03/07/25.- Cuando por fin llega el tiempo de retiro, el estigma no termina. Llegan las canas y las arrugas: consecuencia natural y premio por haber hecho el esfuerzo de vivir. Sin embargo, en este sistema podrido, en vez de premiarnos a las mujeres con honra y consideración, automáticamente nos sacan del mercado: modelo descontinuado.
La presión social para que la mujer no hable ni exprese abiertamente su sentir se hace entonces más fuerte, cuando alcanza la madurez. Para el imaginario social, lo correcto es que una mujer de más de cuarenta años permanezca calladita: la imagen de una sabiduría frugal etérea, que sólo funge de asesora de los más jóvenes bajo una postura de ternura insípida.
La edad de la liberación
Más bien sucede, que a medida de que la mujer va madurando, en realidad se va liberando de prejuicios y temores. La mujer se conoce a sí misma, va descubriendo qué cosas ya no negocia, y esa autonomía se lee como peligrosa.
Es cuando empiezan los epítetos y estigmas. A la mujer adulta y adulta mayor, con frecuencia, la llaman en la calle "Vieja bruja", "Vieja loca", y epítetos para invalidarla.
En los medios, y el imaginario social general se suele reforzar esa imagen. Ejemplos que ilustran este estigma social los podemos ver en personajes como la Bruja del 71, Doña Tremebunda y vieja de los gatos, de Los Simpsons. La cosa se agudiza, si la mujer llega a una edad avanzada sin haberse casado. Es cuando los ataques se hacen más agrios.
El cine, la publicidad y afines exacerban el repudio a las mujeres mayores. Se convierte en una virtud aparentar menos edad. Nos atiborran entonces de cremas, tintes y productos químicos que buscan estirar los años y la experiencia.
Tránsito sagrado
Lejos de lo que crean los más jóvenes, es importante aclarar, que en realidad lo mejor está por venir. Las mujeres nos volvemos más desenfadadas, y le paramos menos a las cosas, precisamente porque después de la menopausia, generamos más testosterona que estrógeno, y nuestra composición hormonal se transforma.
De acuerdo con la espiritualidad indígena, las mujeres cuando dejan de menstruar, empiezan a conectarse con el infinito y la sabiduría de los cielos. Por eso, las mujeres con el cabello blanco son cada vez más sabias.
Aunque la sociedad insista en vernos como caducas, vale aclarar que en realidad, el tiempo de maduración más bien es una etapa serena, feliz y bastante irreverente para nosotras las mujeres. Tal vez por eso nos llaman locas.
Por: María Eugenia Acero Colomine @mariacolomine
Ilustración: Astrid Arnaude @loloentinta