11/09/25. He vuelto a ver la que estoy casi seguro que fue la primera película que vi de Luis Alberto Lamata: Desnudo con naranjas, sin duda una de las que más me ha gustado de él. Hay muchos elementos en la poética allí plasmada, más allá de la historia que es un eje transversal de todo lo que nos legó este extraordinario ser humano a quien tuvimos el honor de conversar en persona hace poco más de un año, a propósito de una conversa propiciada por la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, publicada en esta misma revista…
Bebiendo el acervo histórico, Lamata supo plasmar con una agilidad que nos sigue sorprendiendo, varios ejes sobre el cual gira nuestro sentir: el primero de ellos, ya lo hemos mencionado la diversidad cultural que nos caracteriza y la manera en que se pone en diálogo. El segundo eje, es precisamente la historia...
En esta oportunidad y como un sentido homenaje se proyectaron todas sus películas en la Cinemateca Nacional del lunes 25 de agosto al domingo 31. Allí se pudo apreciar sus interesantes producciones que una vez más despertaron la conciencia sobre el sentir-nos como nación pluricultural, porque si algo nos despiertan las narrativas y las estéticas en estas creaciones es precisamente la diversidad que somos como país.

Bebiendo el acervo histórico, Lamata supo plasmar con una agilidad que nos sigue sorprendiendo, varios ejes sobre el cual gira nuestro sentir: el primero de ellos, ya lo hemos mencionado la diversidad cultural que nos caracteriza y la manera en que se pone en diálogo. El segundo eje, es precisamente la historia, de lo que hemos advertido siempre, esa necesidad de “contarnos desde abajo” desde las clases que las impulsan y protagonizan, la historia no contada que es indispensable para todo buen relato. Con lo cual, se torna enormemente pedagógica la apuesta cinematográfica de Lamata, pues nos identifica, nos habla desde el mismo lenguaje de la nostridad, más allá del ser histórico venezolano, nuestroamericano. El tercer eje, bien podría señalarse, el de la resistencia, la conciencia de la patria grande, evidenciada en películas ejemplares que deben ser proyectadas y debatidas en nuestras escuelas, liceos y universidades. Esto último es lo que sentimos particularmente en Bolívar, el hombre de las dificultades y Miranda regresa… Pero también la veo expresada de múltiples formas, desde un énfasis especial desde la angustia del yo existencia, es decir con las inherentes crisis por los cambios que sufre la personalidad en pleno “choque cultural” entre culturas diferentes en Jericó, o bien, desde un mismo pueblo en sus diferencias de clase, en Desnudo con naranjas, –de la cual apenas he mencionado su título, pero volveré a ella más adelante-.

Hay otras producciones que igualmente nos mueven el piso como venezolanos, tal es la igualmente emblemática en términos histórico-republicanos: Carabobo, caminos de libertad y Taita Boves, pero también en las contemporáneas Parque Central y Salserín.
Volvamos a Desnudo con naranjas, la maestría con que Lamata conjuga aquí lo religioso, la lucha en medio de la Guerra Federal, el dolor, el erotismo, entre otros aspectos vitales de la existencia humana, realzan el potencial de una historia tan conmovedora como propiamente emancipadora…

Inevitable pensar desde allí en otra de sus más grandes producciones en tiempos descolonizadores como el que se supone vivimos: Azú, después de Jericó, tal vez era la que faltaba para reivindicar nuestra herencia ancestral de enorme potencial emancipador.
Lamentablemente el espacio nos ha quedado excesivamente corto para recordar el enorme legado del maestro, y esperamos haber despertado el interés en seguir estudiando su obra. Volvamos a insistir: debemos realizar cine-foros con cada una de sus películas en cada uno de los centros de educación, pues mucho podremos aprender.

POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ• @pasajero_2
FOTOGRAFÍAS ARCHIVO/ CORTESÍA PRENSA CINEMATECA NACIONAL