24/11/25. La historia de Alice y Ellen Kessler, las famosas gemelas alemanas que deslumbraron en la Europa de posguerra como "Las piernas de la nación" en el Lido de París y la televisión italiana, concluyó de la manera más íntima y deliberada, mediante un pacto de suicidio asistido a los 89 años.
El final de estas hermanas subraya la fragilidad de los lazos familiares y sociales en la tercera edad y la urgencia de revalorizar el apoyo emocional en esos años.
Su partida, ampliamente anunciada y consciente, reduce la fastuosidad de su vida a una única pregunta existencial: ¿Qué sucede cuando el deseo de autonomía se extiende a la decisión de finalizar la vida, especialmente en la vejez?
El contexto de la decisión: El miedo a la separación
Las hermanas Kessler no eran figuras menores; fueron iconos de la elegancia y la disciplina. Vivieron juntas toda su vida, inseparables en los escenarios y en su retiro en Alemania. Su pacto fue motivado, no por una enfermedad terminal, sino por el profundo temor a la separación. Para ellas, la posibilidad de que una muriera y la otra quedara sola a sus casi 90 años era un destino más aterrador que la propia muerte.
Su acto es, en esencia, una declaración radical de que, para ellas, el valor de la vida era un proyecto bidireccional. Su decisión de "nacer juntas y morir juntas" es la manifestación suprema de su vínculo, un rechazo a la soledad que a menudo aparece en los años finales. Incluso pidieron que sus cenizas permanecieran juntas en el mismo féretro.
Autonomía y el valor de la vida
El caso Kessler nos lleva a analizar los aspectos más sensibles del final de la vida y el envejecimiento. En una sociedad que valora la longevidad, la decisión de las gemelas de no querer seguir viviendo (aunque fueran mujeres sanas) introduce el concepto de la libertad existencial. Ellas ejercieron el derecho a la "saturación de vida", la potestad de determinar que su ciclo estaba completo, sin necesidad de un diagnóstico médico fatídico.
Esto plantea el debate sobre el derecho del individuo en torno a su existencia, incluso en la ausencia de sufrimiento físico extremo.
La soledad y el vínculo familiar
Aunque se tuvieron siempre la una a la otra, su pacto es un doloroso espejo de la realidad de muchos adultos mayores. Si un vínculo tan fuerte teme tanto la soledad de la vejez que la única salida digna es la muerte mutua, ¿qué mensaje estamos enviando a quienes envejecen en solitario? El final de estas hermanas subraya la fragilidad de los lazos familiares y sociales en la tercera edad y la urgencia de revalorizar el apoyo emocional en esos años.
La muerte como elección
Al elegir un final planeado y asistido, las gemelas Kessler se negaron a dejar su destino al azar. Su acción, legal en Alemania, resalta el debate sobre la dignidad en la muerte y la necesidad de sistemas de apoyo que permitan un final de vida que honre la voluntad individual.

POR KEYLA RAMÍREZ • @envejecer_siendo
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta