16/09/25. ¡Para mi si! sino que lo digan los versos del bolero Mariposita de primavera, en realidad una habanera, donde el verso sencillo y la fina melodía sirven de paloma mensajera a un viejo amor que todavía deja sonar sus huellas en el costillar izquierdo y más que una paloma, lanza al mar una botella con una suicida súplica amorosa que muchas veces no importa que llegue a su destino... /Cuando te alejes a otras regiones/llévale un ruego de adoración/ aquella que un día me dio ilusiones/que se trocaron en decepciones/que aun llevo dentro del corazón/... /Yo quiero verla para besarle/con esos besos que tú a la flor/das cuando quieres la miel robarle/das cuando quieres la miel robarle/para embriagarte cual yo de amor/Mariposita de primavera/dile a mi amada si es que la ves/dile que torne mi compañera/a los jardines de mi quimera/do tu no vuelvas jamás tal vez/... hasta esa construcción de español antiguo, dan Fe de esta humilde opinión.
Aunque él tenía sus detractores, según Lázaro Morell, de Madrid, esta canción es una Habanera muy antigua, vale decir un tipo de canción originaria de Cuba a finales del siglo XIX. Bajo este ritmo lento y pausado, Matamoros escribió esta pieza que celebra la llegada de la primavera. Fue escrita, en 1928 y grabada por primera vez el 29 de mayo del mismo año, en el segundo día de las primeras grabaciones que hizo el trío para la RCA Víctor, en Camden, New Jersey. El término habanera, cuentan los cronistas se dio a conocer en el contexto creativo e interpretativo de la Contradanza criolla. Hasta aquí todo iba muy bien, pero en el siguiente párrafo, comete la osadía de decir, que no fue su autor.
“Sin embargo, agrega que estamos ante uno de esos textos que, a pesar de estar registrado por Matamoros, evidentemente no fue escrito por él. La evidencia mencionada apenas necesita demostración. Léase sus entrevistas, escúchese la mayoría de sus canciones (con faltas de concordancia, vocabulario no excesivamente rico, rimas y métricas forzadas) y pregúntese si es posible que esa misma persona pudiera acometer la siguiente destreza: "...con esos besos que tú a la flor/ das cuando quieres la miel robarle...". Además, en todo el poema no hay una sola falla en la rima, lo cual es infrecuente en la canción popular cubana, y un manejo de la métrica no menos extraño. De cualquier forma, lo destacable es que don Miguel haya tenido la inteligencia de adoptar las producciones de ese misterioso poeta que lo acompañó en varias ocasiones”.
Matamoros, al igual que los antiguos juglares y trovadores, tomaba sus inspiraciones de sucesos cotidianos, como fue el caso de “El trío y el ciclón”. Eran los días del ascenso del dictador Rafael Leónidas Trujillo al poder, cuando la ciudad de Santo Domingo fue azotada por uno de los huracanes más destructivos que ha pasado por el país, que agarró al Trio en Dominicana. Eso fue el huracán San Zenón, el 3 de septiembre de 1930, recordado por los 4000 muertos que ocasionó, y por la canción “El trío y el ciclón”, que escribió Miguel Matamoros, historia de verso y rima: “En una tarde de inquietud, Quisqueya/ viose de pronto de pavor sumida/ reinaba allí la lluvia, la centella/ y la mar por doquiera embravecida”.
Eran también los días de Lagrimas Negras, porque estaban en el Hostal de Luz Sardaña, en el barrio Borojol, donde compuso el primer bolero son. “Después que salimos de Santo Domingo yo compuse el son El trío y el ciclón, que dice el estribillo: Cada vez que me acuerdo del ciclón/ se me parte el corazón".
Comparto mejor la opinión de Cesar Pagano: “la ingeniosa síntesis demostrada por los textos de Matamoros (enriquecidos y pulidos con la ayuda de amigos y hermanos) donde son recurrentes la intención contradictoria y textual planteada entre: optimismo/ pesimismo, seriedad y picardía, depresión y esperanza, despecho y jolgorio”.
Creo que era Eusebio Delfín, quien decía que el compositor debía hacer la música, y como en muchos casos, los poemas por los poetas. Recordemos que el tango “El día que me quieras”, nació de un poema del mexicano Amado Nervo, o la canción “Una rosa española”, que fue una composición de “Los Beatles” que tradujo Palmieri.
Revisemos otros boleros poéticos, para aplastarle el piojo en cabeza a Lázaro Morell, por ejemplo, el primer bolero grabado en 78 RPM, “Olvido”: “Aunque quiera olvidarme, ha de ser imposible/ Porque eterno recuerdo, tendrás siempre de mí/ Mis caricias serán, el fantasma terrible/ De lo mucho que sufro, de lo mucho que sufro alejado de ti… Por doquiera que mires, tú verás lobregueces/ Y si busca otro amor, hallarás soledad/ Porque todo el que olvida, recoge esquiveces/ Donde quiera que siembra, donde quiera que siembra/ La flor de amistad”.
Sino que lo diga Dulce embeleso, ese precioso bolero de Matamoros “El beso de tu boca tentadora/ que me diste embriagada de ilusión/ yo lo guardo como llama animadora/ en el fondo de mi pobre corazón. / Me parece que aún siento el mismo beso/ en mis horas de ensueño resonar/ y el recuerdo de aquél dulce embeleso/ me consume hoy la vida de pesar”.
O más filosóficos como Reclamo místico: “Dime que ya eres libre/ como es el viento/ Dime que no me quieres/ que ya me olvidas/ Dime que ya no tienes/ ni un pensamiento/ ni una sola esperanza que me dé vida/ Mira que ya me muero/ pues sufro mucho/ mira que ya me abruman/ penas muy hondas/ Mira que si muriendo/ tu voz escucho/ pueda después de muerto/ que te responda”.
Y para cerrar, un fragmento del texto “Kabiosile Miguel Matamoros” de Ramón Fernández-Larrea: “Acuso a Miguel Matamoros de prestarme sus palabras para decir cuánto amo. Ya no puedo respirar mujer si no me rondan esos versos suyos, endiablados, que tienen ron y estrellas, como un guiño de fuego en el temblor de mi lejana tierra. Acuso a Miguel Matamoros de darme una tierra más ancha que la mía. Una extensión con alas, que no se mide con los tristes sistemas métricos de los hombres. Un país a la vera del mundo real, que tiene un sol de arpegio y sabrosura, y una noche de errante enamorado bajo el cielo del universo que aprisionan los atlas engañosos. Y que, en un solo golpe de furiosa remembranza, se reúnen en ese invento suyo todos los puntos cardinales”.
El Kabiosil El nombre es una pronunciación y ortografía afrocubana/Lucumí de la palabra yoruba "kabiyesi", que significa "Salve su majestad". Kabiosil! O ¡Kawo kabiosil! Es un saludo de respeto a Changó, el Orisha guerrero de los truenos y relámpagos y dueño de todos los tambores.