que así lo hacen. Entonces parecerá que es un juego, luz, color, sonido, cuando se mueven y así, dejamos de ser simples espectadores, como te dije: estamos de alguna manera dentro de la obra… y así la obra no puede ser, existir, sin nosotros. Tal vez esto siempre fue así en el arte, pero con estas obras, la invitación a ver y a sentir implica que quien la ve, debe, necesariamente, moverse y así la obra también lo hace. Y cuando, en algunas obras de Soto, las varillas las mueve el viento y las hace sonar, entonces, podemos decir, que la obra está viva sin que nadie las contemple.

—Qué interesante mamá, qué interesante…

—Sí, pero más aún lo que te diré: Soto tocaba cuatro, es decir, era músico también, tocaba cuatro en las calles de París cuando era prácticamente un desconocido en esa tierra, y seguía creando y creando hasta hacerse universal… pues hizo lo que ningún otro hizo, fue único, como todo gran artista, y hoy sus obras están en museos muy importantes, como el Pompidou, allá mismo en París, y en Caracas lo tenemos por doquier, a manera de constelaciones que iluminan nuestro andar…

—¿Dónde están mamá?

—Bueno, esta es una, pero te acuerdas de esa esfera que vemos en la autopista Gran Cacique Guaicaipuro, también la llamamos Esfera de Soto, porque fue él quien la hizo…

—¿La esfera roja?

—Exactamente, símbolo indiscutible de nuestra ciudad. Pero también, tenemos su obra en el techo del Complejo Cultural Teresa Carreño Cubos virtuales blancos sobre proyección amarilla; en la sala José Félix Ribas sus Pirámides vibrantes; en el Centro de Acción Social por la Música su Gran virtual amarillo…

—En muchos lugares…

—Sí, en muchos lugares, tantos que quizás nos hemos acostumbrado, aquí en Caracas, a ser parte del arte, de grandes creaciones artísticas de Soto, que a veces no nos damos cuenta que también somos parte de ellas.

—Así que también nosotros somos arte…

—Sí, somos arte, creación incesante que crea, la vida…

—Muchas gracias por tu explicación mami, ¿podemos ir a la esfera roja a tomarnos una foto?

—Claro, claro que podemos ir, pero recuerda, por favor, esto que te dije, lo aprendí de grandes maestros como Soto. Y no olvidemos que Soto tiene un museo creado por otro grande, el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, en Ciudad Bolívar, donde se resguardan setecientas obras del mismo Soto junto a más de cien de otros artistas.

—Sí mami, lo recordaré, muchas gracias.

—Gracias a ti.

POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ  HERNÁNDEZ• @pasajero_2

FOTOGRAFÍAS NATHAEL RAMÍREZ • @naragu.foto