27/06/25. A Manuel Corona se le considera el más apasionado juglar de la mujer cubana, y por él se hicieron famosas algunas canciones de su pluma, desconocidas hasta entonces, a partir de Doble inconciencia, Mercedes, Aurora, Longina, Santa Cecilia, Una mirada, Adriana, Tu alma y la mía, A Rosa, Edelmira, Alejandra, Eva moderna, Cubana hermosa, Isabel, Santa María, Amelia, Rosa negra y muchas otras, salidas del genio de Manuel, que no tuvo academia y su formación, fue autodidacta.
Corona ... se enamoraba frecuentemente, y ante cada amor o fracaso surgía la inspiración, para componer un bolero o una canción.
Manuel Corona fue considerado por Luis Hernández Serrano, “El trovador cubano que más piropeó a las mujeres” pero aparentemente, no tuvo mucho éxito, salvo con Mercedes Martorelli, con quien tuvo una hija, María Luisa, que falleció a los cinco años de edad, y le inspiró una triste canción titulada Voló María Luisa. A ella, dedicó el bolero Mercedes, que estrenó María Teresa, a sus dieciséis años, en su debut en el teatro Politeama, y despidió a la Martorelli, con el bolero Últimas palabras, que fue, por cierto, la respuesta al bolero Merceditas, por Sindo Garay.
Pero, volvamos al caso de Manuel Corona. No fue feliz en sus amores, como diría Lino Betancourt, el cronista ancla de Contar la Trova. Pero agrega que: “La única mujer a quien amó de verdad y, según parece, contrajo nupcias con ella fue con Eulogia Real, a quien le decían 'Yoya'”. Le dedicó varios boleros, como los titulados Te quiero tanto, Mi amor, A Yoya y otros que no fueron inscritos y se perdieron. Asimismo, nos indica: “Cierta noche conoció en una recepción en el domicilio del senador Martín Morúa Delgado a una hermosa joven llamada Alfonsa Rosado, e inspirado en su belleza le compuso Las flores del edén y La Alfonsa. Pero ese amor no tuvo mayores consecuencias”. Y la guinda que le faltaba al pastel, es un hermoso cuento, por la inspiración, pero tristísimo por el desenlace de sus derechos de autor. En 1901, Corona tuvo amores con una mujer llamada Leovigilda Ramírez, a la que le dedicó el bolero Doble inconsciencia. Según se desprende de sus versos, ella se dedicaba al milenario ejercicio de la prostitución. Corona, según él mismo declaró, se enamoraba frecuentemente, y ante cada amor o fracaso surgía la inspiración, para componer un bolero o una canción.
Gioia o Yoya, se dice que fue el gran amor de su vida y su esposa de muchos años, con quien también tuvo una hija, Fela, que lamentablemente se suicidó a los diecisiete. Y aunque usted no lo crea, si bien con Longina aparentemente no hubo nada, dudo mucho, porque la hermosa Longina, quiso que la enterraran al lado del maestro. “No fue hasta el 25 de diciembre de 1989 que se pudo cumplir su voluntad. Desde ese día, sus restos descansan en el cementerio de Caibarién junto a los del hombre, que hizo que la historia llamara por segunda vez en la vida, de la hermosa mujer de pueblo. Frente al sepulcro de ambos se cantó la imperecedera canción”.
Por Eduardo Vasquez Correa, nos enteramos sobre, Longina, canción que estrenó María Teresa Vera (Teté), el 15 de octubre de 1918, –como ya lo hemos dicho-, no en un teatro, sino en el humilde solar donde vivía Teté en la calle San Lázaro 201, entre Lealtad y Escobar, que para consuelo de pobres se llamaba La Maravilla, ¡el solar de la Maravilla!
El inmenso Corona, como le decía el poeta Nicolas Guillén, tenía la costumbre de contestar a sus contemporáneos de la Vieja Trova, pero no era por rivalidad, era como un afecto fraternal, entre ellos. “A Gela hermosa, de Rosendo Ruiz, respondió Corona con Gela amada; a Timidez, de Patricio Ballagas, contestó con Animada; a Rayos de oro, de Sindo Garay, replicó con Rayos de plata; a Jaime Prats, autor de Ausencia, él contrapuso Ausencia sin olvido; a Ella y yo (conocida por El sendero), de Oscar Hernández, respondió con Tú y yo.
Pero lo más curioso es que, hasta él mismo se respondía, como fue el segundo bolero dedicado a Longina, que es como una parte 2, porque arranca diciendo: “Te he vuelto a ver, Longina, seductora,/ Pero mujer sensacional/ Eres la rosa más linda/En el pensil tropical/". Tranquilos, que yo tampoco entendí lo de pensil, y según el diccionario es un jardín delicioso, al respecto debo medio recordar, que Corona, leyó muchos de los grandes poemas y libros de la literatura universal que, si mal no recuerdo, fue en la biblioteca de los Aramburu, hogar de Guillermina, la compositora de Veinte años, y amiga de la infancia de María Teresa Vera, que Manuel visitaba con frecuencia, y perfeccionó la guitarra en Tete, a la que la había iniciado El Negro José Diaz. Sin embargo, vale decir que, estas contestaciones, no fueron sino el fruto de la admiración y la cordial rivalidad existente entre los autores, además de ser esta, una práctica entonces frecuente entre los compositores. Cuenta Vásquez, que cinco años más tarde, Corona le dedicó a Longina otra composición que tituló La rosa negra. Pero no logró ni la altura expresiva ni la popularidad permanente de la anterior.
Pero miren, ahora no sé si fue Lino o Vázquez, lo que son las cosas de la trova. Su más famosa canción y la que más ha perdurado, ya que tiene cien años de creada, la célebre Longina, es una obra por encargo del comandante del Ejército Libertador y destacado periodista Armando André. Me temo que el perfil de André, un personaje novelesco, prometido para esta semana, quedará para la próxima, y seguiremos ventilando la duda de por qué, Longina O’Farrill, pidió que sus restos descansaran en el cementerio de Caibarién, al lado de su querido compositor.
También queda en el tintero, el bolero dedicado a Leovigilda, Doble inconciencia, compuesto en 1900, se incluyó en la película mexicana La bien pagada, con el título de Falsaria, y sin el crédito de Corona, uno de los despojos más flagrantes de derechos de autor, y la usurpación de los Hermanos Martínez, y de cómo en 1978, mi amigo el violinista Rafael Lay, director de Aragón y el guitarrista Carlos Puebla, –ambos compositores– en visita a México, aclararon públicamente tal inconcebible omisión.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancorui