17/10/25. Tal vez para nadie sea un secreto que cada circunstancia epocal suponga una experiencia de vértigo, tal vez mucho más en estos tiempos de hiperconsumo. La sexualidad es uno de los horizontes que más se acentúa: lo vemos en la manera en cómo el mercado invade las conciencias y los cuerpos desde múltiples flancos, por ejemplo: la industria de la estética, la música, las películas… Y por supuesto, las denominadas “redes sociales” de las cuales he dicho en reiteradas oportunidades que más que unir distorsionan las posibilidades reales de articulación hacia un posible sentido de lo que consideramos “humano”, es decir, como aspiración de un bienestar tanto individual como colectivo.

...en la actualidad, las y los jóvenes pueden ir a cualquier establecimiento e ir a comprar... estimuladores sexuales: cremas, brochas, caramelos… Los daños en jóvenes... van como he señalado, desde un deterioro irreversible de algún órgano, hasta incluso, un paro cardíaco.

En esta ocasión hacemos alusión al consumo de variados productos cuyas marcas evitaré pronunciar pues no se trata de publicitarlos sino más bien advertir el daño que realizan al cuerpo, cuerpo pensando como integralidad, es decir, donde los deterioros cognitivos, nefrológicos, digestivos, sanguíneos por citar unos pocos de una amplia gama de daños, implican a veces en muy breve lapso, hasta la propia muerte.

No resulta paradójico que quien desea prolongar el éxtasis sexual –que insistamos, no sólo es propiamente “sexual”, porque ningún placer que se denomine tal se limita a una sola dimensión-, bien, decíamos que no es extraño que quien desea experimentar “más goce”, sean propiamente las y los jóvenes, ansiosa/os como son, de explorar cada día más la aventura de sentirse vivo, lo que los hace objeto predilecto de la industria del mercado, es decir, del consumo.

Por ello, en la actualidad, las y los jóvenes pueden ir a cualquier establecimiento e ir a comprar, en la mayoría de los casos, sin prescripción médica, estos estimuladores sexuales: cremas, brochas, caramelos… que potenciarán aún más, si el individuo, sea hombre o mujer, posee una condición digamos, sana, que no posee ninguna circunstancia específica, como por ejemplo, en el hombre, una disminución de los niveles de testosterona.  Si no posee ninguno de este tipo de circunstancias, entonces, ¿para qué sobre estimular?

Los daños en jóvenes, según se ha documentado, van como he señalado, desde un deterioro irreversible de algún órgano, hasta incluso, un paro cardíaco.

Nuestro consejo en estos casos, es sencillo: si usted no necesita nada de esto, no lo consuma, ahora, si usted es un adulto o adulta mayor, y un especialista de salud, es decir, un médico sexólogo o una médico sexóloga se lo recomienda, pues úselo, de la misma manera en la que, por favor, no debe dejar de cuidarse, es decir, usar métodos anticonceptivos, porque bien sabemos que estos no son exclusivamente para prevenir un embarazado no deseado, sino también, las infecciones de transmisión sexual (ITS).

POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ • @pasajero_2

ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta