29/08/24. Competir parece ser algo inmanente a la humanidad, condición de la “esencia” misma de quien intenta sobrevivir en el caos de nuestro mundo que, a pesar de los esfuerzos de algunos, sigue siendo capitalista, egoísta y por ende, extremadamente solitario. Es cierto, no parece ser así en las comunidades de este sur que nos invita a la presente reflexión, pero existe y reina en numerosos hermanos por toda la faz de la tierra.
en dicho escenario donde todo parece paralizarse... el ser, la mujer y el hombre que compiten no sólo se mueven en su existir por conquistar el podio, también dinamizan enormes cantidades de capital: ... y lamentablemente, también activan las más variopintas posiciones y comentarios: racistas, xenófobos, machistas y demás…
Humanas y humanos encadenan la retórica etnofágica, es decir, su propio consumo, compitiendo para ser la nada.
No se trata de una posición sociobiológica de quien se aventura a signar al otro como justificación tanatológica, sino más bien acentuar la escala valorativa del hambre de ser, por ejemplo, el más fuerte, el más ágil, el más…
A pesar de todo lo que puedan significar históricamente las olimpiadas, en el más “sano” sentido de encontrarse entre las diferencias, tanto así que no hace mucho, como sabemos, existen los Juegos Paralímpicos, me pregunto, quien compite ¿por qué lo hace?, ¿qué hay detrás de estos juegos que convocan a tantos países y a los que estamos obligados a llevar a nuestras y nuestros mejores atletas?, ¿por qué hacerlo? Parece ser que no hacerlo es no estar a la altura de las exigencias… ¿cuáles exigencias?, ¿ser mejor, el más veloz, el que más peso levanta, etcétera?
Lo que no suele decirse en torno al homo ludens, la mujer y el hombre que juega, son las exigencias, las autoexigencias, el capital, la forma que determina otra manera más allá de la foto, de los músculos, de la tensión en el rostro, en todo el cuerpo, la comparación con ciertos animales, sean aves, equinos y similares… destreza, fuerza…
Recordemos a Huizinga, el autor de ese maravilloso libro que es, precisamente el así titulado Homo ludens… somos en la medida en que jugamos… pero los Juegos Olímpicos no son exclusivamente eso… en dicho escenario donde todo parece paralizarse, quizás no tanto como un mundial de fútbol… el ser, la mujer y el hombre que compiten no sólo se mueven en su existir por conquistar el podio, también dinamizan enormes cantidades de capital: apuestas, patrocinadores, y lamentablemente, también activan los más variopintas posiciones y comentarios: racistas, xenófobos, machistas y demás…
Así vistas, las olimpiadas presentan cinco aros, continentes, aristas que invitan a reflexionar:
1. El mundo lúdico no es necesariamente el mundo que compite sino el que siente desde allí la gracia de exaltar su ser desde el encuentro con el otro, aun cuando, por ejemplo, la gimnasia sea una individualidad, se debe como en los demás juegos, a una puesta en escena, espectadores, jurado… pero también humildad… ¿o es que acaso la joven atleta china que ve con asombro cómo sus compañeras italianas muerden sus respectivas medallas no está mostrando lo que es realmente la gracia de ser, antes que nada, humana?
2. La industria del consumo evidenciada en la fe olímpica constituye una inversión no solamente económica, sino también simbólica, afectiva, espiritual y política donde los atletas constituyen un engranaje más de un sistema global que mueve millones de conciencias en pro de múltiples intereses que no siempre son fáciles de captar en las transmisiones que seguimos y reproducimos desde las diversas plataformas de comunicación.
3. El racismo se ha expresado en varias ocasiones, como por ejemplo en tiempos de la Alemania hitleriana y casi siempre en los comentarios tanto de narradores deportivos como de espectadores en general.
4. La ficción fraternal que hacen aparentar la celebración de los Juegos Olímpicos constituye una fachada en tiempos de exterminio genocida, como actualmente ocurre con el pueblo palestino por parte de grandes potencias bélicas y el silencio cómplice de los que dicen abogar “por un mundo mejor”.
5. La participación femenina en deportes considerados tradicionalmente masculinos como por ejemplo, el boxeo, sigue siendo un tema de debate donde la predominancia machista se inclina a favor del predominio del hombre por el hombre.
Nos quedan muchos temas por abordar, por ahora nos preguntamos: ¿Serán los Juegos Olímpicos realmente una forma de encontrarnos como seres que habitan un mundo que se sigue exterminando a sí mismo?
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA ARCHIVO BBC NEWS