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Lecuona se inspiró en un mulato para Siboney

30/10/25. Como decía mi madre, que yo empiezo hablando de algo y me pierdo, pero vuelvo, volvamos entonces al libro Cuatro músicos de una villa (1990), realizado por Leonardo Depestre, que recuperé de mi biblioteca, cuando comencé a escribir de Lecuona en esta saga iniciada con la trova cubana. Aparentemente es la única de estas biografías que ha sido escrita desde una óptica investigativa y no desde experiencias personales. Guiado por los testimonios de quienes compartieron experiencias con el maestro y apoyado en notas de prensa y artículos previos, su libro, además, proyecta la mirada hacia otros tres músicos cubanos: Rita Montaner, Bola de Nieve y Juan Arrondo, que, como el mismo Lecuona no sólo eran oriundos de la villa de Guanabacoa, sino que también llegaron a ser universales porque, precisamente, basaron su arte en la defensa de lo autóctono. A ellos iremos llegando poco a poco.

 

 

...le pregunté si es que Lecuona era acaso homosexual. Su respuesta no me dejó lugar a ninguna duda: “Era gay con balcón a la calle y maceticas con gladiolos”. Lecuona se inspiró en un mulato bugarrón, del que estaba enamoradísimo...

 

 

De los testimonios reseñados por Depestre, de la compositora Olga de Blank, hija de Hubert de Blank, –no olvidemos que Lecuona fue alumno de Joaquim Nin (padre de la escritora y memorialista Anaïs Nin), quien al irse a París lo dejó bien recomendado en manos del pianista y compositor neerlandés Hubert de Blanck, afincado en la capital cubana-, y Olga contaba la manera en que Ernesto presentó La Comparsa a su papá. Le dijo que él tenía un amigo que había compuesto algunas cosas, pero que no se atrevía a ir a verlo, y le había pedido a él que se las tocara al piano. ¡A Lecuona le daba pena presentarla como suya! Cuando Margot, hermana de Olga, oyó aquello le pidió que la volviera a tocar. Entonces Lecuona le preguntó a papá: ¿Maestro, que le parece? Papá le expresó que aquel joven compositor tenía mucho talento y entonces fue, que Lecuona confesó ser el autor.

 

 

Lecuona fue muy versátil, desde lo clásico a lo popular, las zarzuelas fueron su fuerte, Canto Siboney que surge integrado a su obra La tierra de Venus; Damisela Encantadora que está integrada a la zarzuela Lola Cruz, Diablos y Fantasías, El Amor del Guarachero, El Batey (1929), El Cafetal, El Calesero, El Maizal, La Flor del Sitio, Tierra de Venus (1927), María la O (1930) y Rosa la China (1932); las canciones Canto Carabalí, La Comparsa y Malagueña (1933), perteneciente a su suite Andalucía, que ya hemos comentado; sus obras para danza, Danza de los Ñáñigos y Danza Lucumí; la ópera El Sombrero de Yarey (cuyo paradero se desconoce), la Rapsodia Negra para piano y orquesta, así como su Suite Española.

 

 

Como ya lo decía, las zarzuelas fueron su fuerte, pero las criollas también. De sus boleros, me encanta, un clásico bolero Always in My Heart (siempre en mi corazón) de Lecuona interpretado por la Orquesta de Harmonicas de Borrah Minevitch y muchísimas otras versiones, incluida la de Ñico Membiela en español. La hermosa canción de Ernesto Siempre en mi corazón cambió de título tres veces en dos años. En 1940 se estrenó como No puedo quererte. En 1942 Lecuona la incluyó en la película norteamericana Always in my heart, y adoptó el título de la película. Pero en Cuba siempre se ha cantado como Estás en mi corazón, que es la primera frase del estribillo.

 

 

Pero de los temas emblemáticos de Lecuona destaca Siboney, también conocido como Canto Siboney, una canción del maestro que formó parte de la revista lírica La tierra de Venus en el 27. La canción fue compuesta el 28 de diciembre de 1919 y publicada en 1928. Entre los primeros intérpretes se citan, a Rita Montaner y Vicente Morín. Estos la cantan juntos el 29 de septiembre de 1927 en el antiguo teatro Regina de La Habana. Aunque mis referencias tardías me recuerdan es a Xiomara Alfaro, que ponía mi madre, cuando limpiaba la casa, los sábados en la mañana.

 

 

El autor se inspiró, teóricamente, al componer este bolero en la naturaleza cubana, las flores, las aves y el paisaje, específicamente de la localidad homónima ubicada en la costa de Santiago de Cuba. En la canción, Siboney representa la isla de Cuba, que Lecuona realmente extrañaba, por la que sentía mucha nostalgia. Pero, la historia parece tener otros motivos.

 

 

"Yo te quiero, yo me muero/ Por tu amor. Siboney'...En tu boca/ La miel puso su dulzor/ Ven a mí que te quiero/ Y que todo tesoro, eres tú para mi/ Siboney'...al arrullo De tus palmas, pienso en ti. Siboney, de mis sueños/ si no oyes la queja de mi voz. Siboney, si no vienes me moriré de amor/ Siboney, de mis sueños/ Te espero con ansia en mi caney. Porque tú eres el dueño”.

 

 

Me llama mucho la atención el respeto de Depestre por Lecuona, hacia su condición gay, que tampoco era mal de morir, pero en la época era un tema tabú. Sin embargo, Ricardo Bada, escritor y periodista español, residente en Alemania desde 1963, aborda sin temor el tema en uno de sus trabajos: “Ese mismo homenaje, con cantidad de material gráfico y documental, no mencionaba para nada la vida privada del compositor, ni encontré ninguna referencia a la misma en el material que pude rastrear con la ayuda de mi dilecta amiga Miss Hortensia Google. Me asaltó la sospecha de lo inconfesable, de que quizás estaba tocando un tabú. Contacté, pues, con una fuente confiable y le pregunté si es que Lecuona era acaso homosexual. Su respuesta no me dejó lugar a ninguna duda: “Era gay con balcón a la calle y maceticas con gladiolos”. Lecuona se inspiró en un mulato bugarrón, del que estaba enamoradísimo nuestro gran músico. A mayor abundamiento, y gracias a un amigo barranquillero que leyó el borrador de estas letras, descubrí un texto de Mayra Montero, donde habla de uno de los amantes de Lecuona, al que conoció personalmente.

 

 

Y la anécdota personal como el lacito arriba del regalo: Un día de mayo/junio de 1985, en Santa Cruz de Tenerife, a la puerta del hotel Mencey, un edificio en estilo colonial con gran patio porticado, nos encontrábamos el poeta español José Agustín Goytisolo, Miguel Barnet y yo, esperando al bus que nos llevaría de excursión al Teide. El portero del hotel, que seguía nuestra plática, de repente aprovechó una pausa para preguntarnos si alguno de los tres era cubano. Miguel dijo que él lo era, y el portero nos cuchicheó que, en el hotel, años atrás, había muerto un cubano famoso, el compositor Ernesto Lecuona.

 

 

A lo que yo —¡el maldito periodista tuvo que ser!— le pregunté ¿que en cuál habitación? y apenas lo hice, supe que no lo había debido hacer, pero ya estaba hecho. Recién al oír el número de la habitación respiramos aliviados: no era la de ninguno de los tres.

 

 

 

 

 


 

 

POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez

 

 

ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancorui

#Música #Boleros #Lecuona #TrovaCubana

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