08/06/2023. Cada cierto tiempo sueño con mis amigos muertos. Es como un sopor, una pesadilla amable, (en vez de “pesa”, leve-dilla tal vez), en la que caigo como en un viaje de opio. Siempre son gratas tenidas muy regadas de mágicos elíxires. Anoche me tocó Soto, -a lo mejor por mi frustración de no poder asistir ayer por mi esguince de tobillo, al concierto centenario que le organizó Chuchito-, y desde ultratumba me preguntó por un libro que nos quedó en la tubería. Sería un libro de sus reflexiones sobre la filosofía de la vida, la amistad, el amor, la bohemia, o sea, todo lo que no tuvo que ver con los libros serios, aunque el nuestro sin dejar de serlo, como todo lo que hacía Soto, tendría más que ver con los asuntos del corazón y la noche.
Conversar con Jesús Soto era, acceder al punto casi cero, donde estalla la energía acumulada universal, que es un punto menor a la cabeza de un alfiler y donde está contenida toda la energía y constituye todo nuestro cosmos. Eso lo explicaba desde un mundo onírico y alucinante: “De niño tuve paludismo y en medio de las fiebres, sufría alucinaciones que para mí eran amadas y benditas, tanto que deseaba la fiebre para ver aquellos fenómenos tan extraños, al ver a mi madre u otra persona al borde mi cama, y ver como se iban reduciendo lentamente y se iban hacia el horizonte como buscando el punto de fuga de una perspectiva y terminaban siendo un punto y yo hacía un esfuerzo para traerlos y reconstruirlos, lo que me daba satisfacción. Ahí comenzaron mis reflexiones que años después redondearon en el punto casi cero, porque todavía no sabemos el tamaño del punto. Es un punto neutro, sin medida donde se contrae el universo a ese punto que pasa por cero y estalla al otro lado”.
Ante aquella zona fantasmagórica no me quedó otra que preguntar sobre el amor, que nos pasa a todos, esa cosa que va y viene, estalla de este lado y después desaparece. ¿Y el amor... eso es algo también inmaterial, que tampoco existe?… “El amor es una necesidad que no viene del corazón, es cerebral, el corazón zapatea cuando el cerebro manda. Él se conmueve y genera un bombeo mayor para defenderse. Hay que acabar con esa imagen del corazón con el amor, porque no tiene nada que ver. Lo que si te puedo decir es que hay un olor que crea esa empatía indetenible…”
Se refería a la química de la que hablan los jóvenes. “Eso es lo que hace que esa química funcione con la otra persona. Ese olor particular es definitivo a la hora de aparearse en el amor”… ¿Y cuánto dura eso? “Eso puede durar, pero es muy raro que dure eternamente, porque el amor es como el arte, tienes que estar inventando cosas que te estimulen a seguir el camino. Si un pintor consigue una fórmula y la repite y la repite, por más bonita que sea, termina fastidiando y se convierte en algo mecánico.
Lo mismo pasa en el amor.
¡Feliz cumple centenario querido maestro!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • 0424-2826098